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Seis mil personas en el homenaje a García Lorca

Por primera vez en cuarenta años, ayer se tributó, en Fuentevaqueros, un homenaje popular a Federico García Lorca. Unas 10.000 firmas suscribieron la adhesión, y asistieron, aproximadamente, 6.000 personas. Había sólo un permiso de media hora. Los organizadores quisieron que no durara ni un minuto más.

«Amigos, compañeros, son las cinco de la tarde ... ; dicen que para dar muerte a un poeta, muerte de verdad, hay que matarlo dos veces: una, con la muerte; otra, con el olvido. Por ello, porque creemos llegado el momento de reivindicar su memoria y la de los que cayeron en las mismas circunstancias, os convocamos para rendirles público homenaje en el mismo lugar en el que Federico naciera hoy hace setenta y ocho años..., este es el primer homenaje popular al poeta. Os pido un minuto de silencio, el último minuto de silencio en su memoria.»Con estas palabras, pronunciadas por el poeta José Ladrón de Guevara, en medio de un gran silencio, se abría ayer, en la plaza de Fuentevaqueros, el homenaje a Federico García Lorca. Unas 6.000 personas congregadas allí, las interrumpieron con gritos de Federico, Federico, reconciliación, amnistía y libertad. Estas dos últimas consignas iban también en los cientos de globos de colores que se soltaron a las cinco en punto.

Alguien decía que el acto, insólito en Granada en los últimos cuarenta años, era también un homenaje del pueblo granadino a sí mismo; de una provincia con grandes potencias y también grandes castraciones a sus propios valores. En cualquier caso, en la plaza de Fuentevaqueros había gente de muy distintos estratos sociales, como la hubo también, aunque en menor medida, en los actos que se vinieron celebrando durante toda, la semana y ayer por la mañana en el Hospital Real, en cuyo piso superior está instalada una representación de La Barraca, el teatro popular al que diera vida el propio Lorca, y cuyos supervivientes estuvieron también presentes.

Tras la presentación del acto, que, según lo autorizado, debía durar exactamente media hora, Ladrón de Guevara siguió: «Rafael Alberti no ha querido entrar en Granada todavía. Pero pronto lo tendremos con nosotros. Mientras, nos manda su voz.» Y Alberti (.. por todos los tejados, Federico ... por las fuentes perdidas, Federico ... por la tierra ... ) volvió a repetir un poema que expresa una especie de obsesión, presente en su poesía y en su pintura: Nunca fui a Granada... Después, vítores y gritos de ra, ra, ra, AIberti a Graná, y sí, sí, sí, Alberti a Madrid. Aurora Bautista y Nuria Espert, recordaron «la gran importancia de Federico dentro del teatro español, al que dotó de una gran fuerza popular y de una violencia que tanto nos ha servido» y recitaron poemas de Lorca: Nuria Espert, Arbolé, arbolé, y su compañera dos de los cantos A la muerte de Ignacio Sánchez Mejías.

Verbena

Fuentevaqueros tuvo, desde antes de las tres de la tarde, hora a la que empezaron a llegar los autocares que puso la comisión organizadora y, los numerosos coches particulares, un carácter de verbena popular, donde se vendían desde refrescos y bocadillos hasta globos, claveles y posters, y donde el público, comenzado el homenaje, pasaba de momentos de silencio a otros en que se ahogaba la voz del micrófono, como cuando habló Manuel Fernández de Montesinos, sobrino de Lorca: «Amigos, no es fácil dar las gracias cuando se desea darlas tan de veras; pero quiero, en nombre de la familia, expresar, aunque con pocas palabras, sí con muchos corazones, nuestro profundo agradecimiento a la comisión organizadora y a los que con tanto entusiasmo habéis acudido a él...»

«Reclamar justicia -dijo también Montesinos-. es una de las finalidades de este acto. La justicia para con Federico García Lorca se hace a diario y en todas las partes del mundo... perdonad, amigos, hay poco tiempo. Después de cuarenta años nos conceden media hora...»

Manuel Fernández de Montesinos terminó definiendo: «Si política es el proceso de administración de la cosa pública, con el consenso y la participación de todos, este acto es político, porque el asesinato de los ciudadanos es algo que atañe a toda la colectividad; pero si política son partidismos para ver quién se lleva el gato al agua, este acto no es político». Y recordó, que el propio Federico fue un hombre que no quiso participar en ningún partido concreto.

José Agustín Goytisolo, tres claveles rojos en la mano, leyó, s que una palabra, poema dedicado a Oriol Solé Sugranyes, evadido de la cárcel de Segovia y muerto en un tiroteo posterior.

Aplausos, silencio de nuevo, y un auténtico estruendo cuando sonaron estas palabras: «Recuerdo perfectamente que tus auténticas bodas de sangre se celebraron, se acribillaron, se consumaron en Víznar y no se pueden borrar». Blas de Otero, ante el micrófono seguía: «Vengo con un fusil, pero con un fusil de paz... Y el que no quiera oírme, que se vaya...» Para terminar, se leyó un comunicado de adhesión de Coordinación Democrática.

Eran las cinco y media en punto de la tarde. La orden de que el acto durara treinta minutos se había cumplido escrupulosamente.

Entre gritos de amnistía y libertad y el pueblo unido jamás será vencido la plaza fue desalojándose sin que hubiera el más mínimo incidente. La fuerza pública no tuvo que intervenir en ningun momento.

El servicio de orden interno corrió a cargo de 120 de los organizadores. Como anécdota, la de un sargento.de la Policía Armada, que en fechas anteriores se acercó a un grupo de personas que pegaban por la ciudad carteles de convocatoria al homenaje. Al decirle los organizadores que tenían permiso para hacerlo, contestó: «No, si sólo quería que me dieran unos carteles. Hacía mucho tiempo que Federico se merecía esto».

Un miembro de la Guardia Civil comentaría en Fuentevaqueros la satisfacción por no haber tenido que intervenir.

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