Cartas al director

El Opus y la política

El Opus Dei, por su finalidad estrictamente sobrenatural y apostólica, no monta crisis ni desmonta gobiernos. No actúa, insisto, en la esfera política, que le es ajena.Quienes actúan, si lo desean, son los socios del Opus Dei, porque no son ciudadanos de segunda, con menor derecho. Es importante, por eso, no atribuir a esas personas derechos superiores a los de los demás ciudadanos, cosa que ocurre cuando se les supone, por ejemplo, una representación del Opus Dei, que no tienen ni pueden tener. Hablar de fulano o de mengano como socio destacado, o como representante de una tendencia política ...

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El Opus Dei, por su finalidad estrictamente sobrenatural y apostólica, no monta crisis ni desmonta gobiernos. No actúa, insisto, en la esfera política, que le es ajena.Quienes actúan, si lo desean, son los socios del Opus Dei, porque no son ciudadanos de segunda, con menor derecho. Es importante, por eso, no atribuir a esas personas derechos superiores a los de los demás ciudadanos, cosa que ocurre cuando se les supone, por ejemplo, una representación del Opus Dei, que no tienen ni pueden tener. Hablar de fulano o de mengano como socio destacado, o como representante de una tendencia política del Opus Dei es, sencillamente, un error. Cada socio se representa políticamente a sí mismo y -si se diera el caso- al grupo político donde milite, en el uso político de su libertad.

La de los socios del Opus Dei es, precisamente, una actuación civil, laical, visceralmente no confesional, sujeta a los errores y aciertos propios de todo lo humano y sometida al elemental principio de que cada palo aguante su vela.

No tiene sentido especular con la presencia del presidente general del Opus Dei en Madrid. Aunque sus lectores no la conocieron, se difundió en su momento una nota que informaba del contenido -pastoral, espiritual- de su breve actividad en esta capital. La fecha estaba ligada a la del viaje que tuvo que hacer a Pamplona para presidir un acto académico en memoria de Mons. Escrivá de Balaguer, fijada ya hace varios meses. No hubo, pues, coincidencia significativa.

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Por último, me sorprende gratamente la leva de simpatizantes del Opus Dei en el nuevo Gobierno -a falta de socios, que no hay ni uno- hecha en el artículo citado. Pero me temo que se haya ido la mano a alguien. Ni me salen esas cuentas, ni me parece que pueda apoyarse, sobre un concepto tan ambiguo y difuso como el de la simpatía, tesis política tan rotunda como la que allí se defiende.

El Opus Dei no es sospechoso en el deseo de evitar confesionalismos. Tampoco puede serlo en el de solicitar un respeto para el uso de su nombre, de significado inequívoco

Director de la Oficina de Información del Opus Dei

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