La lidia se extingue

El mundo en general ha tomado por sentado que todos los españoles sentimos una inclinación por una secuela del «Circo Romano», y así podría entenderse si tomamos en cuenta que entre otras cosas, las corridas de toros son todavía llamadas la «fiesta nacional» de España. Pero. curiosamente, aquellos que en España llaman a una corrida de toros la «fiesta» nacional son algunos escritores, periodistas especializados, y sobre todo, muchos representantes del estrato oficial del país. No el pueblo. No Paco, María. Lolita, Manolo, etcétera, sencillamente porque, desde hace muchos años han encontrado ot...

El mundo en general ha tomado por sentado que todos los españoles sentimos una inclinación por una secuela del «Circo Romano», y así podría entenderse si tomamos en cuenta que entre otras cosas, las corridas de toros son todavía llamadas la «fiesta nacional» de España. Pero. curiosamente, aquellos que en España llaman a una corrida de toros la «fiesta» nacional son algunos escritores, periodistas especializados, y sobre todo, muchos representantes del estrato oficial del país. No el pueblo. No Paco, María. Lolita, Manolo, etcétera, sencillamente porque, desde hace muchos años han encontrado otras cosas que los entretienen, otras aficiones (por cierto muy internacionales) y porque primordialmente han perdido todo interés en un héroe anticuado llamado el «matador». al cual posiblemente encuentran tan ridículo como aburrido, y cruel, cuando lo ven oficialmente promocionado en televisión a esas horas en que un partido de fútbol, un espectáculo musical o una película podrían ser el tipo de entretenimiento que les apetece.Esto no quiere decir que no haya aficionados a los toros en España, pero son tan pocos, tan pocos, que la «fiesta», habría desaparecido hace muchos años si se hubierzcontado con el público españo para hacerla sobrevivir. Esto es un hecho. Un hecho que aquellos qui crían toros en los ricos cortijos de la

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pobre Andalucía, conocen muy bien. También lo sabe el Gobierno, y por tanto han basado su admisión en este negocio -si a un crimen puede llamársele negocio- en la asistencia de los turistas a este lamentable espectáculo, fundamentalmente promocionado por agencias de viaje internacionales.