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Tres días con una heroína superdotada para el ajedrez

Anna Muzychuk, símbolo feminista desde que se negó a jugar en Arabia Saudí, compite desde los 3 años

Leontxo García
Anna Muzychuk, el pasado febrero, en el torneo de Gibraltar.
Anna Muzychuk, el pasado febrero, en el torneo de Gibraltar.Sophie Triay (Tradewise Gibraltar)

Desde lejos, la ajedrecista ucraniana Anna Muzychuk, de 28 años, impresiona por todo lo que dice su biografía: aprendió a jugar a los 2, es triple campeona del mundo de partidas rápidas y fue noticia en todo el mundo el pasado diciembre porque se negó a defender su título en Arabia Saudí, a pesar de los cuantiosos premios, como protesta por la discriminación de las mujeres en ese país. Convivir con ella un fin de semana en el torneo de Alcubierre (Huesca) sirvió para comprobar que es tan superdotada como sencilla.

Cuando nació, su abuelo llevó al hospital un caballo de ajedrez para que sus padres, entrenadores de ajedrez, se lo dieran lo antes posible. Aprendió a mover las piezas a los 2 años, algo muy excepcional porque la inteligencia abstracta no suele empezar su desarrollo hasta los 5 o 6, salvo en superdotados. Y también es extraordinario que recuerde con detalle vivencias de cuando tenía 3, y que ahora comparte en este pueblo oscense de 400 habitantes con un grupo de niños de la Escuela de Ajedrez de Alcubierre (gestionada por la Asociación de Amas de Casa y Consumidores, junto al Ayuntamiento), que han venido a pasar la mañana con ella: “Mi padre me llevaba a un parque cuyos senderos tenían baldosas cuadradas blancas y negras, yo imaginaba que era un peón, e iba saltando entre ellas”. Su discurso para los niños continúa con el recuerdo de que a los 6 ya era campeona de Europa sub 7: “El premio fue la bicicleta más bonita que había en mi ciudad, Lvov [Leópolis en español, 800.000 habitantes]”.

Cuando el periodista le preguntó —durante la cena de la noche anterior— por el eterno debate de si los genios nacen o se hacen, genes o educación y entorno, dijo que probablemente las dos cosas, pero que en su caso influyó más lo segundo, la estimulación intelectual muy temprana. A los niños se lo explica así: “Enseguida empecé a viajar con frecuencia para jugar torneos. Iba a clase mucho menos tiempo que los demás niños, pero mis notas eran de las mejores. Yo se lo atribuyo al ajedrez que, además de ser muy divertido, me permitió desarrollar desde pequeña muchas habilidades y valores importantes que también me servían en la vida de cada día: disciplina, memoria, planificación, gestión del tiempo, respeto por los demás…”.

Anna Muzychuk, de espaldas al tablero, poco antes de comenzar una partida a ciegas el pasado día 22, contra un grupo de niños de la Escuela de Ajedrez de Alcubierre (Huesca)
Anna Muzychuk, de espaldas al tablero, poco antes de comenzar una partida a ciegas el pasado día 22, contra un grupo de niños de la Escuela de Ajedrez de Alcubierre (Huesca)Marga Bretos

Esas circunstancias eran muy tentadoras para que la familia Muzychuk emulase con Anna y su también extraordinaria hermana Mariya (excampeona del mundo en la modalidad clásica) el asombroso experimento pedagógico de las tres hermanas húngaras Polgar, cuyos padres las educaron en casa, con el ajedrez como una asignatura más, sin ir al colegio excepto para los exámenes. “No. Siempre tuvimos claro que ir a la escuela era importante. Ahora bien, siento una profunda admiración por la familia Polgar y especialmente por Judit [la menor de las tres hermanas], la mejor ajedrecista de la historia”, responde a los periodistas de la comarca de Los Monegros.

El ambiente durante los tres días en Alcubierre permite cierta relajación: Anna es la invitada especial; no tiene que competir, salvo en una exhibición de 24 partidas simultáneas (gana todas, en menos de dos horas) y una partida a ciegas (de espaldas al tablero, memorizando la situación de las piezas) con los estupefactos niños, que juegan en consulta. Cuando habla con la prensa local muestra empatía e inteligencia emocional: “No creo que en ningún otro país haya un pueblo de sólo 400 habitantes donde hayan estado tantos campeones del mundo y otras estrellas del ajedrez como en Alcubierre durante los últimos doce años. Además, he visto una hermosa mezcla de gentes, niños pequeños, un señor de 95 años… Para mí, firmar en el Libro de Honor de este Ayuntamiento es realmente un gran privilegio. Ojalá esta tradición tan estimulante dure muchos años”.

