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Alisson no es Karius

El portero brasileño, fichado por 70 millones, ha inyectado una gran seguridad en la portería del Liverpool tras los estrepitosos fallos del alemán en la final de Kiev contra el Real Madrid

Alisson Becker, contra el Huddersfield en la Premier.
Alisson Becker, contra el Huddersfield en la Premier.OLI SCARFF (AFP)

Nunca se había pagado tanto por un exorcismo. Tras los calamitosos errores de Karius en la final de la Champions que el Liverpool perdió en Kiev ante el Real Madrid, el conjunto inglés abonó más de 70 millones de euros a la Roma por el traspaso del portero brasileño Alisson Becker (Novo Hamburgo, Brasil; 26 años). El técnico Jürgen Klopp confesó que estuvo a punto de abortar la operación porque repudiaba el clima de linchamiento mediático que se había generado en torno a Karius, tras el garrafal error en la última final de la Champions. El meta alemán juega hoy en el Besiktas.

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Ahora el Liverpool no sólo ha desterrado los demonios de su portería. Parece haberla blindado con un cerrojo de titanio. Nadie en Anfield Road olvida que si el Liverpool juega la semifinal ante el Barça es gracias a un episodio que se remonta a diciembre. En el suspiro final del último partido de la fase de grupos, una estratosférica intervención de Alisson ante un disparo a bocajarro de Milik evitó que el Nápoles empatara en Liverpool y dejara a los reds fuera de la Champions. “Si hubiera sabido que era tan bueno hasta hubiéramos pagado el doble por él”, sentenció Klopp.

Maneja el Liverpool su querencia por presionar al rival con una doble red de seguridad de primerísimo nivel: el imperial central Van Dijk y el guardameta brasileño. En la Premier, el Liverpool ha dejado su portería a cero en 20 de las 36 jornadas disputadas. Nadie lo había conseguido en la última década. El fin de semana pasado, sus aficionados clamaban indignados en las redes sociales. Alisson no había sido incluido en el once ideal de la Premier votado por el sindicato de jugadores. Otro gran meta brasileño, Ederson, del Manchester City, era el elegido. Alisson destila confianza y seguridad en cotas superlativas. Es un reconocible eslabón de la ilustre escuela de porteros que desde hace décadas se formaron en el Internacional de Porto Alegre, el club gaucho del que salieron campeones del mundo como Taffarel o su suplente Gilmar Rinaldi, y que siempre moldeó figuras sobrias poco dadas al adorno.

Alisson ingresó en el Inter con ocho años, cuando era un niño bajito con tendencia a engordar y a la sombra de su hermano mayor Muriel, también portero y que hoy milita en el Os Belenenses, portugués. Los responsables de su formación destacaban que Alisson poseía un nivel técnico diferenciado. Con la pubertad llegó el estirón. Alcanzó el 1,91m y tras su envergadura de aeronave se estaba troquelando un porterazo. 

Cuando la mayoría de los clubes brasileños solían trabajar la fuerza y la velocidad reactiva, en el Internacional se incidía más en la técnica y en el posicionamiento, aspectos en los que Alisson evolucionó hasta la excelencia. Pasó un curso a la sombra del prestigioso Dida y se ganó la titularidad en 2014. Su carrera se disparó. Un año después debutaba con la selección absoluta. Lo recuerda en conversación con EL PAÍS Gilmar Rinaldi, otra célebre huésped de la portería del Inter, que en ese momento supervisaba los entrenamientos de los guardametas de la selección de Dunga: “Siempre fue maduro y dueño de una gran personalidad. Como todos los porteros del Inter forjó esa personalidad en los duelos con el eterno rival, el Gremio, que hasta en el fútbol formativo están llenos de presión. En la selección entrenó de maravilla desde el primer día”.

Entrenamientos con balones de rugby

“Es el Messi de los porteros”, afirma el extécnico romanista Roberto Negrisolo, cuyos informes convencieron al club italiano de ficharle en 2016. John Achterberg, su instructor en el Liverpool, también sabe lo que tiene entre manos: “Queríamos estar seguros de que estaba mentalmente listo para el desafío físico de la Premier. Hasta le entrenamos pateando al área que tenía que blocar aguantando cargas de los delanteros. Tiene una mentalidad de hierro y olvida rápido los errores”.

Gilmar Rinaldi incide en la fortaleza mental de Alisson. “Posee un liderazgo natural”, explica. “Se deja sentir en el vestuario. Cuando habla, lo hace fuerte y sereno. En la portería es seguro, tranquilo y concentrado. El 50% está en el equilibrio mental, y Alisson lee muy bien el fútbol. Tiene cabeza de entrenador. Siempre está bien parado y por eso va poco al suelo. Se anticipa a la jugada porque la lee. Es enorme en la toma de decisiones. Sabe jugar con los pies, domina el juego aéreo, su técnica es impecable… La selección tiene portero para una década”.

Los niños que quieren entrar en la cantera del Liverpool para jugar de porteros parecen haberse multiplicado, y acuden a la ciudad deportiva de Kirkby con la camiseta de Alisson. Con 26 años, el brasileño es feliz. Sólo detecta un problema: se aplicó estudiando inglés durante muchos meses, pero le cuesta horrores entender el cerrado acento scouse de los autóctonos. Poco importa. El viejo Anfield lo ha adoptado ya como ídolo y guardián.

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