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El balonmano sigue en los huesos

Salvo el Barça, que gana sin oposición, la liga Asobal que dominó Europa no sale del túnel: presupuestos escasos, éxodo de jugadores, ausencia de estrellas y poca visibilidad

Lorenzo Calonge
El jugador del Barça Ariño efectúa un disparo ante Hernández, el portero del Balonmano Logroño en la pasada Supercopa.
El jugador del Barça Ariño efectúa un disparo ante Hernández, el portero del Balonmano Logroño en la pasada Supercopa.fernando díaz (AS)

"Venimos de comer jabugo y ahora solo hay chistorra". Al entrenador del Balonmano Benidorm, Zupo Equisoain, un volcán en la pista, le puede todavía la melancolía cuando piensa en qué ha quedado la liga Asobal. De la época dorada, de la que él fue protagonista como técnico del San Antonio de Pamplona, ya solo quedan las raspas. La crisis económica se lo comió todo. La selección española se alzó campeona de Europa a principios de este año, su tercer podio continental consecutivo, pero la competición doméstica sigue braceando en mitad del Pacífico, castigada por la escasa inversión. Aunque sus peores momentos ya pasaron, aún es impensable una vuelta a los tiempos felices.

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Presupuestos reducidos, estructuras semiprofesionales, jugadores y entrenadores nacionales que se van, estrellas extranjeras que no vienen, poco seguimiento mediático y, quizás lo peor, un campeón conocido de antemano. Salvo en el Barça, las heridas continúan siendo serias. Los triunfos de España dan fe del talento y la buena formación, pero falta un torneo potente que canalice esa materia prima. Lo hubo, dominó Europa y el hundimiento financiero se lo tragó. "Años, años y años vamos a necesitar para recuperar lo que teníamos", sentencia resignado Equisoain.

¿Cuánto vale una liga cuyo ganador se sabe desde el primer día de la pretemporada? El Barça lleva ocho títulos consecutivos y, en lo que va de campaña, ha ganado sus partidos por una media de 15 goles de diferencia. El pasado abril, el Granollers acabó con una racha culé de cuatro años y 11 meses sin perder. “Es complejo vender la Asobal”, admite Jota Hombrados, portero del Guadalajara todavía a sus 46 años. "Yo sigo a mi edad en primera línea porque ahora la preparación física de muchos rivales no es tan buena ya que no pueden dedicarse solo al balonmano”, explica. Él levantó cinco Copas de Europa con tres equipos diferentes durante la larga etapa de bonanza, entre los noventa y esta década, en la que cinco conjuntos (Teka, San Antonio, Ciudad Real, Bidasoa y Barcelona) se adjudicaron 14 Champions. Ni el fútbol ni el baloncesto tienen tantos campeones diferentes. Sin embargo, tres de esos clubes desaparecieron y el cuarto, el Bidasoa de Irún, cayó varios cursos a la División de Plata. Vía libre para el Barça. "No recuerdo otro momento en el que un único equipo pueda ganar la liga", apunta Juan Carlos Pastor, el entrenador que hizo en 2005 a la selección campeona del mundo por primera vez.

Todos ansían un nuevo conjunto en Madrid. El recurso de la vieja rivalidad entre las dos grandes ciudades para reanimar un deporte en los huesos. “El balonmano, no solo el Barça, necesita un club en Madrid. Y si se llama Real Madrid o Atlético, mejor”, reclama David Barrufet, guardameta legendario del Palau y actual director deportivo de la sección azulgrana. “En realidad, nos gustaría tener seis o siete oponentes de máximo nivel, como antes, pero eso hay que trabajarlo poco a poco. Creo que se están tomando decisiones adecuadas”, añade.

