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Thuram: “Bonucci dice lo que mucha gente piensa: ‘los negros se merecen lo que les sucede”

El exinternacional galo carga contra el central por sus palabras tras el episodio de racismo sufrido por Kean. El árbitro y la federación italiana justifican a los hinchas en sus actas

Diego Torres
Thuram, en una foto de archivo.
Thuram, en una foto de archivo.ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

Los cánticos racistas reincidentes de la hinchada del Cagliari, cuya última víctima es Moise Kean, niño prodigio del fútbol italiano, han descubierto la ambigüedad de las instituciones que deben velar por evitar la violencia y la discriminación en los estadios de Italia. La respuesta casi cómplice mostrada por futbolistas, entrenadores, árbitros y funcionarios de la federación italiana de fútbol (FIGC), ha generado una ola de indignación entre los futbolistas negros de Europa, con Lillian Thuram a la cabeza. El campeón del mundo con Francia en 1998 hizo una reflexión profunda este jueves a Le Parisien: “Vivimos en la hipocresía. A las autoridades del fútbol el racismo les da igual. Si de verdad les preocupase, el partido debería haberse suspendido”.

La Gazzetta dello Sport publicó este jueves que los tres inspectores de la federación distribuidos en el Arena de Cerdeña durante el partido que disputaron la Juventus y el Cagliari el martes pasado omitieron lo esencial. Contra los numerosos testigos que denunciaron que los cánticos simiescos se escucharon desde que comenzó el encuentro, los funcionarios de la FIGC concluyeron en sus informes que los gritos racistas emitidos por parte de la hinchada contra el joven prodigio de 19 años se produjeron como una “reacción” ante el festejo “provocativo” del futbolista, una vez que metió el 0-2. El árbitro, Piero Giacomelli, obró del mismo modo. Giacomelli registró en su acta que los cánticos xenófobos se produjeron tras el gol, insinuando de tal forma que fueron consecuencia de la conducta de Kean.

Hijo de padres marfileños nacido en el Piamonte, Kean se limitó a meter el gol y situarse frente a la valla que lo separaba de los fanáticos. Puso los brazos en cruz y clavó la mirada en la muchedumbre sin mover un músculo. Hierático, permaneció así unos segundos hasta que sus compañeros y los jugadores del Cagliari acudieron al lugar para empujarlo a abandonar su postura. Adiestrados desde niños en el régimen castrense del fútbol, en caso de conflicto los jugadores tienden naturalmente a inclinarse en favor del orden, el temor a la autoridad, y la reverencia al público.

“Es un chaval de oro”, dijo este jueves Roberto Mancini, el seleccionador italiano, cuando le preguntaron por los abusos sufridos por su pupilo Kean. “Quizás la próxima vez no repita una celebración así”, señaló. “Pero tal vez se ha sentido en un aprieto. La actitud del público ha sido insoportable. Hay que reaccionar con dureza contra los gritos racistas”.

Le preguntaron a Mancini que cómo gestionará la convivencia de Kean con Bonucci en la próxima convocatoria de la azzurra, en donde el muchacho se ha hecho con un lugar tras marcar dos goles en los últimos dos partidos oficiales. El seleccionador fue invitado a considerar las palabras del defensa central de la Juventus, que tras el partido justificó los cánticos racistas. Landro Bonucci, líder de la zaga de Italia y la Juventis, declaró a pie de campo que su compañero había celebrado el gol de forma provocativa y por tanto compartía la responsabilidad de las agresiones verbales al 50% con los ultras. “Creo que las palabras de Bonucci han sido malinterpretadas”, lo defendió Mancini.

“Esto es un negocio”

Menos comprensivo se mostró Thuram. “Bonucci viene a decir, sustancialmente, lo que tantas personas piensan, a saber: los negros merecen lo que les sucede”, reflexionó Thuram. “La reacción de Bonucci, un compañero de Kean, es tan violenta como los gritos de mono de los hinchas. Es como cuando se produce la violación de una joven y aparecen personas que justifican a los violadores poniendo de relieve que la niña iba vestida de forma provocadora. Por gente de este tipo la lucha contra el racismo y la xenofobia está estancada”.

“Bonucci no es estúpido”, zanjó Thuram. “Él tiene una cierta idea de sociedad y hace comentarios de una violencia increíble contra su compañero. El fútbol es un negocio, y las autoridades no harán nada por frenar el problema si primero no actúan los futbolistas retirándose en masa de los campos donde se produzcan estas agresiones racistas. Los futbolistas han tenido muchísimas oportunidades de abandonar los partidos pero lo cierto es que nunca lo han hecho”.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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