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Vinicius carga con media tonelada

A la edad del brasileño, referencia a sus 18 años del ataque de un Madrid en crisis, Messi crecía al amparo de Ronaldinho, Deco y Eto'o en un Barça en pleno apogeo

Diego Torres
Vinicius controla un balón ante el Levante.
Vinicius controla un balón ante el Levante. Alex Caparros (Getty Images)

Cuando Lionel Messi se consolidó en el Barça como gran promesa del fútbol mundial sumaba cinco años de adiestramiento en La Masia y había transcurrido el último con un pie en el primer equipo. En su sexta campaña, la 2005-06, al cabo de 25 partidos en todas las competiciones con la primera plantilla metió un gol cada tres encuentros y dio una asistencia cada seis. Lo acompañaron en el ataque el mejor Ronaldinho, Deco, Eto’o y el joven Iniesta en un Barça pujante. Tenía 18 años. La misma edad que ahora tiene Vinicius Júnior, que suma 24 partidos con un promedio de un gol cada ocho y una asistencia cada dos. Hace apenas unos meses que llegó de Brasil y Florentino Pérez, su presidente y su gran promotor, ya le considera el principal argumento ofensivo del Madrid.

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A Vinicius no para de sonarle el móvil: dirigentes, empleados, asesores y técnicos del club le llaman para que se mantenga alerta. Le aseguran que éste es su momento y que no puede desaprovecharlo. Desde los despachos de Valdebebas a la torre de ACS, todos sus interlocutores son conscientes de que representa la gran catapulta para sacar al equipo de la crisis. Este miércoles, ante el clásico de vuelta de semifinales de Copa, deberá cargar prácticamente solo con la responsabilidad del ataque. Enfrente tendrá a Messi.

“Da la sensación de que Vinicius no se ha enterado de lo que se le viene encima”, observa Pablo del Río, psicólogo del CAR de Madrid y responsable desde hace tres décadas de la unidad de psicología del Consejo Superior de Deportes. “Y eso es positivo”, advierte, “porque donde hay responsabilidad él ve un juego. Su incorporación ha sido tan rápida que yo creo que para él, el fútbol sigue siendo un juego. Cuando deje de ser un juego y vea otro tipo de connotaciones su rendimiento podría llegar a bajar. Porque manejar esto, a su edad, no es fácil”.

No se recuerda un caso de genio prematuro obligado a asumir tantas responsabilidades tan pronto en un club grande. Dicen en su círculo que Florentino Pérez cree que Vinicius no tiene techo. Los técnicos de Chamartín observan que el extremo posee un desborde digno de los atacantes de época y esto es exactamente lo que el Madrid necesitaba. Pero temen que el peso que le obligan a sostener sobrepase su escasa experiencia y avisan de que carece de cualidades técnicas para sobrellevar la exigencia con las mejores posibilidades de éxito. Básicamente, los expertos que le monitorizan indican que no tiene ni la imaginación ni el sentido asociativo que sí distinguió a Messi o a Neymar a su edad, y que sirven para resolver problemas en duelos de máxima exigencia.

"Vinicius no ve responsabilidades, ve un juego. El gran deportista no ve problemas, ve oportunidades", dice Pablo del Río, psicólogo del CAR.

Vinicius incorpora en su placa base la condición de palomero. Su naturaleza de aventurero solitario, en momentos de agotamiento o distracción, puede inducirle a desconectarse del juego colectivo. Algo que en los partidos decisivos que se avecinan no podrá permitirse. De ahí las llamadas que recibe de todas las instancias del club pidiéndole una y otra vez que sea consciente de la gravedad del momento y conserve su nivel de actividad.

“A veces”, observa Del Río, “los profesionales deberían hacer una regresión a la infancia, cuando comenzaron a jugar en el patio de un colegio y era todo diversión. Los deportistas del tipo de Vinicius dependen de sí mismos. Él no piensa en las consecuencias, por ejemplo, de perder un balón. El gran deportista no ve problemas, ve oportunidades. Y las utilizan para superarse. Me parece que esta es la fase en la que está Vinicius. Lo importante es que tenga continuidad y si comete errores no pasa nada. Porque ahora no hay nadie que lo haga mejor. Si él tuviera competencia en un equipo que funcionase mejor, tendría que salir diez minutos a demostrar que está bien y que pueden confiar en él. Y eso le haría perder su creatividad y su paz instintiva. En 2010 me preguntaron por Cristiano Ronaldo, que acababa de llegar al Madrid y atravesaba una sequía goleadora. Yo dije que si era bueno, cuando se adaptase al equipo se iba a hinchar”.

Santiago Solari, el entrenador, lo anima con mucho tacto procurando no agobiarlo. Cada vez que le preguntan por el miedo que produce el enfrentamiento con el equipo de Messi, el técnico desdramatiza: “Nos merecemos disfrutar de este partido. La palabra miedo no existe para nosotros. La perspectiva del jugador siempre es de disfrute en la competencia”.

“Los compañeros han ayudado mucho a Vinicius”, dice Solari. “Que veteranos de mil batallas te dediquen su tiempo a aconsejarte es una forma de respeto que se ha ganado por su talento”.

Vinicius da la impresión de que ni siente ni padece. Las fuentes de su inspiración son tan insondables que hay compañeros que le vieron más entusiasmado en un partido de Segunda B que jugando en el Camp Nou. El domingo le preguntaron si Messi le daba miedo y respondió con esa sonrisa de viejo reptil que inmediatamente alumbra su rostro: “Messi es increíble pero nadie nos asusta”, dijo. “El clásico siempre es un partido bonito y estamos listos para todo lo que viene”.

El plan de Solari es presentar el equipo titular en el clásico de Copa, rotar en el clásico de Liga del sábado, y volver con todo para recibir al Ajax. El esquema no ofrece dudas: Vini será titular entre semana; Bale, el sábado.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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