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La violencia frena al fútbol francés

La Ligue 1 suspende el Marsella-Rennes tras un ataque ultra a los jugadores locales

Captura de vídeo del instante en el que los ultras del Marsella asaltan con bengalas el centro de entrenamiento del equipo francés. RMC Sport
Captura de vídeo del instante en el que los ultras del Marsella asaltan con bengalas el centro de entrenamiento del equipo francés. RMC Sport
Diego Torres

El director general de la Liga francesa, Arnaud Rouger, decidió suspender el partido que debían disputar el Olympique de Marsella y el Rennes, previsto para las 21.00 de este sábado, después de que unos 200 hinchas atacaran el centro de entrenamiento del equipo marsellés y agredieran a algunos jugadores, entre ellos el español Álvaro González Soberón. “Por primera vez en la historia de nuestro fútbol profesional nos hemos debido plantear la suspensión de un partido debido a hechos de violencia en un centro de entrenamiento”, dijo Rouger en L’Equipe. “Esto es dramático. La seguridad de los campos de entrenamiento no es competencia de la Liga, pero hemos pagado las consecuencias”.

Si el Covid-19 amenaza con lisiar durante años a la industria del fútbol, en Francia se localiza el epicentro del desastre. La crisis económica y deportiva que atraviesa la liga francesa tras la declaración de la pandemia y los chascos derivados de la comercialización de los derechos de televisión a Mediapro han golpeado con especial fuerza al Marsella. El único club francés que posee una Copa de Europa cuenta con los aficionados más belicosos. Antaño una ventaja comercial, el fanatismo futbolero ahora repugna a los dirigentes. El más enfático es Jacques-Henri Eyraud, que en una conferencia celebrada el pasado verano llegó a proponer que los goles anotados desde 30 metros valieran dos puntos.

Nacido en París en 1968, licenciado en Ciencias Políticas y máster en administración de empresas por Harvard, inició su carrera en Eurodisney antes de consolidarse como tecnócrata ejemplar. No existe un arquetipo en contradicción más palpable con la hinchada pasional del puerto mediterráneo más bullicioso de Francia. Los seguidores llevan meses enfrentados a Eyraud, que se muestra cada día más desafiante. En su último discurso llegó a proclamar que al club le sobraban ciertos hinchas.

Este sábado por la tarde una horda de ultras armados de decenas de bengalas irrumpieron en el centro de entrenamientos de La Commanderie. Gritaban a coro: “¡Eyraud dimisión!”. Destruyeron muebles y provocaron un incendio en un escenario que pronto evocó el de una batalla. Algunos de los jugadores del equipo fueron agredidos antes de que la policía detuviera a más de 20 personas. La cadena SER informó de que el español Álvaro González fue atacado y robado cuando intentaba calmar los ánimos de los invasores. Álvaro ha sido una de las voces que más se han dejado oír en la crisis. Tras la derrota ante el colista, el Nimes, hace dos semanas, el cántabro declaró que el equipo había jugado “como la mierda”.

Eyraud lamentó los sucesos: “Hay trescientos empleados del club en estado de shock porque lo que hemos visto da mucho miedo. Nadie esperaba esta horda salvaje. Creo que evitamos lo peor. Pudo producirse un drama. Los que se han manifestado en La Commanderie no son verdaderos hinchas; son destructores, son delincuentes, gente que no representa nada”. El capitán, Steve Mandanda, se unió a su presidente: “Hace 13 años que juego en el OM y sé todo de este club. Sé del amor y la frustración que pueden producir los resultados. Pero los hechos de hoy son inaceptables. Una crisis deportiva jamás puede justificar esta exhibición de violencia”.

“Año cero”

El Olympique marcha séptimo en la clasificación de la liga, a 13 puntos de los puestos de Champions, que ocupan el PSG y el Lyón. Su paso por la Champions, en donde coincidió en el Grupo C con el Manchester City, el Oporto y el Olympiacos, concluyó en el último puesto de la tabla con una victoria y cinco derrotas. Las alocuciones del presidente, que gusta de meterse en el vestuario a lanzar filípicas a sus jugadores, no han servido de estimulante. El equipo sufre una espiral de deterioro en su juego que ha llevado al entrenador, el portugués André Vilas-Boas, a declarar este viernes que no cree que renueve su contrato, que vence en junio, después de dos meses de conflictos constantes y de discusiones inflamadas con los futbolistas y con Eyraud. “El año que viene”, dijo el técnico; “será el año cero. Habrá una limpieza total”.

Las manifestaciones de aficionados contra Eyraud y los jugadores se suceden desde noviembre. Proliferan las pancartas en la ciudad y en sus vías de acceso. “Eyraud, vuelve a la capital”, reza la más gentil. “Vous êtes dégueulasses”, ponía otra. “Nos das asco”.

Las acciones coordinadas de fanáticos comenzaron el 28 de noviembre, cuando una turba de seguidores bloqueó al autobús del equipo al salir de La Commanderie camino del estadio para enfrentar al Nantes. Llovieron insultos sobre jugadores como Payet, que se bajó del vehículo para dar explicaciones a los agitadores. Según L’Equipe, el martes pasado los grupos más radicales, entre los que se cuentan los Fanatics y la Vieille Garde, resolvieron manifestarse este sábado, otra vez, ante La Commanderie. Desde entonces se multiplicaron los incidentes aislados. Este viernes, un hombre armado de una palanca de acero del tipo pie de cabra, se bajó de su coche frente a la ciudad deportiva y amenazó a los guardias. Fue el prólogo del incendio. La suspensión de un partido por la violencia ultra revela una situación insostenible que repercute en todo el fútbol francés.



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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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