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Gran Bretaña no acepta la política comunitaria sobre la pesca

John Silkin, ministro británico de Agricultura, rompió anoche toda posibilidad de acuerdo pesquero comunitario al no aceptar las tesis del resto de los Estados miembros de la CEE y de la Comisión Europea, a propósito de los límites nacionales de pesca en el interior de las doscientas millas, ni tampoco el cupo que la Comisión Europea asignaba a los pescadores británicos. Se abre una nueva crisis en la «Europa verde». Sólo una decisión política al más alto nivel en el Consejo Europeo de jefes de Estado puede ser capaz de cambiar el rumbo.

Lo dramático para la construcción europea es que los británicos, a través de la pesca en este caso, dan prueba, una vez más, de la preponderancia de sus intereses nacionales por encima de los comunitarios.Es por oposición de Londres que esta primavera no habrá elecciones directas al Parlamento Europeo. Es también por oposición de Londres que hoy los nueve no logran estructurar su régimen interno en política pesquera.

Desde enero de 1977 la CEE aplica una zona comunitaria de aguas de pesca con extensión de doscientas millas. Ningún barco de un Estado no miembro del Mercado Común puede pescar en las aguas comunitarias, excepto si posee una licencia de pesca concedida por la CEE.

Desde enero de este año los nueve debían contar con un régimen interno, basado principalmente en el reparto de las reservas de pesca, ayuda al sector y protección de ciertas especies.

Vista la frágil situación de las reservas pesqueras (sobre todo de arenque) la comisión proponía un cupo global de capturas de 4.250.000 toneladas para 1978. En el reparto nacional las capturas supondrían una reducción, en relación con el año anterior, de menos del 30% de capturas para Holanda, menos del 16 % para Dinamarca, menos del 12% para Francia y menos del 0,5 % para Gran Bretaña.

Alegando problemas socioeconómicos reales en la zona pesquera de Escocia (de donde provienen casi la mitad del pescado comunitario), Silkin defendía una zona nacional de cincuenta millas, en vez.de las doce aceptadas por el resto, siempre en el interior de las doscientas millas CEE.

Según Finn Olav Gundelach, vicepresidente de la Comisión Europea, la crisis es grave. Peligra, sin más, la puesta en práctica de una política común de la pesca.

Si a nivel interior todo queda por hacer, a nivel de relaciones exteriores la CEE mantiene su soberanía. Gundelach añadió que «no será posible concluir ningún acuerdo definitivo con países terceros hasta que no haya un compromiso interno».

En consecuencia -y en contra del optimismo de algunos negociadores españoles-, los pesqueros españoles que accedan á la zona de doscientas millas de aguas comunitarias deberán continuar sujetos a licencias obligatorias y a control de capturas. En el mejor de los casos hay que esperar que la CEE continúe prorrogando mensualmente o trimestralmente las 202 licencias de pesca que unilateralmente, concede a España.

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