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Bruno Soriano: “He perdido una parte de mi vida”

El capitán del Villarreal recuerda los tres años que ha estado lesionado y sus sensaciones en el regreso al fútbol

Bruno Soriano, en el Madrigal el día de su reaparición.
Bruno Soriano, en el Madrigal el día de su reaparición.ANGEL SANCHEZ

Tres años apartado de los terrenos de juego, trabajando en silencio sin saber si su esfuerzo valdría la pena, si volvería a calzarse las botas y se colocaría el brazalete de capitán del Villarreal, dan para mucha introspección y reflexión. Bruno Soriano (Artana, Castellón; 36 años) analiza todo este proceso de 37 meses de baja por una lesión de rodilla y sus sensaciones en el regreso al fútbol.

Pregunta. Sorprende su delgadez...

Respuesta. Me lo dice la gente, pero no sé muy bien por qué. Como muy bien, lo que nos marca el nutricionista del club, y en casa también me cuido. Ya era delgado y puede ser que al adelgazar un poco se note más.

P. ¿Qué mensaje de apoyo ha sido más especial?

R. Muchos. Le doy valor a todos los que se han preocupado por escribirme, llamarme. Ha sido importante para mí el apoyo de gente como Iniesta, Fernando Hierro, Gurpegui, Aduriz…

P. ¿Qué le dice eso?

R. He intentado ganarme el respeto del mundo del fútbol, de los compañeros y rivales. Siempre he competido a tope y he ido con la verdad por delante, dando mi mejor nivel futbolístico y procurando estar a la altura cuando he ido a la selección.

P. Tres años, un mes y un día después. Un caso único...

R. Eso me han comentado estos días, que ningún futbolista lesionado durante tanto tiempo ha vuelto. Yo también me he planteado alguna vez no volver, apartarme y dejar el paso a la gente joven. Pero cuando crees que un tratamiento puede salir bien, confías en poder regresar a los entrenamientos con los compañeros y jugar algún partido más. Yo tenía la ilusión de volver y la fortuna de que Calleja me ha dado esa oportunidad y confianza, entendiendo mi situación. Cómo no la gente del club. Entre todos lo hemos conseguido.

P. ¿Cómo lo recuerda ahora?

R. Para mí lo primero es el fútbol. Los que están a mi alrededor, mi familia, mi novia, lo padecen de manera muy especial porque soy muy pesado en muchas situaciones. Cuando pierdo un partido cancelaba los planes si los tenía, porque no me encontraba a gusto. Y con esta lesión, he sido muy pesado. Tengo un readaptador, Jordi Vives, y un fisioterapeuta, Josep Rochera, que me han acompañado por este largo camino. Cuando el equipo tenía vacaciones yo iba a entrenar y ellos estaban conmigo, sacrificando estar con sus familias y parejas. Con Jordi decidí escribir todo lo que me estaba pasando y algún día poder enseñarlo. Tengo documentación, fotos, tratamientos... Algún día lo sacaré a la luz para que todo el mundo sepa qué me ha pasado.

P. ¿Hay culpables en esta historia?

R. En absoluto. Desde la primera operación que me hacen tengo claro que los médicos querían recuperarme. A partir de ahí salieron otras situaciones que me impidieron jugar al fútbol. He viajado a Barcelona, Vitoria, A Coruña, a muchos sitios para intentar buscar todas las soluciones posibles.

P. La falta de información, el hermetismo y misterio con su lesión y recaídas daban pábulo a todo tipo de especulaciones. ¿Qué pensaba de todo ello?

R. Me da igual, sinceramente. Cuando pasas una situación tan difícil y complicada, lo que llega de otras personas con intención de hacerte daño no te afecta. Uno sabe lo que hace en el día a día, lo que sufres y trabajas. Entiendo que, a lo mejor, faltaba información. Pero yo quería dar buenas noticias y no salir cada dos o tres semanas para decir que las cosas no van bien. Mejor trabajar en silencio.

P. Usted ha comentado que se sentía como un zombi por la ciudad deportiva...

R. El día a día se hacía muy largo y pesado. Al final el no entrenar con los compañeros durante la semana no lo llevaba bien. Vas a entrenar, estás en el gimnasio, no estás en la dinámica del grupo con sus momentos de risas y de disfrute y yo sin vivir todas esas situaciones. Sin querer te separas del grupo y te sientes mal.

P. ¿Cuándo decidió que necesitaba terapia psicológica?

R. Estaba viviendo una situación muy dura. No conseguía dormir prácticamente nada, dándole vueltas a la cabeza con la lesión, la recuperación, yendo al sofá a ver la televisión para intentar dormir y no había manera. Me afectó mucho y había que tomar medidas. Me vino muy bien.

P. Sus familiares y allegados no podían ni preguntarle cómo estaba, era un tema tabú...

R. Yo no quería hacer daño a mi familia. Sí que hablaba con mi novia. Prefería engañar un poco a mis padres diciéndoles que iba mejor. Lo que quería era disfrutar con mi familia sin estar pendiente de la lesión. Ir a comer la paella de mi madre y desconectar y hablar de fútbol o de otras cosas con mis hermanos.

P. ¿Y ahora?

R. Nunca olvidaré lo que he pasado. Esta espina siempre la tendré clavada ahí. Pasarán los años y siempre me acordaré de esto. No por volver a jugar me olvido. Estos tres años los he sufrido mucho. No puedo decir que he perdido tres años de mi vida, pero una parte sí, porque no he podido disfrutar ya que estaba mal, comiéndome la cabeza y cosas que la gente no sabe. He intentado tirar hacia delante con la ayuda de muchos. Pero al final es fútbol, hay cosas mucho más graves y peores. Si no hubiese podido seguir, me retiro y ya está.

P. ¿Cómo ha sido su relación con Cazorla?

R. Yo hablaba con Santi cuando tuvo su lesión. Tengo una sintonía especial con él desde siempre. Es un jugador diferente del resto. Siempre he dicho que es el mejor jugador que he visto. Ojalá podamos estar los dos juntos en el campo.

P. ¿Qué ha aprendido?

R. Muchísimo. Ahora valoro las pequeñas cosas. He vuelto a sentirme futbolista y eso es lo más importante. E intento cogerme las cosas de otra manera. Ahora tal vez soy más calmado.

P. ¿Y el futuro?

R. Lo único que pienso es en ir mañana a entrenar, después a casa a descansar y estar bien. Al final de temporada ya se verá.

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