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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Vallecas

Vallecas es un astro que rueda entre escombreras, Vallecas es un cielo de pobres derribados, Vallecas, firmamento de arcángeles rasgados que buscan hojalatas para alumbrar el mundo.Vallecas es la cara tapada de la Luna, Vallecas, la otra cara donde Madrid no mira; desfigurada estrella de barrios y verbenas donde los perros saben que Dios no tiene arreglo. Vengo solo a Vallecas, vengo de madrugada, cuando la hostia del cielo se alza entre las chabolas, vengo a visitar niños que se han muerto hace mucho y a dejarme una mano sujetando una sábana.

Una sábana parda donde el viento golpea, una sábana blanca con un blanco más muerto: esa sábana inmensa donde el cielo se aturde con su golpe de mundos y su voz reiterada. Nadie seca la ropa que ha tendido en Vallecas la injusticia de¡ hombre y lo mal que va el mundo, nada seca la ropa fusilada y sangrienta, sino el alba de cobre y la hoguera del día.

Siempre sueño Vallecas, desde lejos, temprano, cuando Madrid corrompe la mirada de un niño, siempre sueño Vallecas, como tiempo del pobre, cuando el tiempo del oro se ha podrido en los bancos. Sé que aquí hay una patria. corta como un abrazo, sé que aquí hay una patria, larga como una estepa, y que cuando la fiesta negra del Madrid nuevo vaya tomando cadáver político, yo me vendré a Vallecas, autonomía de obreros, a trabajar despacio en un libro sin hojas. Quiero ser de Vallecas y lo tengo muy escrito.

Quiero ser de Vallecas, inmigrante en su huerto, quiero ser de Vallecas, emigrante de cócteles: quiero ser el que pasa cuando barren al alba las mujeres que reinan sólo sobre su escoba. No hay más que la pobreza y el madrugar temprano para salvarse, tíos, de la muerte y la gloria. Por donde pasa un pobre vuelve a crecer la hierba, aunque no crezca el oro ni el jazmín del alcalde.

Vengo mucho a Vallecas, vengo poco a Vallecas, vengo lo que Vallecas permite que venga, pero siento que sólo -continente de perros- en Vallecas los hombres beben con los amigos.

Cuando Madrid tenía en sus torres de ocaso una viva amenaza para mi alma de izquierdas, yo soñaba Vallecas como mi laberinto, una Creta de ruinas donde amar la basura. Y ahora que Madrid vende el ocaso y sus oros a la Banca del mundo en un bar de neutrones, yo me digo Entrevías. yo me digo Vallecas, Palomeras o el Pozo, la barriada del Huevo, o la Celsa y la China, como el Asia remota de unas tribus de niños que ya no aman al hombre.

Yo me digo Najarra, vengo a ver a los ciegos, vengo a ver cocineras que guisan la pobreza, y ese olor a familia que preside los tiempos. Yo no soy de Vallecas ni converso sus mulas, solo sé un cementerio donde mueren los coches y los cardos del barrio, comunistas o ateos, les instauran coronas de aspereza y pasado. No hay un barrio en el mundo, yo no he visto otro barrio, donde el sol del obrero espatarre tan ancho.

Porque en otras ciudades la pobreza es un manto, el trabajo es un orden que enceniza la vida, pero sólo este barrio del Madrid derrotado tiene un algo de Nápoles, de astillero y verbena. Hoy Sodoma y Gomorra se atenazan cachondas en los cines fragantes de la sucia Gran Vía, pero el sexo del pobre, la mujer del obrero, luce entre palanganas con desnudos de piedra.

Ah planeta difícil, la provincia sin mapa, ay Vallecas de viento, y tus valles pequeños, eres como una mano, con tus barrios tan claros, repartiendo monedas de hojalata y de oro. Eres un fuerte puño, apretada Vallecas, una levantado puño que a la noche madura, y a tu plaza venimos, emboscados y alegres, los adoptivos hijos, rotos y repatriados. Nada tienes que darnos, campamento de muertos, sino un poco decena o una viva cerveza, pero pienso en Vallecas, pensaré cada día, como en la roja patria que no tiene bandera.

Sé que sois un refugio, sé que sois una estrella, qué profunda chabola con la noche a la puerta. Qué profundo Vallecas, qué profunda Vallecas, esta estrella de pobres, este mapa de obreros.

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