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El cocinero que se comió al aparato institucional

Aitor Elizegi, apóstol del movimiento culinario 'Slow Food', se convierte contra pronóstico en el nuevo presidente del Athletic

Jon Rivas
Aitor Elizegi, nuestro presidente del Athletic.
Aitor Elizegi, nuestro presidente del Athletic.Miguel Toña (EFE)

A la familia de Aitor Elizegi Alberdi (Bilbao, 1966) no le hizo demasiada gracia que su hijo decidiera matricularse en la segunda promoción de la Escuela de Hostelería de Galdakao. Ellos pensaban en una carrera más convencional: “A mi padre le di un disgusto. Fue un fracaso porque él era delineante y trabajó toda su vida en la misma empresa”.

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Pero al nuevo presidente del Athletic, que le cogía puñados de angulas a su abuela pescatera para comérselas frías y repartía las barras de pan del comercio de su madre por las casas, le atraían sin remedio los fogones y las cazuelas, en los que irrumpió cuando en el País Vasco acababa de explotar la revolución de la cocina, las recetas revolucionarias empezaban a desplazar a los guisos tradicionales, y la thermomix a la olla a presión.

En los noventa se lanzó a la aventura con el restaurante Gaminiz de Plentzia, y después amplió sus perspectivas y sus negocios. Se hizo apóstol del Slow Food, un compromiso con la buena comida y el medio ambiente. El público le empezó a descubrir a través de sus colaboraciones en Radio Bilbao, donde explicaba las motivaciones de ese movimiento, y también hablaba del Athletic.

Con el Bascook y el Txocook amplió sus sueños hosteleros, al tiempo que se hacía con la presidencia de Bilbao Dendak, la asociación de comerciantes más potente de Bizkaia. Sustituyó en el cargo al periodista Juan Carlos Ercoreca, que fue corresponsal político de varios medios vascos hasta que tuvo que encargarse de los negocios de su padre. Ercoreca fue una de las figuras clave para el impulso definitivo de la candidatura de Elizegi. Había sido vicepresidente del Athletic y fue derrotado en las elecciones de 2007 por Fernando García Macua. Ahora se hará cargo de la Fundación Athletic, de donde saldrá el exjugador Ritxi Mendiguren, amigo íntimo de Josu Urrutia.

Elizegi es presidente contra pronóstico. Nadie daba un duro por él cuando decidió tomar parte en el proceso electoral. El aparato institucional jugaba a favor de Alberto Uribe-Echevarria. Además, el cocinero anunció primero que se presentaba, descartó tal posibilidad apenas 24 horas más tarde y, finalmente, cuando su oponente creyó que tenía vía libre regresó a la batalla. Tenía en contra el tiempo para recoger las firmas necesarias para poder optar a las elecciones. Las entregó a última hora. También se enfrentaba a los siete años de mandato de Urrutia, que al frente de la junta gestora realizó una serie de movimientos en forma de renovación de futbolistas que parecían más una jugada de propaganda a favor de Uribe-Echevarria. Además, la polémica se avivó cuando en la fotografía oficial de la firma de Óscar De Marcos aparecía en una esquina la figura de Javier Aldazabal, miembro de la candidatura oficial que no debería estar ahí porque ya no era miembro de la directiva. En el club negaron que fuera él, después rectificaron y señalaron que sí era, y que había acudido a la sede del club a por papeletas. Elizegi protestó.

Lo deportivo, la prioridad

También se llevó una decepción cuando el PNV, de forma explícita, le dio su apoyo a Alberto Uribe-Echevarria. El cocinero es afiliado del partido nacionalista, fue uno de los firmantes de una carta de apoyo a la candidatura de Iñigo Urkullu como lehendakari y vio cómo la presidenta del Bizkai Buru Batzar, Itxaso Atutxa, acudía a la presentación de la candidatura de su oponente, sin afiliación partidista conocida.

Pese a todo, el sueño recurrente de Aitor Elizegi de ser presidente del Athletic se cumplirá. Los socios, en gran parte, castigaron la gestión de Urrutia, su visión particular del club. No está tan claro que todos sus objetivos se puedan cumplir, aunque dispone de un equipo solvente a primera vista, por el volumen de sus currículums, que tratará de ponerle en tierra firme. Su primer empeño será sacar al equipo del pozo. Luego vendrán las gradas populares, el equipo femenino, el Athletic 3.0 o los demás sueños que planea, pero lo primero es lo primero: “Llegar a los puntos necesarios para que la afición y el equipo estén tranquilos”.

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