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Eurocopa - octavos - jornada 1
Países Bajos
Países Bajos
0 2
Finalizado
R. Checa
R. Checa
Tomas Holes 68'Schick 79'

El engaño de Países Bajos

La República Checa se enfrentará a Dinamarca en los cuartos de final después de derrotar a la acomplejada y espantada selección de De Boer

Ramon Besa
Schick hace el remate que vale el segundo gol de la República Checa.
Schick hace el remate que vale el segundo gol de la República Checa.Tibor Illyes / POOL (EFE)

A Países Bajos le dio un ataque de pánico y se fue por la gatera después de una inmaculada fase previa en la Eurocopa. Acostumbrada a jugar con el viento a favor, se venció a la que se encontró con la primera adversidad, una discutible expulsión de De Ligt, el mejor de sus jugadores en el duelo contra la saludable República Checa, que acude feliz al encuentro de cuartos con Dinamarca. Al equipo oranje le faltó carácter para el remonte y también futbolistas y entrenador para ganar en igualdad de condiciones a un rival tan serio como solvente en sus duelos en la Eurocopa. Los checos ya salieron vencedores en el torneo de 2004 y dejaron a Países Bajos sin la fase final en 2016.

NDLPaíses Bajos
Países Bajos
0
Stekelenburg, Matthijs de Ligt, Daley Blind (Jurrien Maduro, min. 80), de Vrij, Denzel Dumfries, Frenkie De Jong, van Aanholt (Berghuis, min. 80), Marten de Roon (Wouter Weghorst, min. 73), Depay, Malen (Promes, min. 57) y Wijnaldum
RCH R. Checa
2
R. Checa
Vaclik, Celustka, Tomas Kalas, Coufal, Kaderabek, Lukas Masopust (Jankto, min. 79), Antonin Barak (Michal Sadilek, min. 92), Tomas Soucek, Petr Sevcik (Adam Hlozek, min. 85), Tomas Holes (Alex Kral, min. 85) y Schick (Michal Krmencik, min. 92)
Goles 0-1 min. 68: Tomas Holes. 0-2 min. 79: Schick.
Árbitro Sergey Karasev
Tarjetas amarillas Denzel Dumfries (min. 45), Coufal (min. 56) y Frenkie De Jong (min. 84)
Tarjetas rojas Matthijs de Ligt (min. 54)

La República Checa supo jugar muy bien con la ingenuidad y los nervios de Países Bajos. El trabajo táctico de Jaroslav Silhavy fue tan impecable como desesperante resultó el de Frank de Boer. No respondieron los holandeses ni al encanto con el que se presentaron en el Puskas Arena ni a la jerarquía que se les suponía por su currículo, demasiado débiles mental y futbolísticamente, acobardados ante el fútbol tan robusto como científico de la República Checa.

Familiarizada y más que resignada con el 3-5-2, en la selección holandesa se debatía sobre los jugadores elegidos para cada partido, especialmente en el acompañante de Depay, el delantero que simboliza el poder ofensivo de Países Bajos, la selección más goleadora de la fase inicial de la Eurocopa (8). A falta de los extremos que permitían mantener el 4-3-3, se imponía optimizar el juego absorbente de Depay y habilitar las llegadas de una segunda línea potente con De Jong y Wijnaldum. Aunque Veghorst funcionó bien en el inicio, la actuación de Malen contra Macedonia del Norte avaló su titularidad en el choque de octavos ante la República Checa. La mezcla no funcionó en Budapest y el técnico quitó a Malen después de la expulsión de De Ligt cuando el más señalado por su incomparecencia era Memphis.

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No es un detalle cualquiera en un equipo siempre tan sofisticado como es el que hoy dirige De Boer. Menos presiones sufre Silhavy. Los checos son una selección muy física y solidaria, también técnica, personalizada en el esforzado y completo Soucek, que acaba siempre en el ariete Schick, el gladiador del Bayer Leverkusen que marcó los tres goles en la fase de clasificación, dos contra Escocia y que repitió contra Países Bajos. La ausencia por lesión del capitán Darida y la sanción de Boril exigían una respuesta todavía más colectiva para mantener la competitividad advertida en partidos complicados como el de Inglaterra, que salió vencedora por un solo gol de Sterling. Los checos intentaron tejer la jugada, agrupados alrededor del balón, dispuestos a enfriar el partido para evitar el juego veloz de Países Bajos.

Dumfries corría sin parar por los dos costados, De Jong rompía líneas y la pareja Malen-Memphis acostumbraba a atacar los espacios, poderosos físicamente y virtuosos también con la pelota, animados por la hinchada oranje presente en el Puskas Arena. Había sido un equipo alegre, divertido y bonito de ver por su aceleración, paciente en la concepción de la jugada y vertical cuando enfocaba la portería de Vaclick, hasta que se topó con la República Checa. Tanta velocidad acabó por confundir a los muchachos de De Boer. La precipitación se imponía a la pausa y el cuero acababa en el banderín de córner para suerte de los checos, bien parados en su área y escurridizos por los flancos, el punto débil de Países Bajos. A Van Aanholt más que a nadie le costaba tapar el lateral izquierdo y las mejores ocasiones del encuentro empezaron a caer ante Stekelenburg.

La ocasión de Malen

Atacaron cada vez mejor los checos y replegaban suficientemente bien para evitar las transiciones de un contrario que quedó reducido a Dumfries y sobre todo a la jerarquía de De Ligt. El central no solo evitó con su escorzo un gol cantado de Barak, sino que tuvo más presencia en el área de Vlaclik que Depay y Malen. La línea de presión checa partió en dos a Países Bajos. El equipo de De Boer no sabía cómo entrar en la cancha contraria y empezó a cruzar el balón de área a área, omitió a los centrocampistas y aisló a Malen-Memhpis. No entraba en juego Wijnaldum y no se sabía qué papel jugaba De Roon. Únicamente Malen supo romper el bloqueo con un autopase que le dejó mano a mano frente a Vaclick. El portero, sin embargo, le rebanó la pelota a Malen y anunció la caída de Países Bajos.

La jugada no alteró por contra el control del equipo checo, más compactado y también más atlético y mejor trabajado y sincronizado. Nada que ver con el holandés, cuyas cuitas quedaron expresadas en el diálogo de sordos que sostuvieron Memphis y De Boer. El anunciado derrumbe llegó después de que De Ligt derribara a Schick y el árbitro le enseñara la tarjeta roja al zaguero después de consultar al VAR. La expulsión confundió al entrenador, que sustituyó sorprendentemente a Malen por Promes, y desquició al equipo, que acabó por conceder el gol en una jugada a balón parado muy mal defendida: los diez futbolistas holandeses contemplaron acobardados, todos debajo del larguero, cómo Barak templaba el cuero al segundo palo, cabeceaba Kalas al poste contrario y remachaba con la testa Holes.

El gol ya pudo haber llegado mucho antes, sobre todo en una ocasión de Kaderabek, porque los checos gobernaban sin oposición el duelo por dimisión de Países Bajos. La mano de De Boer no alteró para nada el paisaje. El segundo gol cayó después de que Holes robara la pelota y habilitara al certero Schick. Acomplejada, la oranje quedó paralizada sin De Ligt.

La estampa sorprendió a la hinchada y a la crítica ante el alborozo de la República Checa. Aunque se sabía que difícilmente opositaría al título por su indefinición, falta de liderazgo y madurez, la oranje se había ganado en la fase de grupos el respeto y el cartel de favorita en Hungría. El pronóstico falló estrepitosamente y el resultado demostró que De Boer y sus chicos tuvieron engañada por unos días a la Eurocopa.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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