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Abel Ferreira, el entrenador que busca ganar la Copa Libertadores con la bandera de Portugal

El Palmeiras vuelve a la final del torneo sudamericano después de 20 años y se enfrentará al Santos. Por segunda vez consecutiva, la competición continental la puede ganar un entrenador portugués

Abel Ferreira, entrenador del Palmeiras, durante un partido de la liga brasileña el pasado 19 de diciembre en Porto Alegre.
Abel Ferreira, entrenador del Palmeiras, durante un partido de la liga brasileña el pasado 19 de diciembre en Porto Alegre.Getty Images

Cuando el Palmeiras salte al campo para enfrentarse al Santos el próximo sábado en el Maracaná para disputar la final de la Copa Libertadores, al otro lado del Atlántico habrá un país que volverá a estar pendiente del título más codiciado de América. Por segunda edición consecutiva, el torneo puede ganarlo un entrenador portugués. En menos de cuatro meses al frente del Palmeiras, Abel Ferreira ha superado incluso los números de su compatriota Jorge Jesus, campeón continental con el Flamengo en 2019.

“No me gusta hacer comparaciones. Creo que lo mejor de mí está por llegar”, destacó el entrenador, que rechazó los paralelismos con la trayectoria de Jesus en Brasil. “No vivo del trabajo de los demás. Mi preocupación es mirar hacia adentro, corregir mis errores. Con mis virtudes y defectos, solo pienso en dar lo mejor de mí para ayudar al Palmeiras y a los jugadores”. Su discurso motivador, que parece importado del coaching, tuvo un efecto inmediato y encantó a la plantilla, a la directiva y a los aficionados. En sus primeros 20 partidos al frente del equipo albiverde, sus resultados fueron mejores que los del exentrenador del Flamengo.

Asumió el equipo cuando ya se había clasificado para los octavos de final de la Libertadores, una herencia de Vanderlei Luxemburgo, que fue destituido tras una secuencia de malos partidos —a pesar de haber ganado el Campeonato Paulista y de haber realizado la mejor campaña en la fase de grupos del torneo continental—. Con Ferreira, el Palmeiras, que había invirtió mucho en jugadores como Luiz Adriano, Gustavo Gómez, Matías Viña, Felipe Melo y el pichichi Rony, finalmente convenció. Pasó con autoridad por Delfín y Libertad hasta encontrar al River Plate en la semifinal.

Con una alineación en el mediocampo repleta de jóvenes, como Danilo (19 años), Gabriel Menino (20 años) y Patrick de Paula (21 años), anuló las principales fortalezas del equipo de Marcelo Gallardo y se impuso con un arrollador 3-0 en el partido de ida en Argentina. Sin embargo, en el Allianz Parque al exaltado conjunto de Ferreira le dio una pájara y, gracias a las acertadas intervenciones del VAR, que anuló correctamente un gol y un penalti al River, el equipo respiró aliviado cuando el árbitro pitó el fin del partido con el resultado de 2-0 a favor de los brasileños. “Gallardo es mejor entrenador que yo, y sus jugadores tienen más experiencia que los nuestros. Pero la única manera de adquirir experiencia es viviendo situaciones como esta”, reconoció el portugués, que elogió a su colega y, a la vez, valoró su clasificación para la final de la Libertadores.

Superar a un River, que ha ganado dos copas continentales y ha llegado a cinco semifinales en los últimos seis años de la mano de Gallardo, dio aún más credibilidad al trabajo de Ferreira. En pocos meses, ha transformado al Palmeiras en un equipo tan competitivo como el Flamengo de Jesus, pero con marcadas diferencias de estilo. Mientras su compatriota hizo que los rojinegros cariocas practicaran el fútbol más vistoso del país, el entrenador del Palmeiras moldea a su equipo en función del rival, priorizando la organización defensiva y los contraataques a gran velocidad. Así venció al River y, por si fuera poco, también ha llegado a la final de la Copa de Brasil, cuyo rival será el Gremio. No es casualidad que el Palmeiras tenga la segunda mejor defensa del Campeonato Brasileño, una competición a la que Ferreira se resiste a renunciar, aunque los aficionados prefieran la Libertadores.

El éxito de Jorge Jesús, que volvió a Portugal en julio, ha abierto las puertas a otros entrenadores portugueses en Brasil. Además de Abel Ferreira, Jesualdo Ferreira fue contratado para dirigir al Santos y, posteriormente, Ricardo Sá Pinto aterrizó en Río de Janeiro para dirigir al Vasco. Sin embargo, ninguno de ellos estuvo cerca de conquistar el mayor título de América. Cada uno duró solo 15 partidos. Y, a diferencia de Jesus, no se les echó en falta en sus respectivos clubes. “Cuando empecé a jugar había muchos entrenadores brasileños en Portugal”, recordó Ferreira, un modesto ex lateral derecho, durante su presentación en el Palmeiras, quitándole peso a la escuela portuguesa en su formación. “Mi referencia en el fútbol es el conocimiento. Son los libros, la gente, los portugueses, los brasileños, todos los que he conocido en el pasado, porque soy el fruto de mis experiencias. Antes de venir, hablé con portugueses y brasileños para aprender sobre Brasil”.

Ferreira, que se adaptó rápidamente al loco calendario del fútbol brasileño, cayó en gracia a los aficionados del Palmeiras no solo por los resultados, sino por el perfil discreto y unificador. “Todos somos uno”, repite el técnico mientras predica la unión entre club, jugadores y afición. Le gusta sentir lo que él llama el “perfume del sudor” cada vez que su equipo vence con más transpiración que inspiración. “Para mí, trabajar aquí está siendo una experiencia muy enriquecedora. Estamos vivos en tres competiciones y vamos a intentar ganarlas una a una. Las finales se hicieron para ganar”, afirma. De vuelta a la final de la Libertadores después de 20 años, el Palmeiras puede darle el primer título como entrenador a Ferreira, que, a su vez tiene, la posibilidad de coronar la soberanía de los entrenadores portugueses en América.

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