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La montaña rusa de un nuevo Fernando Alonso

Los cambios en Alpine, un accidente de bicicleta y una absurda avería han condicionado el inicio de curso del asturiano

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso pilota su Alpine durante los primeros entrenamientos en el circuito de Portimão.
Fernando Alonso pilota su Alpine durante los primeros entrenamientos en el circuito de Portimão.GABRIEL BOUYS (AFP)

Nueve meses han pasado desde que Fernando Alonso confirmó su regreso a la Fórmula 1 tras haberse pasado dos temporadas fuera del certamen que le convirtió en uno de los deportistas españoles más relevantes de la historia. Su reaparición en el gran circo a los 39 años se vendió a lo grande, tanto desde el propio campeonato como desde Renault, el equipo que le convenció para volver y con quien en su día (2005 y 2006) conquistó los dos títulos que figuran en su hoja de servicios. Sin embargo, el arranque de campeonato que ha protagonizado no ha causado el impacto calculado por ninguna de las partes, hasta el extremo de quedar camuflado como uno más entre el pelotón. Tras las dos primeras paradas del calendario, Alonso acumula un solo punto, que, además, se llevó como consecuencia de la penalización que los comisarios impusieron a Raikkonen en Imola, hace 10 días. Un bagaje pobre que ha motivado al asturiano a mostrar una faceta poco habitual en él.

“La falta de experiencia no puede servir de excusa para justificar que no lo hiciera bien. Tengo que mejorar y estar más preparado la próxima vez”, resumió Alonso tras cruzar la meta el undécimo, a más de un minuto del ganador (Verstappen), en una carrera que fue casi una odisea; con lluvia e interrupciones provocadas por tremendos accidentes como el de Valtteri Bottas y George Russell. Ese gran premio es la metáfora perfecta de la montaña rusa en la que ha estado metido el bicampeón del mundo desde el verano pasado.

Renault ahora se llama Alpine, y además del nombre también ha cambiado de ejecutivos y de estructura de negocio. Pero hay más. A seis semanas del comienzo del campeonato, Alonso fue arrollado por un coche mientras se entrenaba en bicicleta por los alrededores de Lugano. El accidente precisó de una operación en la cara que le hizo llegar por los pelos a los ensayos de pretemporada, que, además, quedaron comprimidos a solo un día y medio por piloto como consecuencia de las restricciones por la covid. En el primer gran premio del curso (Bahréin), un envoltorio de un sándwich que obstruyó un conducto de freno le obligó a abandonar antes del ecuador de la prueba. En Imola cruzó la meta el undécimo antes de que la sanción a Raikkonen le recolocara el décimo. Este fin de semana, en Portimão (la carrera, este domingo a las 16.00; Movistar F1 y DAZN), Alonso y Alpine encaran la tercera oportunidad para dar sentido al proyecto que comparten y con el que esperan comenzar a escalar posiciones en la tabla.

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En su estreno en el trazado portugués, el ovetense terminó con el quinto mejor registro, a solo tres décimas del más rápido (Lewis Hamilton). “Es la vez que más cómodo me he sentido dentro del coche. Pronto me hice a la puesta a punto, de modo que me concentré en acostumbrarme al circuito”, dijo al bajarse del A521.

En 2020, Renault terminó en la quinta plaza de la clasificación reservada a los constructores tras jugarse el tercer puesto con McLaren (tercero) y Racing Point (cuarto) hasta la última cita. Ahora, Alpine figura el séptimo, con solo tres puntos, a un mundo (38 puntos) del tercero (McLaren).

La situación preocupa a Davide Brivio, director deportivo de la escudería francesa, reclutado por Luca de Meo, el mandamás de Renault, después de que el primero capitaneara la reconquista del título de MotoGP por parte de Suzuki (2020) y de la mano de Joan Mir, dos décadas después (Kenny Roberts Júnior, en 2000). Brivio pide paciencia para que todas las piezas del engranaje encajen, incluida la inyección de experiencia que aportará la incorporación más relevante que se ha hecho. “A Fernando hay que darle tiempo. No es fácil volver a la F1 tras haber estado fuera dos años. Necesitará unas carreras antes de poder estar al 100%”, cuenta el ejecutivo a EL PAÍS.

El exdirigente de Suzuki siempre fue un apasionado del automovilismo, aunque nunca antes había tenido la oportunidad de intercambiar una palabra con Alonso. De él destaca la motivación que le ha llevado a volver a desafiarse y a ponerse a prueba en la F-1, cuando no tenía ninguna necesidad de hacerlo. “El simple hecho de aceptar este reto ya explica de por sí la motivación que tiene. Si solo se quisiera divertir, correría en resistencia, el Dakar o en cualquier otro lado”, añade Brivio, que no esconde la admiración que le provocó el mea culpa entonado por su piloto en Imola. “Los grandes campeones son autocríticos, porque eso les lleva a mejorar. Lo que todavía es más destacable es que lo hiciera públicamente. Sin duda que eso el equipo lo apreció mucho porque nadie se lo pidió”, remacha el italiano.


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