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La gigantesca NBA se mueve con pies de plomo

La liga calcula pérdidas de más de 1.000 millones pero rehúye cualquier riesgo para los jugadores, que vuelven a los entrenamientos individuales y rechazan concentrarse

Adam Silver en el All Star de 2020.
Adam Silver en el All Star de 2020.
Robert Álvarez

La NBA opta por la cautela como premisa en su toma de decisiones ante lo que considera “el mayor desafío” de su historia. Así lo definió su comisionado, Adam Silver, en una videoconferencia el viernes, con los jugadores. El criterio quedó fijado a partir del día más crítico, el 11 de marzo, cuando, al conocerse el positivo por la covid-19 de Rudy Gobert, se canceló el partido entre Utah y Oklahoma City cuando los jugadores ya se disponían para el salto inicial. A continuación se suspendió la liga.

Los dueños de las 30 franquicias han evaluado numerosas posibilidades para salvar la temporada. Toma cuerpo la idea de disputar lo que resta de la fase regular y los playoffs en una o dos sedes. Orlando y Las Vegas se perfilan como las candidatas, pero los jugadores, confinados en sus casas durante varias semanas, se oponen a aislarse con sus equipos durante el tiempo necesario para completar la temporada. Varios pudieron empezar a entrenarse de forma individual y voluntaria el viernes, aunque con un máximo de cuatro por instalación y con la prohibición expresa de contar con entrenadores, ensayar en grupo o efectuar ejercicios de uno contra uno.

Ese día solo empezaron a entrenarse algunos jugadores de Cleveland y Portland. El día 11, Denver, Sacramento, Toronto y posiblemente Miami abrirán sus instalaciones para hacer posible los entrenamientos individuales. Pocos días después tienen previsto hacer lo mismo Houston, los Lakers, los Clippers y tal vez Atlanta. Se trata de una primera medida que alivia a los jugadores y permite concebir alguna esperanza de que la liga vuelva a la actividad. Estos equipos esperan que las autoridades sanitarias permitan que los jugadores y el personal que acuda a los entrenamientos individuales sean sometidos al test del coronavirus. La situación es muy desigual en Estados Unidos y Canadá en función de las medidas que adopta cada estado o territorio frente a la pandemia. La NBA considera necesario un mínimo de 25 días de trabajo en grupo para que la competición pueda volver a ponerse en marcha. Además, algunos jugadores no estadounidenses deben regresar de sus países, caso del esloveno Luka Doncic. Estos baloncestistas, una vez vuelvan a Estados Unidos, deberán guardar la cuarentena.

Adam Silver, en su alocución ante los jugadores, previno: “Esto va a ser difícil, y por mucho tiempo. Necesitamos trabajar juntos. Se avecinan decisiones difíciles. Nadie estará de acuerdo en todo. Tenemos por delante algunos días difíciles de negociación colectiva, con realidades financieras sombrías”. E informó de que la liga ya se plantea incluso la posibilidad de disputar la próxima temporada sin público, en tanto no se encuentre una vacuna contra la covid-19.

La NBA ha evitado poner una fecha para reanudar la competición y baraja entre otras ideas la posibilidad de que la próxima campaña comience en diciembre. El 1 de mayo canceló la lotería del draft que debía celebrarse el 19 de ese mes en Chicago. El draft, fijado para el 25 de junio, probablemente también será aplazado. Días antes, la liga llegó a un acuerdo con el sindicato de jugadores (NBPA) por el que los baloncestistas rebajarán sus sueldos un 25% de promedio a partir del 15 de mayo.

Sensación de privilegio

La NBA no ha implementado todavía un programa de pruebas de la covid-19 a gran escala para todos los equipos, un paso previo para la vuelta a la competición. Pero sí ha dado su aprobación a aquellos equipos a los que las autoridades sanitarias les permitan realizarlas. La liga evita dar la sensación de privilegio y evita que los jugadores asintomáticos se sometan al test en ciudades donde los recursos necesarios son escasos.

La NBA debía ingresar unos 8.000 millones de dólares esta temporada; 2.400 millones proceden del contrato de sus derechos televisivos con ESPN, ABC y TNT. Ese contrato podría mantenerse si se llega a un acuerdo para ofrecer determinados encuentros en el futuro. Si se disputan los partidos que faltaban para completar la temporada, ya es seguro que sería a puerta cerrada. Y eso hace inviable que la NBA y sus 30 franquicias puedan ingresar los 5.600 millones previstos por la venta de entradas, los contratos con las televisiones locales, los patrocinios y la mercadotecnia. Los contratos con las televisiones locales son dispares según los equipos. Esta temporada, por ejemplo, se calcula que los Lakers iban a percibir de Time Warner Cable unos 170 millones de dólares y los Memphis Grizzlies, 20 millones de Fox Sports. Los ingresos por patrocinio de las 30 franquicias se calculaba que iba a ser de 1.000 millones de dólares.

Cuando la competición fue suspendida el 11 de marzo, quedaban por disputarse 259 partidos de los 1.230 previstos en la fase regular. La NBA calcula que cada partido supone una media de ingresos de dos millones de dólares. Es decir, dejará de ingresar más de 500 millones de dólares. Y a ello, hay que añadir los 250 millones de dólares de ingresos previstos por los 84 partidos de playoff, promedio desde que se juegan al mejor de siete encuentros desde 2003. En total, son más de 1.000 millones en pérdidas. Todos los planes, según Silver, están supeditados a un principio: “La salud y el bienestar de los jugadores y de todos los involucrados en los partidos. Eso es primordial. Todavía hay demasiada incertidumbre para precisar cómo avanzaremos”

Concentración o “encarcelamiento”

La idea de jugar en una o dos ciudades, probablemente Orlando y Las Vegas, en las que se concentrarían los equipos no es del agrado de los jugadores de la NBA. Michele Roberts, directora ejecutiva del sindicato, declaró: “¿Van a rodear el hotel de tipos armados? A mí me suena a un encarcelamiento más que a otra cosa”.

Sergio Scariolo, seleccionador de España y entrenador ayudante en Toronto Raptors, declaró en una entrevista con la agencia Efe: “Parece que, desde un punto de vista logístico, sea lo menos incómodo, concentrar a todo el mundo en un mismo sitio, porque se eliminan los viajes. Puede que no sea tan sencillo después de haber tenido a un grupo de personas prácticamente encerradas en sus casas durante tres meses, volver a encerrarlas, durante otros dos o tres meses. Puede llegar a ser mentalmente muy, muy pesado”.

Roberts también expresó sus dudas respecto a la seguridad de los jugadores. “Podemos hacer lo que nos piden, sí, ¿pero qué pasa si uno, dos o 10 jugadores dan positivo después del tiempo de aislamiento? ¿Cerramos otra vez?”. Silver respondió que si un jugador diera positivo una vez que se haya reanudado la Liga, se esperaría el resultado de las pruebas diarias al resto de los jugadores y en principio no se pararía la competición, ya que estarían aislados en cuarentena.

La NBA, en un primer cálculo, considera que necesita aproximadamente 15.000 test para atender las necesidades de sus equipos, pero por el momento aconseja no efectuar pruebas a los jugadores y al personal si no tienen síntomas de la enfermedad para evitar la reacción violenta hacia la NBA para adquirir y usar kits.



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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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