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Homenaje a Francisco de Quevedo en el milenario del castellano

Se ceIebra hoy en Villanueva de los Infantes, donde murió

Juan Cruz

Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645) será homenajeado hoy en el lugar donde murió, en la provincia de Ciudad Real. La celebración coincide con los últimos actos de la conmemoración del milenario de la lengua castellana, a la que la aportación de Quevedo ha resultado esencial. Asimismo, el homenaje al autor de los Sueños ocurre al tiempo que se presenta el libro Canta Sola a Lisi, editado por Enrique y Absenta Garcia Delgado, con ilustraciones del pintor Jorge Castillo y pórtico del poeta Pablo Neruda.

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Sonetos amorosos de Quevedo incluidos en este libro serán recitados durante el acto de homenaje por el actor Adolfo Marsillach. Gregorio Marañón Moya, embajador, y Francisco Rico Manrique, catedrático de Literatura Medieval de la Universidad de Barcelona, glosarán la figura del gran barroco español. Música de la época y una visita a la tumba difusa de Quevedo en la capilla de los bustos de la iglesia de San Andrés completarán la jornada, que se iniciará a las once de la mañana.

Reconocimiento de la lengua castellana

El homenaje a Francisco de Quevedo es también un símbolo del reconocimiento que la lengua castellana debe a la época en la que vivió y escribió este personaje singular. Francisco Nieva, escritor, autor de teatro, natural del pueblo en el que Quevedo murió, definió ayer así la significación que en la actualidad tiene el autor del Buscón: «En la literatura contemporánea, Quevedo representa la tolerancia genial que asusta al español que quiere dejar de ser español porque cree que así encontrará la felicidad. Quevedo no tenía sentido común ni pretendía ser feliz.»Para la lengua castellana, afirma Nieva, Francisco de Quevedo fue esencial, «porque hizo del castellano un instrumento para sentir y para pensar». Pudo hacerlo, cree Nieva, porque, como Miguel de Cervantes, fue un cosmopolita. «En el siglo XVII se podía ser patriota, pero no nacionalista.» No se comprendería el profundo ser español de la literatura, y sobre todo de la lírica, de Quevedo si no se tiene en cuenta su conocimiento de la poesía italiana. Para Nieva, que ha estudiado profundamente la creación de Quevedo, éste es un producto que sólo podía darse en España, pero jamás pudo haber nacido si no hubiera sido por ese interés por otras culturas.

El homenaje de hoy ocurre, según Francisco Nieva, en una época cuya pobreza intelectual se revela en la limitación que se padece en el uso adecuado de la lengua. Quevedo vio la vida española «estampada en negro y oro. Creo -dice Nieva- que si-en España surgen hoy doce o catorce personajes que observen a España con la misma perspectiva, serían rechazados de modo fulminante por la sociedad.»

Quevedo representó «la anarquía señorial de carácter medievalista». A muchos escritores de hoy les gustaría sentirse como Quevedo. El propio Nieva «quisiera ser un poco Quevedo». Pero no resulta posible. En España existe la imagen de un Quevedo tópico, el de las obras satíricas. «Su poesía -afirma Nieva- no está más en el espíritu de las gentes como un milagro de meditación, de lirismo y de forma. Para que Quevedo fuera un modelo para mirar a España tendríamos que comenzara mirarla desde la altura en la que él se puso. Quevedo supo trazar una frontera entre lo excelso y lo infame, y tuvo un sentido universal y no local del ridículo. Eso en España no lo hace nadie. Muchos escritores muestran una tendencia a hacerlo y la sociedad no lo permite.»

Quevedo es un fundador, dice Nieva. «Le debemos la belleza, el interés formal de su poesía. Nadie ha presentado mejor que él la melancolía. Tiene una elegancia de renuncias del que ha tenido mucho. Eso sólo se podía dar en un español del siglo XVII. En Antonio Machado quizá hay una imitación de Quevedo, porque Machado se presenta como el gran artista en zapatillas. Pero hoy en día no se puede ofrecer esa imagen. Ni te dejan.»

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