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Gales encuentra la grieta de Inglaterra

El ‘XV del Dragón’ remonta con su endiablado juego al pie (21-13) y despoja del liderato a su eterno rival en una cita clave

Josh Adams logra un ensayo ante la mirada de un jugador ingles.
Josh Adams logra un ensayo ante la mirada de un jugador ingles.Dan Mullan (Getty Images)

El duelo entre los dos invictos tras las dos primeras jornadas del Seis Naciones se lo llevó el XV del Dragón, más intenso y resolutivo que una Inglaterra que venía de arrollar a Irlanda y Francia. Gales logra un récord nacional con su duodécima victoria seguida y desplaza del liderato a su gran rival, que ahora necesitará de un tropiezo de los galeses ante Escocia o Irlanda en las dos últimas jornadas. Los ingleses aseguraban que Cardiff ya no era terreno inexpugnable tras haber vencido en 2015 y 2017. Este sábado cruzarán el Severn de vuelta a Londres con un recordatorio de su vulnerabilidad.

Seis partidos después, Inglaterra no ensayaba en los tres primeros minutos. El duelo tomó alto voltaje en un derroche de intensidad y de esfuerzo. Como prueba, el tiempo de juego efectivo fue muy elevado. Ambas selecciones exigían el máximo en un duelo llamado a decidirse por errores. Cada manotazo para arrebatar el oval tenía réplica instantes después, los zagueros –Williams y Daly– embolsaban con tino las constantes patadas envenenadas y los placajes eran pequeños asaltos. Gales tenía la misión de anular a cualquier precio a Billy Vunipola, el gran termómetro de la tercera inglesa, y el XV de la Rosa castigaba al gladiador galés, Alun Wyn Jones. No era un ambiente fértil para la amistad. No sorprende que el narrador de la BBC tuviera que pedir perdón cuando el micrófono del árbitro reprodujo expresiones malsonantes de los jugadores antes de una melé.

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Ante una Inglaterra granítica, Gales cedió terreno por sus errores a balón parado. Desde dos saques de touch perdidos en zona noble rival a otro que cedieron en su retaguardia y que sirvió la primera invitación a los ingleses. Poco después, Kyle Sinckler, apodado por el seleccionador galés, Warren Gatland, como “bomba de relojería”, forzó el hundimiento de la melé local y Owen Farrel abrió el marcador con una patada a palos. Minutos después, los galeses no cuidarían adecuadamente el balón en el maul y Lawes se lo sustrajo con un manotazo al corazón de la plataforma. El XV del Dragón no supo recolocar sus piezas y Justin Tipuric le abrió la puerta al ensayo a Tom Curry. El prometedor tercera inglés se confirma como escudero de Vunipola en una posición crucial para el XV de la Rosa.

Gales canjeó con tres puntos su mejor incursión a campo rival ante una Inglaterra muy sólida que pasa en apenas segundos de defenderse junto a su propia línea de marca –encomiables cargas de Nowell y Vunipola para salir de una situación comprometida– a visitar la rival con las contras de Jonny May. Los locales casi agradecieron irse al descanso (3-10).

El paso por vestuarios cortó el frenesí de juego corrido y Gales sacó partido. Sinckler dio la razón a Gatland con una falta tras otra y dejó el campo tras la advertencia personalizada del árbitro. Por el camino, los locales se plantaron en campo rival y asumieron como hormiguitas la remontada. En cuanto jugaban con ventaja, canjeaban sin miramientos la patada a palos.

La entrada al campo de Dan Biggar, el héroe del último triunfo galés ante Inglaterra en el Mundial de 2015, volteó el partido, por más que Farrell ampliara la escasa renta a cuatro puntos tras un golpe de castigo por retención. Los locales respondieron con el ataque más memorable del torneo. Hasta 35 fases entre las acometidas galesas y la firme defensa inglesa plantada en su línea de cinco metros. Aguantaron todo los visitantes, desde las cargas de los delanteros –genial el movimiento de Jones desde el suelo­– a las aperturas a la banda. También los locales, precisos para sujetar el oval ante placajes inmisericordes. Hasta que el sprint de George North rompió la última cortina y Cory Hill ensayó como premio al esfuerzo de sus gordos. Biggar convirtió una exigente transformación y noqueó a las camisetas blancas.

No tuvo réplica el XV de la Rosa, encerrado con las patadas inmaculadas de Biggar y Williams. El tiempo se escurría entre melés cuando Josh Adams, muy hábil con las manos, cazó una patada precisa junto a la línea de marca para ensayar, cerrar la contienda a falta de dos minutos y dejar a los ingleses sin punto bonus defensivo –perder por menos de siete puntos– en un estadio eufórico. El resultado mantiene las opciones de Irlanda, que juega este domingo en Roma y aún tiene que visitar Cardiff, que confirma otra estadística: Inglaterra ha perdido sus 11 visitas a tierras galesas en año que termina en nueve desde 1899.

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