El alcalde de Alcubierre, Álvaro Amador, muestra a Anna Muzychuk dónde debe firmar en el Libro de Honor del Ayuntamiento, el pasado día 21. A la izquierda, la torre mudéjar, obsequio para los invitados especiales al torneo.
El alcalde de Alcubierre, Álvaro Amador, muestra a Anna Muzychuk dónde debe firmar en el Libro de Honor del Ayuntamiento, el pasado día 21. A la izquierda, la torre mudéjar, obsequio para los invitados especiales al torneo.Enrique Llobell

Es un entorno apropiado para analizar con calma el enorme eco mundial de su gesto de rebeldía del pasado diciembre: “Todo empezó con un mensaje que colgué en mi Facebook, sin imaginar siquiera la tremenda repercusión que iba a tener. Entre las reacciones que más me han emocionado están las de hombres y mujeres de países musulmanes, que me animan y agradecen un gesto que puede ser útil para mejorar la situación de las jugadoras de ajedrez, y ojalá sea también un granito de arena para mejorar las condiciones de vida de las saudíes en particular y las mujeres del mundo en general”.

Se ha acostumbrado a contestar tropecientas veces las mismas preguntas, y lo hace con profesionalidad y buen tono. Una de las frecuentes: ¿Por qué se negó a jugar ese Mundial en Arabia Saudí si precisamente era el primer torneo donde permitieron que las mujeres jugasen sin velo? “Porque en todo caso tenían que ponérselo para salir a la calle, y siempre acompañadas por hombres. Reconozco que es un paso adelante. También lo es que ahora las saudíes puedan conducir automóviles. Pero son pasos muy pequeños; las mujeres saudíes siguen sojuzgadas y discriminadas”.

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Anna y su hermana Mariya, que adoptó la misma postura, eran muy conscientes de que su negativa a jugar implicaba renunciar a ingresos muy sustanciales (medio millón de euros era la bolsa de premios del Mundial Femenino de partidas rápidas). Ambas han confirmado con otros hechos que se trata de una cuestión de principios, no de mercadotecnia: “Una marca de cerveza nos ofreció patrocinarnos, y dijimos que no. Estamos dispuestas a anunciar marcas, pero deben encajar con nuestras ideas éticas”, asegura.

Y no podía faltar el gran misterio del ajedrez, la pregunta del millón. ¿Por qué solo hay una mujer entre los cien primeros del mundo? “En buena parte es por educación porque, en muchos países, el número de niños practicantes ya es mayor que el de niñas, y la diferencia crece aún más en la adolescencia; hay que recalcar que el ajedrez es muy divertido y muy útil, tanto para niños como para niñas”. Además, está la resistencia física, que yo trabajo duramente, incluyéndola en mi entrenamiento diario”.

De izquierda a derecha: Anna Zatonskih (EEUU), Mariya Muzychuk (Ucrania), Valentina Gunina (Rusia) y Anna Muzychuk (Ucrania), durante el torneo de Gibraltar en enero de 2017.
De izquierda a derecha: Anna Zatonskih (EEUU), Mariya Muzychuk (Ucrania), Valentina Gunina (Rusia) y Anna Muzychuk (Ucrania), durante el torneo de Gibraltar en enero de 2017.Sophie Triay (Tradewise Gibraltar)

El alcalde de Alcubierre, Álvaro Amador, recalca en su discurso de clausura: “Cada año, cuando pensamos en el invitado especial, buscamos que sea un campeón con gran calidad humana y cercanía. Este año hemos vuelto a acertar de pleno con Anna, que representa los valores de la igualdad entre hombres y mujeres, y ha demostrado una total coherencia en su trayectoria profesional y personal”. Un periodista pregunta a Muzychuk sobre si su trajín como ajedrecista es compatible con la vida en pareja: “No tengo novio. Cuando llegue el momento, le advertiré de que le costará entender el tiempo que paso frente a un tablero y una pantalla, y lo mucho que viajo. Pero le dejaré claro mi amor, y espero que eso funcione”.

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Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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