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La abstención preocupa a los partidos portugueses

Por cuarta vez desde el golpe de Estado del 25 de abril de 1974, los portugueses van hoy a las urnas para elegir sus representantes en los órganos de la Administración Local. El número de electores se calcula en seis millones, pero hay cierta coincidencia en afirmar que más de un 25 % de ellos dejarán de utilizar su derecho al voto. La inexistencia de propaganda electoral en la radio y en la televisión se refleja en las conversaciones de los lisboetas que denotan un cierto desinterés.

El número de periodistas acreditados en la Fundación Gulbenkian es considerablemente bajo en relación con anteriores elecciones, a pesar de que los resultados de estos comicios nos pueden dar de forma indirecta el grado de aceptación de estos meses de gestión del Gobierno que preside Mario Soares. La campaña electoral ha quedado reducida a los respectivos ámbitos territoriales y los dirigentes de los grandes partidos sólo han realizado comicios en las principales ciudades.Es precisamente el tema de la abstención uno de los que más preocupan a todos los partidos lusos. Un alto porcentaje de no participantes es considerado como una moción de censura al régimen democrático y por eso todas las agrupaciones están interesadas en que los ciudadanos acudan masivamente a las urnas. En todo caso, parece que el abstencionismo va a ser considerable. Según se cree, serán los socialistas y socialdemócratas los más perjudicados, pues se espera que los votantes comunistas y del Centro Democrático Social tengan una mayor disciplina.

En efecto, según expresan sondeos no oficiales, el resultado de estas elecciones municipales no cambiará radicalmente las tendencias electorales del país, pero registrará una subida de comunistas y «centristas», en detrimento de socialistas y socialdemócratas. Al mismo tiempo, se espera el fracaso de los partidarios de Otelo Saraiva de Carvalho, agrupados en la sigla «Movimiento de Unidad Popular», cuyos votos en las elecciones presidenciales volverán a los comunistas.

Durante la campaña electoral, la extrema derecha ha hecho aparición de nuevo, haciendo explotar bombas en la línea de ferrocarril que une Lisboa con Sintra y, más recientemente, dejando a la capital portuguesa sin agua, lo que ha provocado largas colas en las fuentes públicas. La situación continuará al menos hasta el lunes, pues los destrozos fueron cuantiosos. Precisamente esté último atentado, condenado por todos los partidos políticos, ha hecho reaccionar a las autoridades. El ministro de Administración Interna, Costa Bras, ha pronunciado un discurso por la televisión donde ha indicado que los terroristas serán castigados ejemplar y drásticamente, así como sus encubridores. El Estado democrático tiene que defenderse y las medidas ya adoptadas incluyen la participación de las policías civiles y militares y de las Fuerzas Armadas, señaló Costa Bras.

El ministro añadió que se ejercerá una acción dura y enérgica para impedir los actos terroristas y de sedición para combatir las intenciones de los terroristas de crear un clima de inseguridad en la población.

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