Por historia y tradición, las miradas se dirigen más hacia el Atlético, cuyo equipo (1947-94 y 2011-13) ganó 11 Ligas, 12 Copas y dos subcampeonatos europeos. “Hay mucha gente en ello, oficial y extraoficialmente, pero estas cosas no son sencillas”, cuenta el presidente de la Asobal, Adolfo Aragonés. Uno de los que más lo desean es Hombrados, portero por la tarde y presidente de la Federación Madrileña por la mañana. “No queremos que venga un gurú y ponga seis millones en dos años”, avisa. “Lo importante es aumentar el número de practicantes, crear una masa social que pueda respaldar un proyecto. Y eso ahora está lejos”.

La crisis, en cifras

-El Barcelona, sin rival. Los azulgrana llevan ocho títulos seguidos. Entre mayo de 2013 y abril de 2018 no perdieron ningún partido.

-Escasa inversión. El presupuesto medio en la Asobal es de 1,1 millones, lejos de la Primera francesa (5 millones) y por debajo incluso de la Segunda (1,6).

-Éxodo a otros países. De los 19 campeones de Europa del pasado enero, 12 competían fuera de España.

-Crisis de la liga, no de la selección. Durante el desplome España ha ganado un título (2013) y un bronce (2011) mundial; un campeonato de Europa (2018), un subcampeonato (2016) y un tercer puesto (2014); y un bronce olímpico (2008).

-Equipos desaparecidos. Teka, San Antonio (los dos con una Copa de Europa y dos Ligas), Ciudad Real (cinco Ligas y tres Champions), Balonmano Valladolid (dos Copas y una Recopa) y Balonmano Aragón (subcampeón de la Copa EHF).

-Época dorada. Durante 22 temporadas (1993/94 - 2015/16), cinco equipos españoles (Teka, Bidasoa, Barça, San Antonio y Ciudad Real) ganaron 14 Champions.

La Asobal es hoy una liga de ciudades pequeñas y medianas. De los 75 municipios más poblados, solo siete tienen un equipo en la máxima categoría (Barcelona, Valladolid, Pamplona, Santander, Logroño, León y Alcobendas). La asistencia media a los pabellones no alcanza los 1.500 espectadores. Todo en la liga es reducido, excepto la distancia entre el Barcelona y el resto, así que el éxodo a otros países se ha convertido en habitual. De los 19 campeones europeos del pasado enero, apenas siete competían en España, y de ellos cinco lo hacían en el Palau Blaugrana. “Antes el jugador no quería y no tenía que marcharse. Ahora hay necesidad. O te ficha el Barça o el joven que busca progresar se tiene que ir”, indica Viran Morros, que en verano cambió el conjunto azulgrana por el imperio del París Saint-Germain, el club con el mayor presupuesto del mundo (17 millones). "Mi caso fue distinto. Me fui porque no me querían. O me iba fuera o me retiraba", aclara.

Francia es, para todos, el modelo a seguir porque sufrió una crisis similar y salió de ella como un cohete. En tres lustros, los clubes de la Primera División han triplicado el presupuesto total (de 20 millones a 71) con una media actual (5 millones) que quintuplica a la Asobal (1,1). “Me gustaría disponer de sus mismos recursos. Envidio la importancia que le dan al deporte”, tercia el seleccionador, Jordi Ribera. Este curso se encuentran allí casi 25 emigrados.

El Niza, una entidad del furgón de cola de Segunda con seis españoles en nómina, tiene el presupuesto más bajo de su categoría (867.730 euros) que, sin embargo, no dista tanto del promedio español, una cantidad en realidad inflada por la inversión del Fútbol Club Barcelona. “Se van allí porque tienen la seguridad de cobrar”, explica Pastor, que también tuvo que hacer las maletas en 2013, al Pick Szeged húngaro, empujado por la crisis. "Si no hubiera sido por que el Valladolid era mi club y tenía a la familia cerca, me habría ido antes. Si quieres jugar o entrenar a nivel profesional, te debes ir", confiesa. Su caso es común: nueve de los 28 clubes de la Champions están dirigidos por españoles.

