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La inoportuna broma de Gobert

La mofa que hizo del coronavirus abochorna al pívot francés cuyo positivo desencadenó la precipitada suspensión de la NBA

Robert Álvarez
Rudy Gobert, pívot de Utah Jazz.
Rudy Gobert, pívot de Utah Jazz.GEORGE FREY (AFP)

Rudy Gobert se hace notar por su mera presencia física. Mide 2,16 metros y calza un 53. Le apodan Gobzilla, en referencia al monstruo japonés ficticio. Durante las últimas temporadas, el pívot francés de Utah Jazz cumple el sueño por el que muchos se burlaban de él cuando era un niño, el de jugar y triunfar en la NBA.

Esta temporada, a los 27 años, se convirtió en el tercer francés que conseguía ser All Star, después de Tony Parker y Joakim Noah. Antes. Ya había firmado como las figuras, en 2016, un contrato de 102 millones de dólares, 92 millones de euros. Por momentos fue el deportista francés mejor pagado, luego superado por Griezmann, esencialmente, luego también, relativamente por Mbappé, Pogba y Benzema, puesto que su contrato es gradual. Esta temporada todo iba sobre ruedas. Es el cuarto mejor reboteador de la NBA, con una media de 13,7 capturas, además de 15,1 puntos y 2 tapones. Y su equipo, Utah, es cuarto en la Conferencia Oeste.

El 9 de marzo, todo empezó a torcerse. Utah Jazz tenía sesión de tiro para preparar su partido ante Toronto. Un periodista, a dos metros de distancia en una semivacía sala de prensa tal como estipulaba el protocolo de la NBA. le preguntó acerca del coronavirus. Gobert se levantó y, con grandes aspavientos, sobó el micrófono y la mesa para acto seguido abandonar la sala. Una broma de mal gusto que hubiera pasado con más pena que gloria pero sin más, a no ser lo que sucedió dos días después. Gobert se sintió indispuesto. No estaba en la relación de jugadores para el partido entre Oklahoma City y Utah. Cuando ambos equipos estaban a punto para el salto inicial, se informó a los árbitros de que Gobert acababa de dar positivo en el test del Covid-19. Los equipos y los árbitros se fueron rápidamente a los vestuarios. Media hora después se comunicó que el partido quedaba suspendido. Y una hora y media después, la NBA anunció que suspendía la temporada. Un día más tarde también dio positivo el compañero de Gobert y la figura del equipo, Donovan Mitchell.


Y después se supo que un niño que dio positivo había conseguido un autógrafo de Gobert tras el partido ante los Celtics, el 7 de marzo. Las redes se cebaron con Gobert, que pidió perdón a través de Twitter. “Agradezco a todos los que me han dado su apoyo durante las últimas 24 horas. Desearía ante todo pedir disculpas a la gente que haya podido poner en peligro. No pensaba realmente que pudiera ser el portador de esta patología. Me ha faltado discernimiento y lo reconozco. Espero que esta historia pueda servir a otros, demostrando toda la seriedad con la que debemos afrontar estas circunstancias. Estoy en buenas manos e intentaré restablecerme lo antes posible. Os animo a hacer todo lo necesario para preservar vuestra salud. Gracias por vuestro apoyo”.

Donación de medio millón de dólares

Utah Jazz anunció el sábado que Rudy Gobert ha donado medio millón de dólares al fondo de ayuda para los empleados del Vivint Smart Home Arena y para los servicios sociales relacionados con el coronavirus en Utah, Oklahoma City y el sistema de atención médica francés.

“Me siento honrado por los esfuerzos incansables y el cuidado de las personas en todo el mundo por los afectados por COVID-19, especialmente en mis comunidades de Utah y Francia, además de mi aprecio por el estado de Oklahoma y mi atención allí, y por supuesto, mi familia Utah Jazz”, explica Gobert en un comunicado. “Sé que hay innumerables formas en que las personas se han visto afectadas. Estas donaciones son una pequeña muestra que refleja mi agradecimiento y apoyo a todos los afectados y en el primero de los muchos pasos que daré para tratar de ayudarles mientras continúo aprendiendo más sobre el Covid-19”.

La vida y la carrera de Gobert no han sido un lecho de rosas. Su padre Rudy Bourgarel, de 2,13 metros, fue 18 veces internacional y jugó en París, donde conoció a Corinne. Cuando Gobzilla tenía tres años su padre abandonó la familia para regresar a Guadalupe, su tierra de origen. Corinne se quedó sola para educar a Gobert y a otros dos hijos que tenía de un matrimonio anterior. “Crecí en una casa modesta. Pero siempre estuve satisfecho con las cosas simples. Mi madre siempre se sacrificó por todos nosotros, y la educación fue la clave de todo”. Rudy practicó varios deportes. Cuando tenía 11 años dejó el boxeo. “Inconscientemente, mi padre me debió influir. Un día quise ser profesional del baloncesto, aunque cuando dije que quería jugar en la NBA, se burlaron de mí”. Crecía y crecía. Cuatro años después le reclutó el Cholet. Cuando tenía 21 años fue elegido en el puesto 27 del draft por Denver, que lo envió a Utah. La mitad de la primera temporada se la pasó en la G-League, en el equipo filial. Triunfó en la selección y la pasada temporada lloró al no ser seleccionado para el All Star. Esta, lo ha conseguido.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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