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El Real Madrid juega con el Baskonia

El equipo de Laso aprovecha la depresión vitoriana y logra su décima victoria consecutiva en la Euroliga

Jon Rivas
Euroliga jornada 15
Baskonia
Baskonia
55 77
Finalizado
Real Madrid
Real Madrid
Campazzo supera a Henry.
Campazzo supera a Henry.Lino Rico

Con el Baskonia hundido en una depresión profunda, el Real Madrid no tuvo problemas para resolver por la vía rápida en el Buesa Arena. Lo peor para los vitorianos es que no pueden poner como excusa una actuación estelar de algún jugador madridista; una canasta en el último segundo, como la de Gabriel Deck en la Liga, o la desfavorable actuación del Lamonica de turno, porque no hay tal. Al equipo de Perasovic le perturba en los momentos por los que atraviesa, el vuelo de una mosca. Cualquier circunstancia desfavorable le descentra. El conjunto de Laso, liderado por Mickey y Rudy, establece su mejor racha de victorias con este formato de competición en la Euroliga: 10 consecutivas, superando las nueve que enlazó en la temporada 2016-2017 entre la jornada 15ª y la 23ª.

BASKONIA, 55 - REAL MADRID, 77

Baskonia: Vildoza (6), Henry (5), Fall (8), Stauskas (0), Shengelia (10) –equipo inicial– Janning (4), Diop (6), Sergi García (0), Shields (14), Polonara (0), Eric (2).

Real Madrid: Campazzo (6), Causeur (9), Randolph (8), Deck (8), Tavares (2) –equipo inicial– Rudy (12), Laprovittola (8), Mickey (15), Thompkins (7), Taylor (0), Garuba (2).

Parciales: 13-15, 16-30, 15-12, 11-20.

Árbitros: Lamonica, Gkontas y Nedovic.

Fernando Buesa Arena. 11.648 espectadores.

Al Real Madrid no le hizo falta más que hacer un trabajo aseado, profesional, sin demasiadas fisuras y sin adornos. No tuvo que jugar el partido del siglo para superar al Baskonia, simplemente adaptarse al guion que llevó escrito a Vitoria. Pese a los aspavientos de Pablo Laso en algunos momentos del partido, porque no le satisfacía el juego de su equipo, le sobró de largo con lo que plantearon sus jugadores. Un detalle de Campazzo –que no tuvo que emplearse a fondo– por aquí, dos triples consecutivos de Rudy por allá, un tapón de Tavares por acullá, los rebotes de Mickey y con eso fue suficiente.

Los primeros instantes marcaron la pauta; un parcial de 8-0 para el Real Madrid y tres minutos sin anotar del Baskonia, como síntoma, que se recuperó para llegar al empate a 13 a 23 segundos del final del primer cuarto, que acabó con una canasta de Mickey. Un resultado corto, pero más a causa de los errores en ataque de los dos equipos, que de la capacidad defensiva de ambos.

El despegue madridista llegó nada más comenzar el segundo parcial. Falló Shengelia dos tiros libres para empatar en la primera acción, y en la siguiente, un triple de Laprovittola enchufó definitivamente al partido al equipo blanco y desconectó al azulgrana. El Baskonia se quedó clavado en sus guarismos. Los primeros silbidos en el Buesa Arena se comenzaron a escuchar cuando el Real Madrid dobló en el marcador a su rival (13-26) con siete minutos todavía para llegar al descanso. Los pobrísimos porcentajes de tiro del Baskonia, el desbarajuste atacante y defensivo y el clima de ansiedad que se respira en su banquillo pesaron como una losa. Jenning, un especialista, falló cuatro de sus cinco triples. A Henry le pasó lo mismo, Shields uno más. Con porcentajes paupérrimos (4 de 26 en triples, 15,4%), y con el 43% en tiros de dos, nadie salió al rescate. El canadiense Stauskas, en una preocupante baja forma, no sumó ni un punto. El Real Madrid se fue despegando implacable, eficaz, con frialdad. De vez en cuando se tomaba un respiro, que permitía a los vitorianos acercarse en el luminoso, pero no a menos de diez puntos. Todo controlado. El tercer cuarto fue el único ganado por el Baskonia en uno de esos momentos de descanso blanco. En el último, cuando la grada estaba ya a otra cosa y aclamaba a Igor Rakocevic y Sergi Vidal, a los que se retiró la camiseta que lucieron en sus tiempos baskonistas, el Madrid completó el trabajo para terminar con un marcador poco escandaloso a su favor, pero casi humillante para el equipo de casa (55-77), como si Laso no hubiera querido hacer sangre de la mediocridad de sus paisanos.

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