Un país formador

"Retrocedimos ocho o diez años. Fuimos víctimas del pinchazo inmobiliario y éramos dependientes de lo público", admite el presidente de la Federación Española, Francisco Blázquez. Tras tocar fondo con la desaparición del Ciudad Real -el megaproyecto del constructor Domingo Díaz de Mera- y de su heredero el Atlético, el dinero disponible ha ido creciendo, aunque décima a décima, insuficiente para grandes desembolsos. En este escenario, los jóvenes han encontrado la palanca para saltarse varios escalones de la cadena de aprendizaje y jugar en la liga con la mayoría de edad recién cumplida. “Nos hemos convertido en un país formador”, señala Ribera. Un semillero que debería favorecer a la selección, el estandarte del balonmano nacional en los últimos años, gatillazo de Río 2016 aparte.

“El talento y el conocimiento no los hemos perdido”, afirma Hombrados. Lo que falta es el dinero para tener a los mejores en la pista y profesionalizar las entidades. “La Asobal necesita estructuras económicas, no es solo una cuestión deportiva. Tiene que basarse en el espectáculo, el patrocinio", expone su presidente, Adolfo Aragonés. "Durante mucho tiempo hemos tenido una visibilidad mínima al emitirse por un canal de pago. Fuimos a Televisión Española y nos dijeron que, si queríamos darla en abierto, debíamos pagar la producción y ceder gratis la señal. Ahora, con el encuentro semanal en Gol, hemos multiplicado las audiencias”, asegura el dirigente, sin aportar cifras.

"Seguimos siendo un torneo amateur en muchos aspectos", advierte Jota Hombrados. "No creo que haya departamentos de marketing al margen del Barça, las redes sociales las suele llevar un allegado del club y la parte sanitaria la asume un médico amigo". La situación le recuerda al portero del Guadalajara a sus orígenes, hace casi 30 años. "Había un equipo, el Caja Madrid, que daba la posibilidad a la plantilla de emplearse en el banco. Si surgiera otro igual, muchos querrían ir por ese trabajo más que por lo deportivo".

Un pasado lleno de estrellas

La sensación actual de orfandad aumenta cuando se echa un vistazo a las plantillas de las últimas tres décadas. La lista de grandes estrellas extranjeras que pasaron por la Asobal, algunas incluidas en el altar de los mejores jugadores de la historia del balonmano, es muy extensa. Talant Dujshebaev vino desde Kirguistán en 1992 para jugar en el Teka, donde ganó dos Ligas y una Copa de Europa. Allí ya estaba el portero sueco Mats Olsson. Nacionalizado español en los noventa, Dujshebaev levantó otra Asobal en el Ciudad Real, aunque en el Quijote Arena los mayores éxitos los logró como entrenador. Dirigió a un buen puñado de estrellas (los franceses Didier Dinart y Luc Abalo, el islandés Ólafur Stefánsson, el croata Mirza Džomba o el serbio nacionalizado español Arpad Šterbik), que convirtieron a este equipo en apenas una década en el tercero con más títulos.

Antes de que el pinchazo inmobiliario se cargara al San Antonio, patrocinado por la cementera Portland, por Pamplona pasaron dos figuras de primer orden: el francés Jackson Richardson y el croata Ivano Balić, que luego también estuvo en el Atlético de Madrid. En el Bidasoa, de Irún, club puntero en los ochenta y noventa, disfrutaron con el polaco Bogdan Wenta, el serbio Nenad Peruničić y el portero sueco Tomas Svensson, que hizo casi toda su carrera en España (Atlético, Barça, San Antonio y Valladolid). Y por el Palau Blaugrana el desfile de grandes jugadores extranjeros nunca se ha detenido: el montenegrino Veselin Vujović (también jugó en el Granollers), el croata Patrick Ćavar, el ucranio nacionalizado español Andréi Xepkin o el francés Nikola Karabatić, entre otros muchos.

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