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Paula Badosa: “Me trataron como a una delincuente”

La española, que dio positivo por coronavirus, relata sus 21 días de encierro antes del Open de Australia

Paula Badosa, durante un partido en el torneo de Abu Dabi a mediados de enero.
Alejandro Ciriza

”No te voy a engañar: hoy estoy un poquito muerta, la verdad...”.

Después de tres semanas encerrada entre cuatro paredes, la española Paula Badosa (Nueva York, 23 años) descuelga el teléfono desde Melbourne y relata el desagradable episodio que vive desde que aterrizó allí. Ella era una de las 72 tenistas que viajaban en uno de los tres vuelos contaminados que fletó la organización del Open de Australia y a los siete días de llegar al país, al igual que su preparador, Javier Martí, dio positivo en el test del covid. Lo que iba a ser una cuarentena de rigor, con la posibilidad de salir cinco horas diarias para poder entrenarse, se convirtió en una más estricta, sin opción alguna de pisar el exterior; después vino la sintomatología, y en consecuencia el traslado a un hotel medicalizado. En total, 21 días. Y el jueves, por fin, las autoridades le dieron luz verde y lo primero que hizo fue dirigirse a Melbourne Park para pelotear de madrugada, pese a la paliza y el susto en el cuerpo.

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”Fuimos a esas horas por la euforia, porque necesitábamos respirar y sentirnos libres otra vez. Eso sí, la sensación fue muy extraña porque estaba medio mareada”, cuenta sobre unos días que, para bien y para mal, nunca olvidará. Badosa no cuestiona el fondo, pero sí las formas. Dice que entiende la rigidez del protocolo australiano, pero que de alguna forma la organización del Grand Slam no les contó toda la película antes de viajar. “Ha sido una pesadilla. Me han tratado como si fuera una delincuente: me trasladaron de un hotel a otro escoltada por policías, una carta de detención… Ayer, cuando salimos, un juez penal… Yo me decía: ‘a ver, que he venido aquí para jugar al tenis’, y sentía mucha presión. He echado en falta un poco más de empatía. Sé que tengo un virus que es peligroso, pero estoy encerrada y siguiendo las normas”, continúa.

“Tenía a dos policías en la puerta y tenía prohibido abrirla; no tenía una ventana para poder respirar un poquito; con los doctores ha faltado mucha comunicación… Al final, estaba en manos del Gobierno y todo ha sido muy complicado”, lamenta la tenista (67ª del mundo) en un discurso que pone de relieve el riguroso procedimiento de Australia y que, a la vez, explica el éxito del país oceánico en la contención del coronavirus.

Lo entiende la deportista, pero lamenta que durante el encierro no dispusiera de medios mínimos para ejercitarse: “Ni material, ni una bici estática… Hacía lo que podía: abdominales, flexiones, pesas con botellas. Todo muy casero. ¿Cómo voy a competir contra las que han estado entrenándose a diario, dos o tres horas desde hace dos semanas? Empezaré a competir con cuatro o cinco entrenamientos. Es surrealista. En estas tres semanas que he perdido, tu cuerpo pierde muchísimo”.

Habla Badosa de agravios. De que unos pudieron disponer de esos medios y otros no: “Hay unos que han podido prepararse y pensar en el tenis, y otros estamos a otra cosa completamente diferente, pensando en no lesionarnos más que en otra historia. No les ataco, pero es así”. También, de que tal vez no debería haberse celebrado ahora el Open (empieza el lunes) pese a que los jugadores y la organización vayan a hacer caja y el sistema siga facturando: “¿Que el esfuerzo es muy grande y lo agradecemos? Sí, pero la realidad es que ellos ganan mucho más de lo que cualquiera de nosotros puede obtener aquí. Estaba claro que algún positivo iba a haber, y deberían haber planteado mejores condiciones para atender los casos. Esa es mi queja. Nosotros vamos donde nos lleven, pero que se haga bien”, expone.

VÍDEO: Badosa, durante su conversación con EL PAÍS desde Melbourne. / EPV
VÍDEO: Badosa, durante su conversación con EL PAÍS desde Melbourne. / EPV

La 67ª del mundo —citada en la primera ronda con Liudmila Samsonova— insiste en el peaje físico, e igualmente en el mental. “En general, he aguantado bastante bien, pero he pasado por muchas emociones y he vivido muchos momentos de ansiedad, porque además soy muy ansiosa y muy activa. Ha sido un shock. Normalmente, cuando estás así te vas a dar un paseo, pero en mi caso no podía, era horrible. Lo único que podía hacer para relajarme era darme una ducha fría o escuchar música”.

Confía, en cualquier caso, en que estos 21 días de adversidad le sirvan de estímulo y le hagan más fuerte sobre la pista. Tras ganar el Roland Garros júnior en 2015 y atravesar luego por una etapa complicada en la que le inflaron la cabeza a base de pájaros —la comparaban con la rusa Maria Sharapova y expresó en este periódico que sufrió una depresión—, el curso pasado dio un volantazo y su carrera empezó a coger vuelo. Alcanzó los octavos de París y se había marcado este 2021 como un punto de inflexión.

“Está claro que esto te frena un poco, pero ojalá me aguante el físico. Los objetivos siguen ahí. Había hecho una pretemporada larga y cambios físicos, y me sentía con opciones de hacer cosas”, dice a través de la videoconferencia cuando el reloj ya anuncia la noche en Melbourne.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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