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XXXVIII FERIA DEL LIBRO

Libreros, editores y distribuidores quieren volver al Retiro

Bajo la recalentada cubierta metálica del Palacio de Cristal se respiraba ayer una atmósfera de tensión y nerviosismo. En los amplios corredores, casi solitarios a primeras horas de la tarde, pequeños grupos de exhibidores expresaban su descontento y criticaban a los organizadores de esta feria, que bien podría llamarse feria-fantasma o feria-fracaso. De los 50.000 visitantes registrados el sábado, el público disminuyó el lunes a 8.000, y a medida que avanza la semana este número tiende a descender. Por otra parte, las ventas cifradas hasta ahora se han reducido entre un 33% y un 50% sobre las del año pasado. Informa

«Este sitio es verdaderamente siniestro», comentaba una de las exhibidoras. «Nos tratan como a vendedores de pienso para bestias. Hace un calor insoportable y para tomarte una cerveza hay que subir y bajar no sé cuántas escaleras y no hay un sitio agradable donde te la puedas beber a gusto.» Gran parte de libreros, editores y distribuidores comparten estas quejas. «La feria, al Retiro», dicen unas pancartas que aparecen en varias casetas.«Hay que volver al Retiro», es la opinión unánime. «Si resulta insuficiente, como dicen, que se extienda el recinto ferial hacia otras zonas», afirma otro expositor. «Hacia El Lago, por ejemplo, hay espacio de sobra y además se podrían aprovechar los edificios que hay allí para organizar actividades culturales. En todo caso, la Feria del Libro en el Retiro es una tradición popular que hay que conservar.»

Los exhibidores protestan contra las deficiencias organizativas de la Comisión Nacional de Ferias del Instituto Nacional del Libro (INLE) contra la decisión de cambiar la ubicación del recinto ferial, la escasa publicidad que se ha hecho de este XXXVIII certamen y la falta de promoción, factores todos ellos que se han traducido en una notable reducción del público y del número de ventas.

Por todo ello, se plantea seriamente la posibilidad de organizar para el mes de octubre una feria sin la tutela del INLE, gestionada por los propios editores y libreros.

El lunes por la tarde, en una reunión autoconvocada por un numeroso grupo de expositores, se pusieron sobre el tapete los interrogantes que penden sobre la marcha de la feria y se tomó el acuerdo de emplazar a los responsables oficiales de su organización para tratar posibles alternativas de cara a mejorar la deficiente feria actual y también sobre las personas y el modo de organizar las futuras ferias del libro de Madrid. En un comunicado firmado por la mesa elegida en la asamblea, se convocaba el encuentro para la tarde del día siguiente, martes, también a las dieciséis horas.

«Al término de esta primera reunión se presentó el señor Timmermans, director del INLE, muy pálido, recién levantado de la cama y muy preocupado porque, según dijo el gobernador civil, se había enterado de la celebración de la asamblea y le había sentado muy mal», explicaba el señor Serraller, uno de los miembros de la mesa.

Poco después de serle notificada al INLE la convocatoria de una asamblea para el martes día 5, a las cuatro de la tarde, la Comisión Nacional de Ferias difundía una nota en la que, para el mismo día y a la misma hora, convocaba en los locales del INLE al pleno de dicha comisión, integrada por representantes de editores, libreros, gráficos, autores y de la Administración, con objeto de hacer pública una información sobre las decisiones tomadas en su día en cuanto al nuevo emplazamiento de la XXXVIII Feria del Libro. A las siete de la tarde todavía continuaba esta reunión.

Por su parte, los exhibidores, reunidos en el salón de actos de la Feria, discutieron una serie de medidas propuestas como señal de protesta ante la situación: cerrar la Feria durante un día, mantenerse en huelga de brazos caídos o aumentar el descuento de los libros para atraer al personal, remiso a desplazarse hasta la Casa de Campo para encontrar lo mismo que cualquier librería puede ofrecer.

Por fin se votó la propuesta de elaborar un comunicado, que será presentado a todos los expositores, para que éstos se adhieran o no a él, y también se habló de hacer esta mañana una visita de cortesía al señor Timermans en su despacho e invitarle a que se traslade en persona al Palacio de Cristal para aclarar una serie de puntos oscuros en torno a la organización de la Feria.

Actos para hoy

Al margen de la conflictividad reinante, es de esperar que los actos programados discurran sin novedad. Para la jornada de hoy se anuncia una serie bastante interesante de ellos. A las once y media de la mañana, «Taller de Poesía», una experiencia dirigida por la actriz y pedagoga Ana Peegrín, que consiste en aproximar a los niños a un texto poético a través de los sonidos, de los colores y de las formas.Por la tarde, a las seis, «Taller de llustradores», con participación de los mejores grafistas que trabajan en el libro infantil, y a las siete, una mesa redonda organizada por la editorial Alfaguara en colaboración con la Librería de Mujeres, en la que un seleccionado elenco de mujeres de alta pluma debatirán en torno a la mujer y a la literatura y el feminismo, y sobre si existe o no una literatura feminista. En la mesa intervendrán Rosa Chacel, Ana María Moix, Lourdes Ortiz, Marta Pesarrodona, Rosa María Pereda, Carmen Riera, Monserrat Rola y Esther Tusquet. Por fin, a las siete Y media, se celebrará otra mesa redonda en torno al libro y a la lectura.

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