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Cazorla baja a la tierra al Madrid

Tras las pompas por el Mundialito, el Real flojea de nuevo en LaLiga y solo logra un empate ante un Villarreal con más colmillo y liderado por el asturiano, autor de dos goles

José Sámano
Cazorla hace el 2-2 ante Courtois.
Cazorla hace el 2-2 ante Courtois.Soccrates Images (Getty Images)

Un asturiano de 34 años martirizado como pocos por las lesiones en los últimos años evitó que un Madrid destartalado sacara provecho de una jornada para las rebajas con el líder Barça y otros rivales. Cazorla, en su merecida gran jornada tras el que parecía un calvario eterno, se agigantó sobre los de Solari y les dejó con un punto de poco alivio. Frente al atrofiado Madrid del segundo tiempo se interpuso Cazorla, corneta de un Villarreal con mucho más colmillo que el menguante Real.

Villarreal, 2 - Real Madrid, 2

Villarreal: Asenjo; Layún, Álvaro González, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Javi Fuego (Trigueros, min.83), Cáseres (Ekambi, min.63), Fornals, Cazorla, Chukweze; Gerard Moreno (Bacca, min.69).

Real Madrid: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos (Vinicius, min.86), Modric (Valverde, min.64); Bale (Isco, min.46), Benzema, Lucas Vázquez.

Goles: 1 - 0, min.4, Cazorla. 1 - 1, min.7, Benzema. 1 - 2, min.20, Varane. 2 - 2, min.82, Cazorla.

Árbitro: González Fuertes (C. Asturias). Amonestó a Álvaro (min.45) y Jaume Costa (min.90) por parte del Villarreal. Y a Casemiro (min.41) y Ramos (min.89) en el Real Madrid.

No acaba por cuadrarse el Madrid. De nuevo espasmódico. Esta vez en Vila-real, donde pasó por distintas fases. De entrada, aturdido por el pedalear del hábil Chukwueze, un extremo con patines que hizo gripar a Marcelo. En un parpadeo, a los dos minutos, el nigeriano ya se había ganado un duelo esgrimista con Courtois, resuelto por el belga con los pies. Con la pájara de Marcelo, Chukwueze abrió gas de nuevo, conectó con Cazorla y el asturiano acunó la pelota a la red con un toque combado. Un brindis por Cazorla, de nuevo ese jugador con frac que abrocha el balón como pocos.

Siete años después de que el exinternacional volviera a marcar al Madrid —antes lo hizo con el Málaga—, Sergio Ramos fue el auxilio de Marcelo, en La Cerámica un zaguero de garrafón ante el pujante Chukwueze. La escolta del capitán corrigió un tiempo al Madrid, que arrestado el nigeriano logró el gobierno tras su primera aventura ofensiva. Un calamitoso pase del central Álvaro derivó en una trenza entre Carvajal y Lucas Vázquez. El centro del gallego lo cabeceó Benzema en la frontera del área chica. El francés tuvo tiempo para rematar de maravilla. Y hasta pudo haberse permitido una siesta suspendido en el aire. No hubo alguacil amarillo que le atosigara.

El empate dio vuelo a los de Solari, agitados por el travieso Lucas, orientados por Modric y dirigidos desde el observatorio de Benzema. Asenjo evitó un tanto de Lucas antes de verse a la intemperie frente a un cabezazo lejano de Varane: 1-2. Un rato de lucidez y equilibrio (Casemiro) le permitió al Madrid retorcer el marcador. Entonces irrumpió otro Real, ambulante como es en cada partido. Ni el atrofiado del comienzo ni el autoritario que giró el resultado. Emergió un equipo más ensimismado.

Con el Madrid más dispuesto al gregarismo para sostener al Villarreal que a descamisarse en tierra contraria, el choque dio otro volantazo. La pelota volvió al cuadro de Luis García, conjunto con más predilección por el juego directo que por el fútbol de escuadra y cartabón. Consecuencia de su merma genética. En su brillante historia en la élite, el Villarreal siempre tuvo un faro en el eje, fuera Senna, Bruno o Rodri. El submarino se interpretaba a partir de sus medios-centros. Hoy no tiene secuelas y se apaña como puede con otro andamiaje. Ahora, más que de balizar sobre los sennas se cuelga de volantes como Fornals y Cazorla, más óptimos para la sala de espera del área rival que como primera opción de tránsito. Pese a todo, el Villarreal sacó de plano al Madrid, sometido en más de un periodo. Ni siquiera la entrada de Isco le dio la tutela. El regreso del malagueño a la pasarela fue anticipado por la enésima lesión, molestia, dolor, congoja o lo que sea que le ocurra a Bale. Ni la tele, rayos x del fútbol, pudo diagnosticar el motivo de la cojera del galés justo antes del descanso.

Llegado el segundo acto, el Madrid renegó de la pelota, como si fuera un molesto artefacto. Nada que ver con el gabinete de futbolistas con gusto por mimar el balón, caso de Benzema, Isco, Kroos, Modric... Entumecido el Real, su adversario emprendió la carga en campo ajeno. Sin centrocampistas para articular el juego, Luis García se decidió por la caballería y tiró de delanteros como Ekambi y Bacca. No hubo sustos para Courtois, pero sí un merodeo casi constante por su periferia. Sin embargo, fue Lucas quien tuvo la mejor oportunidad del segundo tramo antes del 2-2. Tras una cadena de pifias en la retaguardia local, el gallego se presentó ante Asenjo. Benzema esperaba a un palmo para soplar el gol a puerta vacía, pero Lucas retó a Asenjo y le salió cruz. Un espejismo. La bandera del duelo era del Villarreal. Y su empeño tuvo fruto con el inesperado tanto del empate de Cazorla. No porque el asturiano sea un negado ante el gol, suerte que no le ha encumbrado, sino por la ejecución. A un globo de Fornals llegó él, el de menos techo del partido, para por segunda vez en su carrera marcar de cabeza. Justicia poética para Cazorla, de nuevo en la cumbre y en la mejor pasarela, ante el reciente ganador del Mundialito de clubes. LaLiga sí que es un everest y máxime con el Barça a siete puntos.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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