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Asombrosa España

La selección, insaciable y descarada en su estreno en el Mundial, mira ahora a una herida Alemania al tiempo que Luis Enrique advierte de que el elogio debilita

Los jugadores de España forman antes del partido ante Costa Rica, el pasado miércoles.
Los jugadores de España forman antes del partido ante Costa Rica, el pasado miércoles.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)
Ramon Besa

Ninguna victoria ha tenido seguramente más repercusión hasta ahora en la Copa del Mundo que la de España, protagonista del partido perfecto ante Costa Rica. Incluso un rival habitualmente competitivo se convirtió en un espectador del despliegue de la Roja. El ejercicio de precisión no admitió objeciones, sino que mereció muchos elogios y obligó a indagar en los secretos de un equipo de autor que se expresó de forma coral y solidaria, hasta el punto de que solamente Ferran Torres repitió como goleador en el 7-0.

No fue una victoria por aplastamiento o dimisión de Costa Rica. La cadencia de los goles y la armonía del juego culminaron un partido perfecto por bien pensado y mejor ejecutado después de las dudas generadas por la incertidumbre de la alineación y el intervencionismo de Luis Enrique. La actualidad del equipo se había concentrado tanto en el técnico y su carácter absorbente, que por un momento se pensó que el seleccionador decidía desde el color de las medias del equipo hasta la nutrición de los españoles, sobre todo respecto al consumo de huevos, con sus recomendaciones como el streamer Luis Enrique.

Había el riesgo de que un personalismo excesivo provocara un distanciamiento de la selección si no mediaba una identidad futbolística en la cancha de Qatar. La respuesta resultó inequívoca porque España jugó como una unidad, con más sentido de equipo que nunca, todos a una, indesmayable en el esfuerzo colectivo y alejada de cualquier individualidad, interiorizada la idea de Luis Enrique. El marcador dejó en evidencia a cuantos sospechaban de su debilidad en las áreas por la falta de centrales de garantías y de un ariete goleador: Morata, suplente, salió para poner el punto final al partido en el minuto 92.

España no recibió ningún disparo en contra y marcó siete goles, actuó de forma compacta, la pelota circuló de forma rápida y el ataque fue continuo para desespero de Costa Rica. El equipo fue tan insaciable y descarado a fin de cuentas como Luis Enrique, sin que a ningún aficionado le sentara mal con independencia de su relación con Lucho. Ni el seleccionador ni ninguno de sus futbolistas figuran curiosamente en las listas de los nominados a los mejores premios y, sin embargo, proceden con la grandeza de los campeones que ponen el título en juego en cada partido, amistoso o del Mundial. Jugadores y técnico se avalan a sí mismos como si fueran indivisibles hasta el final de la Copa.

Asensio, por ejemplo, parece mejor jugador en la selección que en el Madrid, de la misma manera que la importancia de Pedri y Gavi como interiores españoles es superior al impacto que tienen habitualmente en un Barcelona más dependiente de extremos como Dembélé. Todos los internacionales convocados parecen haber interiorizado la idea futbolística de Luis Enrique. El esfuerzo es innegociable y está prohibido especular, una razón suficiente para no hacer cábalas apresuradas tampoco sobre sus opciones antes de enfrentar a rivales de la entereza de Alemania.

A los alemanes les faltó la efectividad de los españoles para evitar la derrota con los japoneses y, por tanto, el duelo del próximo domingo se presenta como uno de los más excitantes de la Copa. La selección de Flick pudo rematar el encuentro después del penalti transformado por Gündogan. Las ocasiones se sucedieron en el área de Japón antes del 1-2, sin que ningún atacante acertara a embocar el balón, de manera que se consumó un marcador tan sorprendente e igual como el de Argentina ante Arabia Saudí: 1-2.

La personalidad de la selección

El resultado recrudeció el debate abierto en Alemania sobre la falta de un artillero en una selección acostumbrada a ganar campeonatos con goleadores como Gerd Müller. Una situación parecida a la que afrontaba España antes del 7-0. La mirada sobre la Roja habrá cambiado después del impacto de su triunfo ante Costa Rica. El propio Luis Enrique ya ha advertido de que el elogio debilita después de constatar que la crítica le motiva igual que el desafío, convencido en cualquier caso de que se ve capaz de llegar hasta el fin del mundo con sus futbolistas cuando no ha renovado siquiera un contrato que acaba en Qatar.

También ha anunciado el seleccionador que ante los alemanes no repetirá la formación dispuesta contra Costa Rica. Una manera de mantener en vilo al grupo de internacionales, hacerles a todos partícipes del momento y disponer un plan específico para cada adversario sin que cambie la personalidad de España. Ninguna de las decisiones que tomó Luis Enrique ante Costa Rica pareció caprichosa, y menos la de apostar por Nico Williams —”es un avión”, comentó el técnico a uno de sus ayudantes— antes que apostar por ejemplo por Ansu Fati.

A Luis Enrique le gusta jugar con sus futbolistas, con los periodistas y con los aficionados, acostumbrado a vivir en tensión más que en conflicto, confiado como está en una selección joven y ambiciosa que asombró en su presentación con un juego moderno y reivindicativo ante Costa Rica.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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