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EL JUEGO INFINITO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Benzema y el madridismo de rompe y rasga

El francés es la prueba definitiva de que le concedemos a la intensidad más prestigio que a la clase

Jorge Valdano
Jorge Valdano
Jorge Valdano

Cómo ser Monchi

Un buen director deportivo debe encontrar el mejor talento posible dentro de sus posibilidades presupuestarias, y Monchi ha hecho un arte de este encaje. Compra a un jugador, tiempo después logra venderlo con una plusvalía notable y recomienza el juego. Como aquel chiste de los argentinos, el negocio parece consistir en comprar jugadores por lo que valen y venderlos por lo que Monchi cree que valen. Pero no es tan fácil. Además de la visión, hay otra razón importantísima de la que se habla menos. Monchi y su equipo logran que el jugador comprado se identifique con el Sevilla. Esto es, que se sienta importante y hasta agradecido porque le cuidan, le protegen y le exigen. Ahí está el secreto de la mejora en el rendimiento y la valoración. Ver la potencialidad del jugador comprado es importante, pero educarlo para que se involucre emocionalmente en el proyecto es lo que completa el recurrente milagro.

Míster Pellegrini

Hay entrenadores que aspiran a la gloria y otros que aspiran a la felicidad, que es la verdadera gloria. Pongo en el segundo grupo a Manuel Pellegrini, un entrenador magnífico que ha regresado a España de puntillas. Es su estilo. Un hombre que ama su profesión y la ejerce con la misma dedicación, templanza y honestidad en China, en Inglaterra, en el Real Madrid o en el Málaga. Su sola presencia en el Betis mejorará el paisaje de todo el fútbol español por su calidad profesional y humana. Los aficionados de los equipos a los que entrenó saben que jamás rapiñará el fútbol, que su discurso dignificará los valores del club y que los futbolistas se entregarán a la causa porque disfrutarán jugando. Pellegrini ha acumulado una experiencia riquísima, pero siempre estuvo más interesado en buscar conocimiento que en exhibirlo. Y a mí la discreción, que está perdiendo la batalla contra el ruido, me sigue pareciendo admirable.

El despertar de Karim

Conocí a Benzema cuando llegó al club siendo un “gatito” de 20 años que dividía al madridismo, y lo reencontré esta semana para hacerle una entrevista, ya hombre maduro y jugador indiscutible. Benzema es la prueba definitiva de que le concedemos a la intensidad más prestigio que a la clase. Esa estética de jugador que parece haber dormido mal la siesta le generó una incómoda desconfianza entre el madridismo de rompe y rasga. No sabían ver que ese sabio jugaba para Ronaldo porque, en esos tiempos, jugar para Ronaldo era jugar para el equipo. Desde que se quedó solo, agrandó su repertorio hasta convertirse en un manual de fútbol que, en tres cuartos de campo, aclara la jugada como un clásico 10, y en el área remata como un implacable 9. Tanta clase que jamás necesitó poner cara de velocidad para convencernos a todos de que es un crack.

De abajo para Arribas

Se llama Sergio Arribas, fue figura con Raúl en la Youth League y esta semana participó del amistoso que el Madrid jugó contra el Getafe. Marcó un gol y jugó como los ángeles. Aún tiene 18 años y ha crecido en el club, donde llegó con 12 desde Leganés. No impone por su físico, pero juega al fútbol divinamente. Maneja las tres velocidades imprescindibles para desequilibrar: la física, la mental y la técnica. Su zurda delicada toma siempre buenas decisiones. Tiene capacidad de síntesis para aumentarle peligro a los balones que toca y una muy buena relación con el gol. Además, tiene espíritu de futbolista, lo que significa que le apasiona lo que hace, sabe lo que no se aprende y quiere aprender lo que aún no sabe. Si fuera brasileño, habrían pagado mucho dinero por él. Aunque no lo sea, estoy deseando verlo jugar con el primer equipo.

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