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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

AIquileres y especulación del suelo

Según los colegios de agentes de la Propiedad Inmobiliaria, puede calcularse que desde la muerte de Franco el precio del suelo urbano ha subido especulativamente de nuestras poblaciones cerca del 100 %. Dentro de ese suelo urbano se encuentran los solares de las casas situadas en las zonas históricas del interior de las ciudades. Si, con cierto tipo de inadmisibles modificaciones legislativas, se les suprimiese a los inquilinos y comerciantes la prórroga legal de los contratos (básica institución jurídica que data de 1920, en tiempos de la Monarquía liberal de Alfonso XIII), como en algún momento se ha sugerido ahora, no hay la menor garantía de que las casas no fuesen derribadas, tras desalojarlas sin más, para obtener de inmediato las decenas o cientos de millones de pesetas que ya hoy pueden conseguirse por esos solares, y, de hecho, se vienen consiguiendo en algunos casos.El señuelo de que esas fincas se arreglarían, para empezar a percibir por ellas unas rentas moderadamente elevadas, en un régimen de «abundante y barata oferta de alquileres», es algo que no hay quien pueda creérselo. No se ha visto jamás que a alguien le toque una fortuna en la Lotería y renuncie voluntariamente a cobrarla en el acto y sin ninguna molestia, prefiriendo cobrarla en pequeñas entregas a lo largo de cincuenta años o los que fueren. Y esa lotería es la que supone encontrarse con una finca desalojada.

Puede darse por seguro que la «moderada mejora de rentabilidad» que se produciría en esas casas, con un cambio legislativo que implicase el derecho al desalojo, no sería otra que la lluvia de millones contantes y sonantes pagados por los solares, mientras que los inquilinos y comerciantes habrían sido puestos en la calle con sus familias y negocios, sin más ni más, perdiendo sus instalaciones y sin percibir una sola peseta de la fabulosa plusvalía del solar, no generada en absoluto por la actividad empresarial y productiva de los propietarios de los inmuebles, habiendo pagado, en cambio, los arrendatarios, durante largas décadas, una renta mayor o menor (pero segura, fija y no coyuntural para el propietario) y toda clase de impuestos, gastos y servicios.

Debe añadirse que si, sólo en Madrid, los inquilinos de viviendas pueden estimarse en prácticamemte un 50 % de la población, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de finales de 1977, los comerciantes en régimen de alquiler sobrepasan con mucho ese tanto por ciento: llegan al 64 % del total del comercio madrileño, como ha informado la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid, en un reciente estudio dado a conocer por la prensa el 24 de enero último.

Abogado

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