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Víctor Fernández: “La vocación y el gusanillo por entrenar no se pierden nunca”

El técnico regresa a los banquillos para intentar salvar a su Zaragoza

Jordi Quixano
Víctor Fernández, en el banquillo del Zaragoza.
Víctor Fernández, en el banquillo del Zaragoza.Javier Cebollada (EFE)

El día anterior a cerrar el año, la niebla se propagó por la capital aragonesa durante las primeras horas de la mañana. Momentos después, sin embargo, salió el Zaragoza al campo de entrenamiento de la ciudad deportiva y el frío y la bruma dieron paso al sol como si de una alegoría se tratase, pues desde que llegó Víctor Fernández (Zaragoza, 58 años) por tercera vez al banquillo de La Romareda todo parece de otro color, más luminoso y optimista.

Pregunta. En la última década tuvo tres escarceos en los banquillos y pasó a dirigir la cantera del Madrid. ¿Daba por descontado que no iba a entrenar más?

Respuesta. La vocación y el gusanillo no se pierden nunca. En la cantera del Madrid estaba encantado y pasé dos años fantásticos con un fútbol diferente que me entusiasmó. Era otra etapa, quizá de madurez, porque ya había disfrutado y sufrido muchos partidos. Por lo que no me valía cualquier cosa para volver a los banquillos y solo me movería por algo que me provocara entusiasmo. Lo que no me esperaba era volver al Zaragoza.

P. ¿En casa no le dijeron que por qué se enredaba?

R. No, no. Mi mujer me dijo que me llevara por lo que me dictara el corazón. No me puso ninguna pega. Aunque sí tuve muchos amigos que me llamaron loco y me pidieron que pensara con la cabeza. Pero es mi decisión y voy con todas las consecuencias porque tengo ilusión y energía.

P. ¿Le molesta que le critiquen la edad, cuando tiene los mismos años que Löw, Sarri, Benítez, Ancelotti…?

“No me valía cualquier cosa, pero no me esperaba volver al Zaragoza”

R. Hay una ley en el fútbol que dice que cuando uno se aleja del circuito, parece que está desaparecido o que ya no es interesante, más allá de la edad y de los partidos que haya dirigido. Pero uno tiene la obligación permanente de ver fútbol y puedo decir que en este tiempo he visto todo y más. Quizá como aficionado y no como profesional que analiza y desmenuza, pero me obligaba a estar al día en las cuestiones metodológicas y las nuevas ideas.

P. ¿Y en qué ha evolucionado el fútbol en esta década?

R. Ha ido hacia las cifras, números, estadísticas y ordenadores a cambio de abandonar un poco de la esencia del juego. Como en los cuerpos técnicos; ahora, sería inconcebible no ser siete u ocho porque hay más información, datos, cifras. Y eso nos ha alejado de profundizar en el juego, que es lo que se ve y emociona.

P. ¿Usted siempre buscó emocionar?

R. Siempre. El Zaragoza de la Recopa [1995]jugaba con un 4-3-3, que por entonces era poco usual. Puede que fuera porque yo era muy joven y tenía más espíritu de aventura y tomaba decisiones arriesgadas. Pero lo hacía porque las sentía. Quizá con la edad se apodera la calma, la seguridad y la conservación.

P. Pues no ha variado mucho su propuesta de fútbol, ¿no?

R. No mucho… [RÍE]. Es que lo hago desde la convicción. Tengo los jugadores adecuados para ello, para defender la idea. Y también porque era un discurso necesario y obligatorio, que la gente necesitaba escuchar. Ser atrevidos, no tener miedo a fallar y equivocarse, conseguir tener libertad creativa… Si lo sientes, el jugador lo capta enseguida. Debemos querer ser protagonistas, ambiciosos y dar la sensación siempre de que queremos ganar.

P. ¿Y todo lo hace sin cobrar?

R. Sí. Bueno, no. Hay que ser honestos. Vengo con seguridad social, por lo que no soy un trabajador ilegal, ¿eh? Pero no he negociado nada y también quiero aclarar que no hay pactos como se dice por ahí. Que si primas por la salvación, que me darán más años… Nada de nada. Lo hago porque quiero corresponder, y no lo lograré, a lo que el Zaragoza me ha dado a mí.

P. ¿Con la deuda económica que tienen, desaparecería el club si descienden?

R. Ni lo pienso porque es algo que no va a pasar. Estoy seguro.

P. ¿Ven la luz al final del túnel?

R. Llevamos una travesía muy larga, muy dura y plagada de señales de desencanto, malhumor y melancolía por tiempos pasados. La solución es ascender cuanto antes, pero debe responder a un gran plan en el que se involucren componentes sociales, políticos y estratégicos a nivel deportivo. Incluso con cambios en LaLiga. No pueden tratarnos como a los demás si somos los más vistos de Segunda con diferencia y también que muchos de Primera; es algo que no se ve correspondido con el reparto de los derechos televisivos.

“El fútbol ha ido hacia las cifras a cambio de perder un poco de esencia”

P. ¿Se llega a esta situación cuando un dirigente quiere convertir el fútbol en negocio como hizo el expresidente Agapito Iglesias?

R. El fútbol es un deporte que es un espectáculo y que con el tiempo se ha convertido en un negocio. Ahora prevalece sobre el juego, sobre el componente social. Y cuando eso ocurre se tienen muchas opciones de fracasar. Para mí el negocio en el fútbol es tener a los mejores jugadores porque con eso consigues lo demás.

P. ¿Y le preocupa que no siga esta directiva?

R. Todo preocupa. Pero solo me ocupa el equipo. Bastante tengo con eso. Me centro en recuperar la confianza del jugador para alejarnos de la zona peligrosa. Tenemos que despejarnos la cabeza para poder funcionar.

P. ¿Qué vestuario se ha encontrado?

R. Pues topé con un equipo abatido, con mucho dolor y sin confianza, que ha tenido tres entrenadores en poco tiempo. Pero también a jóvenes receptivos y con muchas ganas, además de a unos capitanes con ganas de ayudar y sumar.

P. Así se expresaron en el triunfo ante el Extremadura, ¿no?

R. Desde luego. Aunque yo me equivoqué en la rueda de prensa anterior al partido porque tenía muy buenas sensaciones y fui demasiado transparente. El grupo habían asimilado el mensaje y entendía el plan, pero no sabía cómo competiría. Pero al final funcionó y se ganó, pero de lo que más orgulloso estoy es el cómo se hizo: con valentía e intención.

P. Y eso que a la media parte iban perdiendo.

R. Ahí fue la clave. Les dije: “Estáis ante un ejercicio máximo de fe porque estamos perdiendo jugando bien. No podemos dudar o alejarnos del camino. Estamos cruzando el río y no podemos dudar”. Respondieron muy bien.

P. ¿El objetivo es la permanencia?

R. No podemos pensar en otro. Es una amenaza tan latente y real… Va a ser largo y costoso, pero saldremos del pozo.

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