La catástrofe de Harrisburg
Estos días nos estamos enterando por la prensa y demás medios de comunicación de la catástrofe nuclear que está sucediendo en Harrisburg (Estados Unidos).Por un lado, se nos dice que la calma impera y, por otro, que hay un gran pánico.
Pero, sobre todo este último, no ha acabado aún, sino que espera que el desenlace final de esta catástrofe sea más catastrófico todavia.
Se habla de tranquilidad entre la población en general. Pero ¿se puede llamar tranquilidad a que miles de familias, embarazadas, niños, etcétera, huyan desesperadamente y no en vano del lado de ese enemigo número uno para ellos?...
También se habla de seguridad; prueba de ello es la espectacular evacuación masiva que las autoridades tienen preparada para llevarla a cabo en cualquier momento, y yo me pregunto: ¿hay lugar a esta evacuación por el mero hecho de una seguridad?; francamente, creo que más bien es por necesidad.
Estos hechos anteriormente expuestos son los que me van a servir para referirme por fin a la lección que la catástrofe de Harrisburg nos está dando.
Efectivamente, es una lección de consecuencias (en este caso), mediante la cual la mayoría de las personas están «aprendiendo» algo que no sabían o que no creían saber, bien por falta de interés o ¿quizá por miedo?...
Pero la lección ha tenido que venir junto con las consecuencias reales y no meras suposiciones ficticias; es decir, que la lección teórica ha venido acompañada de la práctica. Quizá por esto sea más lamentablemente instructiva.
Desde ahora, y para finalizar, espero que todos tengamos muy en cuenta esta lección de Harrisburg y que sepamos que una vez más ha tenido que ocurrir la causa, para poder saber sus efectos.