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El curso agridulce del fútbol femenino español

El retraso en la firma del convenio y el abismo abierto entre el Barcelona y el resto lastran los intentos de despegue

Lorenzo Calonge
Las jugadoras del Barcelona celebran uno de los goles en la final de la Supercopa ante la Real.
Las jugadoras del Barcelona celebran uno de los goles en la final de la Supercopa ante la Real. INMA FLORES

A la vuelta del verano, tras el esperanzador Mundial, España se propuso subirse a la ola del fútbol femenino. Se habían dado pasos en los últimos tiempos y el escaparate de la cita celebrada en Francia, donde la selección accedió por primera vez a octavos, ofrecía la palanca perfecta para el empujón definitivo. Pero transcurridos unos meses, la sensación es que los problemas y las sombras han ganado más terreno del esperado.

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La foto que deja la primera Supercopa ilustra bien el momento. Un nuevo torneo en un estadio (el Helmántico de Salamanca) con una capacidad estimable (17.000), emitido por la televisión pública, con el ministro del ramo en el palco, la sala de prensa llena de medios, la juventud pidiendo fotos y autógrafos a las jugadoras... Sin embargo, dos nubes amenazan este escenario optimista. Por un lado, el convenio colectivo que nunca termina de firmarse y que tiene a sus actores enfangados en pleitos de despacho y retransmitiendo en directo su guerra, lo que motivó la protesta de las futbolistas al inicio de la final (30 segundos paradas sobre el césped). Y por el otro, la abismal diferencia deportiva abierta este curso entre el Barça y el resto.

Sin ganar la Liga desde la 2014/15, las azulgrana han cuadrado el círculo y se han convertido en una máquina perfecta de calidad individual, juego coral y voracidad. Solo han cedido dos empates y seis goles en contra por 68 a favor, el doble que el segundo clasificado, el Atlético. El 1-10 del pasado domingo a la Real Sociedad, vigente campeón de Copa y sexto en el campeonato doméstico, unido a sus habituales goleadas en el día a día no son el mejor gancho para un universo que reclama su sitio en la agenda deportiva. ¿Cómo es posible que en la final de un torneo, que debe ser reflejo del alto nivel, se produzca un resultado tan desproporcionado? La diferencia presupuestaria, esgrimida por muchos, es importante (el Barça tiene más del doble que su máximo rival, las rojiblancas), pero cuesta aceptar que eso por sí solo explique este abismo porque esa brecha siempre ha existido en el masculino y la pelota desmiente con frecuencia al dinero.

“El resto de clubes debería apostar como el Barça”, dice la estrella de la Real Sociedad, Nahikari García

“Lo que ocurrió en la Supercopa fue un cúmulo de cosas”, advierte Vero Boquete, 62 veces internacional con España y actual jugadora de Utah Royals. “Se enfrentaban el Barça, que está al más alto nivel, contra la Real, que en realidad es un equipo semiprofesional, por más que sus jugadoras se entrenen todos los días y se dediquen solo a esto. No es lo mismo. Tampoco el formato le ayudó. Con un once tan justo, disputar dos partidos en cuatro días lo pagó”, explica la gran referencia reciente del fútbol femenino en España, que reconoce que dejó de ver la final a la media hora. “Me daba rabia”, señala.

La estrella txuri urdin Nahikari García, impotente ante el rodillo culé en el Helmántico, ha tenido siempre una palabra en su discurso: crecer. Ahora y hace medio año, cuando, después de levantar la Copa con un gol suyo ante el Atlético, decidió quedarse en San Sebastián, pese a las ofertas que le llegaron, por el impulso que recibió el proyecto donostiarra. “Hay que dar un paso adelante, igualarnos. Ellos [el Barcelona] llevan muchos años fichando bien, teniendo paciencia y metiendo recursos. Ojalá el resto haga lo mismo y se replantee la situación. A las que más impotencia nos genera es a las jugadoras, pero no podemos hacer más”, comenta. La internacional admite con naturalidad que marcadores como este 1-10 o que la Liga esté resuelta con tanta antelación “no ayudan al atractivo de la competición”.

El Barcelona sufrió una experiencia parecida la pasada primavera, cuando el Lyon le despachó en apenas media hora en la final de la Champions (4-1). “Nos marchamos con la misma sensación que tendrá ahora la Real”, recordaba su entrenador, Lluís Cortés, protagonista principal de la explosión azulgrana. “Como no podíamos hacer una selección mundial, porque eso ya lo tiene el Lyon, decidimos dar un salto cualitativo. Entrenar más y mejor. Esto, junto con tres o cuatro fichajes [Hermoso es pichichi y Hansen, máxima asistente], ha sido clave”.

“Esta temporada no se está aprovechando el auge”, lamenta Vero Boquete

En el Atlético, ganador de las tres últimas Ligas aunque ahora más pendiente de conservar la segunda plaza que de asaltar a las culés, admiten con resignación “que lo único que les queda es competir sabiendo que ellas son mejores”; y apuntan a “la diferencia en los sueldos”.

La justificación financiera es recurrente en los despachos para explicar la hegemonía azulgrana. “Es que mueven un dinero brutal, yo ahí no veo mucha solución”, subraya Salvador Belda, presidente del Valencia, cuyo presupuesto se sitúa, según él y sin dar cifras concretas, entre el tercero y el quinto de España. Sobre este asunto, Lluís Cortés dejó una reflexión interesante en las tripas del Helmántico. “Los equipos que estamos dentro de una estructura más grande, como el Atlético, la Real, el Athletic o nosotros [de los 16 de Primera hay solo cuatro independientes], podemos hacer apuestas económicas más fuertes. Si comparamos la parte del femenino con el total del club, representamos una parte muy pequeña. Con poco dinero respecto al global es posible hacer un proyecto más ambicioso. A partir de aquí, cada uno escoge”, afirmó con el debate ya abierto. Es decir, la apuesta por el fútbol practicado por mujeres es una cuestión de voluntad.

Cada uno por su lado

“El producto está mejorando y cada uno tiene su ritmo. El Real Madrid meterá más dinero la temporada que viene [termina su absorción del Tacón] y seguro que provoca que el resto dé un saltito más”, pronostica Belda. El duopolio como locomotora. “Nosotros hemos avanzado de forma impensable hace cinco años. Antes había jugadoras que cobraban unos 800 euros y ahora algunas superan los 2.000”, apunta el directivo che.

Fuera del fragor del día a día, desde la distancia y con la experiencia de haber pasado por España, Suecia, Rusia, Alemania y Estados Unidos, Boquete añade un punto de relativismo. “Esto ya lo vivimos en otros países”, concede. “Había equipos más poderosos, con más compromiso, que se mostraban muy superiores hasta que el resto se fue acercando. En Francia, por ejemplo, era habitual que el Lyon [el conjunto más potente del mundo] venciera 9-1 cualquier día. Ahora esa diferencia ya ha bajado. En España estamos en el momento del despegue del Barcelona”, explica la futbolista gallega.

En lo que no es tan optimista es en los asuntos de despachos. “No se está aprovechando el auge. Se hacen cosas, pero sin el impacto buscado. Esta campaña está dejando una sensación agridulce. Podía haber sido la del despegue y parece que no esté contando”, lamenta. “La Federación, los clubes, las jugadoras… cada uno va por su lado. Cuando leí que el Deportivo iba a Valencia en autobús, y a la vuelta se ponía a entrenar… ¿Este es el nivel de profesionalismo? Hay cosas más importantes que un sueldo mínimo”, destaca.

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