Jaime Santos cae ante Vallejo de manera dramática
El leonés se rinde en una posición ganadora del último asalto y luego pierde el desempate rápido


Todo indicaba que Jaime Santos, de 22 años, iba a ser profeta en su tierra, pero fue eliminado por Paco Vallejo en la 2ª semifinal después de sufrir una tragedia deportiva: se rindió en una posición ganadora. El menorquín, 39º del mundo, de 35 años, se impuso después en el desempate rápido (en total, 3,5-2,5 a su favor), y disputará la final del XXXI Magistral Ciudad de León este domingo frente al estadounidense Wesley So, quien sufrió mucho el viernes para imponerse por 2,5-1,5 al portentoso indio Rameshbabu Praggnanandhaa, de 12.
Parecía que, por fin, Santos empezaba a corregir su gran problema desde niño, el que lastra su enorme talento y le ha costado varias medallas en Mundiales y Europeos de diferentes edades: jugar demasiado rápido cuando no hay necesidad alguna de ello. “Ese problema de Jaime recuerda un poco al de la selección española de fútbol en su partido del otro día contra Rusia. De poco sirve dar tropecientos pases si son horizontales; y jugar muy rápido cuando te sobra tiempo en el reloj es igual de inútil, y puede costarte muy caro”, explicaba Marcelino Sión, entrenador de Santos desde sus torneos infantiles, y al mismo tiempo organizador del Ciudad de León.
Los magníficos reflejos del joven leonés son, en principio, una de sus grandes virtudes. Y están estrechamente conectados con su muy profunda comprensión de la estrategia: es capaz de saber en muy pocos segundos cuál es el mejor plan en cualquier posición, y de ejecutarlo después con muy poco tiempo de reflexión, lo que somete a sus rivales a una presión que a veces se convierte en suplicio.
Así ocurrió en el primer asalto de la semifinal contra Vallejo, quien optó con negras por la conservadora Defensa Petrov. En lugar de complicarse la vida con las variantes más agudas, Santos optó por un planteamiento que recuerda a los de Anatoli Kárpov cuando fue campeón del mundo durante diez años consecutivos: una ventaja pequeña pero consistente y duradera, combinada con un ritmo de juego muy estresante para el rival. Y el menorquín, cuyo principal punto débil siempre fue la gestión del reloj, tuvo que claudicar.
Vallejo intentó ganar con blancas la segunda partida, y de hecho logró la ventaja de un peón. Sin embargo, todo era aparente, porque Santos dispuso sus piezas presionando de tal modo sobre ese infante que su fallecimiento tempranero estaba garantizado. Y así arrancó el empate que ya empezaba a poner al excampeón del mundo sub 18 contra las cuerdas.

Sión fue corriendo a la parte trasera del escenario para aconsejar a su pupilo durante los diez minutos de descanso entre partidas. Ambos daban por supuesto que Vallejo se lanzaría con negras en la tercera, pero se equivocaron porque el balear debió de considerar que eso era demasiado arriesgado frente a Santos, y ese asalto terminó también en tablas sin mucha historia.
Y el duelo llegó así a un punto de máxima presión, con Vallejo obligado a ganar. Sión fue muy claro en su homilía entre bastidores: “Olvídate de que sólo necesitas el empate. Juega la posición que tengas en el tablero como lo harías en una partida normal. Es él quien tiene toda la presión y debe jugar a vida o muerte. Y si pierdes, aún podrás ganarle en el desempate rápido”.
Vallejo obtuvo en la apertura un tipo de posición que en principio le iba bien: fuerte centro de peones, dos alfiles contra alfil y caballo, y muchos recursos. No era menos cierto que todas las piezas de Santos estaban armónicamente dispuestas. Y que en la jugada 15 el leonés ya le sacaba diez minutos en el reloj. Pero por fin apareció el gran defecto del leonés: en la jugada 26, con cinco minutos de ventaja en una posición igualada, se dejó un peón. Sin embargo, la explotación técnica de esa ventaja era muy difícil para Vallejo, porque todos los peones estaban en el mismo flanco. Y todo indicaba que Santos sería capaz esta vez de limitar sus errores y arrancar el medio punto balsámico y triunfador.
Pero ocurrió algo increíble. Santos volvió a fallar en una posición de empate técnico y con mucho más tiempo en el reloj. Vallejo logró entonces una posición ganadora, pero con muy pocos segundos. Entonces, el menorquín creyó que ganaba con una combinación espectacular, y la hizo con tal convicción que Santos se rindió de inmediato, cuando en realidad Vallejo había cometido un error garrafal que le hubiera obligado a una derrota inmediata si su rival sigue jugando. El autor de esta crónica recuerda muy pocas partidas, en 35 años de profesión, cuyo dramatismo sea comparable.

Por fortuna para Santos, Sión fue capaz de llegar al escenario corriendo y llevárselo a su camerino sin que se diera cuenta de lo que en realidad había ocurrido. Y todo indica que Vallejo tampoco lo sabía, porque no le dijo nada a su rival cuando este se rindió. De lo contrario, el mazazo psicológico para el leonés hubiera sido letal.
La primera partida del desempate (5 minutos por bando y tres segundos de incremento tras cada jugada) no fue nada especial. Santos no logró ventaja con blancas, pero volvió a mandar en el reloj, lo que impidió que Vallejo pudiera imponerse. En la segunda, el balear logró una pequeña ventaja, y fue capaz de convertirla en victoria a pesar de que tuvo que hacer muchas jugadas con menos de diez segundos disponibles, en una demostración de técnica, sangre fría y mucho oficio.
Es la 3º participación de Santos en el Ciudad de León. En 2016 perdió por la mínima (1,5-2,5) frente al prodigioso chino Yi Wei, y en 2017 hizo sufrir mucho al pentacampeón del mundo Viswanathan Anand, quien sólo pudo doblegarlo en el desempate rápido. Ahora, con esta dramática derrota ante Vallejo, ha demostrado dos cosas: que tiene talento para llegar mucho más arriba de donde está; y que debe seguir entrenándose rigurosamente para no correr cuando nadie le persigue.
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