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El Celta destituye a Óscar García Junyent tras renovarle el contrato hace cuatro meses

El club gallego, que solo ha ganado un partido esta temporada en LaLiga, negocia con Eduardo Coudet tras la negativa de Marcelino para hacerse cargo del equipo

Óscar García, el pasado viernes en el estadio Martínez Valero en el partido entre el Elche y el Celta.
Óscar García, el pasado viernes en el estadio Martínez Valero en el partido entre el Elche y el Celta.Ramón (EFE)

Un año después de su llegada, cuatro meses y medio después de firmar su renovación por dos temporadas más, el Celta prescindió de Óscar García Junyent, el cuarto entrenador que fulmina el club gallego desde que hace dos años inició un singular carrusel por el que pasaron el Turco Mohamed, Miguel Cardoso y Fran Escribá. Ahora, tras no lograr cerrar un vínculo con Marcelino García Toral, busca un acuerdo con el preparador argentino Eduardo Chacho Coudet, que cuando ejercía como centrocampista tuvo un efímero paso por el club a finales de 2002, apenas catorce partidos de celeste, sólo uno de ellos completo. Fue su única experiencia en Europa como jugador o como técnico, faceta en la que logró hacer campeón argentino a Racing de Avellaneda y descolla ahora al frente del Internacional de Porto Alegre, líder de la liga brasileña.

Óscar, el primer técnico destituido esta temporada en LaLiga, se va en medio de una marejada interna que acabó con la relegación de Hugo Mallo, el futbolista que más veces ha vestido la camiseta del Celta en la máxima categoría, un peso pesado del vestuario al que decidió retirarle la capitanía tras varios desencuentros. Con todo, el lateral gallego fue titular en el último partido contra el Elche, que acabó con un empate que mantiene al Celta fuera del descenso, en ese 17º puesto que firmó al final de las dos últimas campañas.

El club, que estuvo a punto de perder la categoría el pasado mes de julio tras cerrar el campeonato sin poder ganar ninguno de los últimos siete partidos, sólo ha podido vencer en uno de los nueve que ha disputado este curso. Fue ante el Valencia en Balaídos (2-1), en la 2ª jornada.

En Vigo, en la novena campaña consecutiva entre los grandes, quieren más. Lo anhelan desde que en 2017 el equipo llegó a las puertas de sendas finales tanto en la Copa como en la Liga Europa. Alavés y Manchester United, respectivamente, superaron en dos agónicas eliminatorias al equipo que adiestraba Toto Berizzo, que al final de temporada se marchó al Sevilla después de que el club descartase su renovación. Aquel episodio suscitó el desencanto de la mayoría de la grada, que despidió al argentino como un héroe y censuró a los directivos.

Entonces, el presidente Carlos Mouriño marcó tres pautas: “Queremos una identidad propia. Buscamos un perfil de equipo valiente. Crecemos año a año”. Y le dio el relevo a Juan Carlos Unzué y al staff que con Luis Enrique al frente había elevado el nivel del equipo en una campaña excelente que les dio la oportunidad de dirigir al Barça. Ese grupo de trabajo dejó huella en Vigo, y regresó sin el capitán asturiano, que se tomó un año sabático entre medias de su trienio en el club culé y la llegada a la selección. Completaron la temporada, pero no convencieron a los dirigentes, a los que ya no les bastó quedar 20 puntos sobre el descenso. “Me hubiese gustado continuar porque el segundo año siempre es más sencillo que el primero”, lamentó Unzué.

En ese momento todo empieza a descarrilar. Tanto Mohamed, un argentino con amplia experiencia mexicana (pero como Coudet, sin bagaje europeo), como el novel y doctoral luso Miguel Cardoso fueron dos apuestas tan inopinadas como decepcionantes. Y convencidos de que precisaban a alguien con experiencia en el campeonato recurrieron a Fran Escribá, que llegó al equipo con la misión de mantener in extremis la categoría. “Tenemos un problema de equilibrio”, diagnosticó el valenciano. Pero nunca consiguió que el resto del equipo pesase lo mismo que Aspas.

El sello barcelonista

Escribá renovó, pero nunca pareció que lo hiciese desde el convencimiento de quienes le pusieron el contrato sobre la mesa. Y aquel verano, el de 2019, el club destinó 40 millones a repescar a futbolistas formados en Vigo. Denis Suárez, Santi Mina o las cesiones de Rafinha o Pape Cheikh le dieron al proyecto un matiz de pertenencia que se difuminó sobre el verde. “Isto vai de corazón” (Esto va de corazón), acuñó el club como lema. Pero también iba de meter más goles que los rivales. Escribá quedó sentenciado en cuanto deslizó una leve crítica a que esa idea prevaleciese sobre las necesidades futbolísticas. Los resultados tampoco le ayudaron.

Con Óscar García Junyent el Celta trató de recuperar el camino. A Mouriño siempre le gustó el sello barcelonista y del técnico ahora destituido se valoraba su pedigrí cruyffista. Pero Óscar en su periplo en Vigo fue sobre todo un pragmático que peleó contra la flaqueza defensiva de su combo y penó este verano por la ausencia de refuerzos de peso, sobre todo en la línea de ataque, donde el club todavía busca un delantero que complemente a Iago Aspas.

Enfrascado en la construcción de una ciudad deportiva, el Celta mira con atención las cuentas de resultados, esas en las que se ha acostumbrado a incluir partidas para finiquitos de entrenadores. Óscar es el décimosexto en poco más de 14 años con Mouriño al frente del club. En ese tiempo sólo Eusebio, Luis Enrique y Berizzo se fueron tras cumplir contrato y de ellos tan sólo el actual seleccionador por su propia voluntad.

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