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LaLiga Santander jornada 26
Eibar
Eibar
Sergi Enrich 87'
1 0
Finalizado
Celta
Celta

El Eibar castiga a un Celta plagado de renuncias

Un gol de Sergi Enrich en los instantes finales de partido desmonta el andamiaje defensivo del equipo gallego, impostado en un estilo que no le corresponde

Sergi Enrich celebra el gol del triunfo del Éibar.
Sergi Enrich celebra el gol del triunfo del Éibar.Ion Alcoba Beitia (©GTRESONLINE)

Un año más tiene pinta de que el Eibar salvará la categoría sin mayores apuros que los que padeció en un inicio de campaña delicado. Pero hay tanto callo en Ipurúa, tanto oficio y convicción en el trabajo, que resulta complicado imaginar un derrumbe. Para eso ya están otros equipos que se alteran y en situaciones de nervios reniegan de identidades e inician vacuas búsquedas. El Eibar ya está once puntos sobre la zona roja, esa en la que no se mete el Celta a pesar de que ha perdido ocho de sus diez últimos partidos. Hay tres equipos todavía peores.

EIBAR, 1 - CELTA, 0

Eibar: Dmitrovic; Rubén Peña, Ramis, Arbilla (Bigas, m. 73), José Ángel; Orellana, Jordan (Escalante, m. 65), Diop, Cucurella (Cardona, m. 81); Sergi Enrich y Charles. No utilizados: Riesgo, Paulo Oliveira, Pedro León y Kike Garcia.

Celta: Rubén; Hugo Mallo, David Costas (Hjulsager. M. 88), Hoedt, Araujo, Juncà; Brais Méndez, Okay (Fran Beltrán, m. 64), Lobotka, Jensen (Boufal, m. 67); y Maxi Gómez. No utilizados: Sergio Álvarez, Cabral, Jozabed y Apeh.

Árbitro: Cuadra Fernández. Amonestó a José Ángel y David Costas

Gol: 1-0. m. 87. Sergi Enrich.

Ipurúa. 4.682 espectadores.

El Celta ha tomado un itinerario opuesto al que recorrió durante los últimos años. Aquel equipo recio y coriáceo que durante décadas tuvo que adaptarse al escenario en el que actuaba, a la lluvia y el barro, abrazó a finales del siglo pasado otra cultura futbolística. La promovieron tipos como Víctor Fernández, Eusebio, Luis Enrique, Berizzo o incluso Unzué y Lotina, que dio herramientas futbolísticas a magníficos jugadores que llevaron al equipo a la Liga de Campeones. Al margen de los resultados, en los últimos años el Celta siempre quiso la pelota y así se ha privilegiado un estilo del que hizo escuela para larvar excelentes futbolistas en su vivero.

Hace dos semanas el Celta sufrió un serio revolcón en Balaídos frente a Levante que dejó a su entrenador tiritando. Miguel Cardoso llegó a Vigo con vitola de estudioso y un libreto que indicaba que quería ser protagonista con el balón y lo iba a hacer circular desde atrás para jugar con muchos hombres en campo rival. Justo lo contrario fue lo que hizo el Celta la jornada pasada en Vitoria para rascarle un empate al Alavés con una línea trasera de cinco hombre y otra de cuatro por delante. Eso fue lo que intentó repetir en Eibar, pero encajó un gol al final del partido y todo lo armado, que ya no parecia bueno, semejó peor: el Celta jugó como un equipo menor, mereció perder y lo hizo tras un partido lamentable en el que renunció a todo lo que no supusiese parapetarse ante su portería.

Al Eibar le costó ganar un partido que dominó en todas las facetas. Le faltó pericia en las áreas, no tanto en el remate como en la capacidad de sus delanteros para habilitarse. Incluso le permitió coartada al Celta, que antes del descanso tuvo dos clarísimas ocasiones para marcar, una se la sacó en un mano a mano Dmitrovic a Brais Méndez, en la segunda el novel internacional habilitó a Maxi Gómez, que mandó al palo un remate franco.

Mal haría el Celta en escuadarse en un par de episodios para justificar un estilo, unos modos y maneras que no explotan las fortalezas de la mayoría de sus futbolistas, condenados a correr tras la pelota incapaces de tomarla y hacerse valer con ella. El Eibar les sometió y les hizo pagar un mal rato. Nadie podrá argumentar que no estaba avisado: juego por bandas y centros al área, Orellana y Cucurella indetectables por su tendencia a pisar zonas interiores partiendo desde los flancos, empuje, insistencia y fe. Le faltó acierto en la antesala de la finalización al equipo de Mendilibar, que mediada la segunda parte falló incluso un penalti que Charles envió sobre el larguero. Tanto perdón no logró reactivar al Celta, chato, constreñido a realizar un labor, la de la defensa, para la que no está dotado.

Todo desembocó en un gol postrero, los que más alegran y también los que más dolor proporcionan. Podría pensarse que el epílogo del partido, que seguía en el área celeste demandaba a Kike García para bregar en esa zona, pero Mendilibar sorprendió con el recurso a Marc Cardona, casi inédito esta campaña. No optó por la tremenda el Eibar sino por la sutileza y así llegó al triunfo, con el descaro de un caracoleo que desmontó la rigidez de la zaga celeste y le dio un remate inapelable, casi sobre la línea de gol, a Sergi Enrich. Fue tardío, pero nadie podrá alegar que injusto.

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