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‘La Inmortal’ Laia Palau suma su 12ª medalla

La capitana española, con 17 años en la selección y a punto de cumplir los 40, supera a Pau Gasol en número de metales. “¡Pobrecita Francia! Ya no sabe qué hacer con nosotras”, cuenta

Faustino Sáez
Laia Palau entra a canasta ante Johannes.
Laia Palau entra a canasta ante Johannes.feb

Cuando el baloncesto femenino español despertó, a principios de siglo, Laia Palau ya estaba allí. Con una correa infatigable, un espíritu irreductible y un corazón maratoniano, la capitana de esta selección de leyenda conquistó en Belgrado su 12ª medalla (tres oros, tres platas y seis bronces), una más que Pau Gasol, con el que estaba empatada en el ránking de internacionales más laureados de la canasta. Desde su debut en 2002, la Inmortal, como la llaman sus compañeras, ha disputado nueve Europeos, cinco Mundiales y tres Juegos Olímpicos, suma 294 partidos con España y, tras un par de amagos de retirada, ahora no se pone ni fechas ni horizontes. “Que capacidad tiene este equipo... Es increíble, es una bestialidad”, soltaba la Laia Palau a borbotones en las galerías del Belgrado Arena con el oro al cuello, entre la emoción y la incredulidad.

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“Espero que nos hayan visto todos por la tele porque hemos dado otra lección de baloncesto al mundo. Jugamos muy bien y, cuando no lo hacemos, también tenemos el carácter”, prosiguió Palau mientras acunaba la medalla. “Ha sido un partidazo ¡Pobrecita Francia! Tengo muchas amigas allí y pienso en ellas. Pero claro, ¿cómo nos van a defender si sale Xargay así? Llega un momento que no saben qué hacer contra nosotras. Tenemos mucho oficio. Nos adaptamos a todos los rivales y planes de partido. En 2017 fuimos como aviones y esta vez ha sido otra vez impresionante. Es muy fuerte lo nuestro. Estoy alucinada”, remató la capitana, que está a mes y medio de cumplir los 40 años y reconoce que es ahora cuando se está descubriendo “de verdad”.

Pensó en dejar la selección tras la plata de Río, pero se vio con fuerzas para continuar. Después, en marzo de 2017, anunció que tras el Europeo de ese año en Praga, cuando cumplía los 38, se jubilaría a la vez que lo hacía su madre con 65. Se marchó a jugar al Dandenong Jayco Rangers de la WNBL de Australia para poner mundo de por medio, pero sus compañeras y la Federación la hicieron dudar a base de cariño. La “presión popular” la empujó a desandar el camino, plegó velas, regresó a la Liga Francesa —donde inició su periplo como emigrante allá por 2004—, y se preparó a conciencia para el reenganche. Para sentir sobre la pista el homenaje de la afición española en el Mundial de Tenerife, el reconocimiento a una carrera que comenzó en 1997 en Barcelona y que ha vivido entre la pasión y la contradicción. “Siempre he pensado: ‘juego al baloncesto sí, pero, ¿qué aporta esto al mundo?’ La idea es hacer de esto un sitio mejor, dejar un legado… La gente me dice ‘has hecho muchas cosas en tu carrera’ y yo pensaba ‘pero si solo meto canastitas’. Ni construyo casas, ni hago pan, ni curo a gente…”, confesaba a EL PAÍS antes de colgarse el bronce en la isla del tesoro.

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Salvo en el oro continental de 1993 en Perugia, cuando tenía 14 años, y en el bronce de 2001, que llegó un año antes de su estreno internacional, Laia Palau ha estado en todos los demás podios de la selección femenina española: 12 de 14. Todo en 17 años de carrera que comenzaron el 16 de agosto de 2002 ante Canadá, en Vilagarcía de Arousa, en un amistoso de la gira de preparación para el Mundial de China. “Entré de churro en aquella lista. Aunque estaban muy contentos conmigo, tenía tres o cuatro jugadoras por delante. Pero hubo varias lesiones y al final fui al Mundial. Recuerdo que era el año en el que impusieron el body como uniforme, vaya tela. Había jugado con varias de las que eran referentes dentro de la selección y eso me ayudó. Estaba el Cholas [Vicente Rodríguez] de seleccionador, que era un tío muy serio y muy gallego, pero me fue bien. Eso sí. Nunca pensé que llegaría tan lejos”, rememora la capitana cuando se detiene a mirar un álbum que, 17 años después, ya tiene 12 medallas, una más que Pau Gasol. "De buen rollo, pero eso me da igual. Da igual Pau ahora. Me importa lo buenas que somos nosotras", espeta la coleccionista de metales.

La medalla del pasado Mundial la tiene en el frutero de su casa, el resto están guardadas en algún cajón en casa de su madre, pero la colección no para de crecer. Tiene más de 20 títulos de clubes, entre ellos dos Euroligas (2012 y 2015) y antes de este Europeo conquistó con el Girona su 14ª Liga, la séptima en España (tras la primera en 2003 con el Universitari de Barcelona y las cinco que logró con el Ros Casares de Valencia), el resto repartidas por Europa (dos en Francia con el Bourges, una en Polonia con el Polkowice y cuatro en la República Checa con el USK Praga). “Todo ha llegado por perseverancia, por resistencia, porque sigo aquí ¡Qué humor tiene la vida!”, espeta ante los elogios.

Alma libre y carismática, de filosofía genuina y única es su especie, este verano dejará descansar a su furgoneta Calista, con la que se pierde a lo hippie y desconecta de todo para conectar consigo misma. “Me lo he montado fatal”, cuenta antes de repasar con cierta pereza sus próximas semanas, en las que tendrá que volver a Belgrado para asistir a dos bodas, una de ellas la de la serbia y próxima compañera de equipo Sonja Petrovic, y asistir a un par de campus en Barcelona. “Voy a tener poca desconexión. Pero me vengaré en la última semana de julio haciendo snorkel. En septiembre retomará la senda. De momento, solo tiene firmado un año más de contrato con el Girona, pero a la leyenda de la Inmortal Laia Palau no se le ve el fin.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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