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Shaqiri se la juega a Serbia

El atacante de Suiza, de raíces kosovares, descascarilla a un rival que se tendrá que jugar el pase a octavos frente a Brasil

Jordi Quixano
Shaqiri celebra su gol ante Serbia.
Shaqiri celebra su gol ante Serbia.Clive Rose (Getty Images)

Suiza no dejó de correr ni de creer y con eso le alcanzó para descoser a Serbia, tan explosiva al inicio, imponente con sus carreras por las bandas y fuerte en el área rival. Pero Shaqiri, suizo de raíces kosovares que ha tenido un año más que discreto con el Stoke (descenso a la Championship), decidió sobre la campana para desdicha serbia y festejo suizo. Aunque le costó lo suyo porque no le resultó fácil contener a Mitrovic, un delantero con corte de pelo militar, tatuajes que recubren los cincelados músculos, cara de malas pulgas, mirada asesina y un físico imponente, acero puro. Una mezcla que bien puede evocar a los hooligans ingleses que atemorizaban en los aledaños de los estadios allá en las décadas de los 80 y 90; un tipo de esos que, de noche (y no tan noche), no querrías cruzártelo en la acera; un delantero, también, que se las ingenió para resquebrajar a Suiza. Mitrovic, el 9 de Serbia, no requiere de compañeros que le aligeren los marcajes, que le abran espacios o que le busquen para las paredes. Más bien, es un cazatesoros, un solista del área, un ariete de espacios reducidos y remates puntuales. Y con él como boya, Serbia se hizo fuerte. Pero no lo suficiente.

A la selección balcánica no le interesa la posesión ni el juego con aderezos sino que se expresa a la contra siempre con el mismo patrón. La saca Kolarov por la izquierda, conecta con un mediocentro (Matic o Milivojevic, tan lentos en la carrera como rápidos en la distribución), y de ahí hacia los costados, donde los extremos vuelan y sacan centros al área, a la cabeza de Mitrovic, cómodo en la disputa y el choque, en la pelea de los balones huérfanos, en el juego de guerrilla del área. La idea la originó Tadic con un centro lateral que Mitrovic remató desde el área chica y a contrapié de Sommer, que sacó la manopla a tiempo. Le siguió otro balón al punto de penalti que puso Kostic y que Mitrovic prolongó de forma desviada. Y entre medio, otro centro de Tadic que el 9 atendió -en esta ocasión sin bracear, pues le alcanzó con leer la parábola del balón- y completó al lado contrario, donde el guardameta ni la intuyó. Alharaca de Topo Gigio al más puo estilo Luca Toni, lengua fuera y festejo que aupaba a Serbia y descascarillaba a Suiza, que se le presuponía débil con el balón entre los pies y el protagonismo por bandera. No fue así.

Resulta que Suiza se abriga de fábula como ya demostró en el empate inicial frente a Brasil, ejercicio solidario donde los haya. Pero palidece cuando debe componer fútbol, tomar la iniciativa y reducir al rival. Lo padeció Seferovic, punta solitario, que caía hacia las bandas en busca de los pelotazos y de jugadas milagrosas que no llegaban. Hasta que Shaqiri se cansó y retrocedió unos metros para aligerar el juego, para filtrar pases que descontaran líneas de presión. Como ese que le puso a Rodríguez en profundidad y que acabó con un pase de la muerte a Dzemaili, que le pegó con el tobillo para su desdicha. No fue la única ocasión del mediapunta suizo, desatado en las llegadas desde la segunda línea, aunque desatinado en el remate porque no supo embocar un pase interior de Zuber que le plantó ante el portero.

Helvéticos a la carrera

No varió el plan serbio, con más centros desde las alas en busca de la brega de Mitrovic. Uno de Ivanovic lo mejoró con un control con el pecho y una tijereta que no vio puerta; otro de Tadic lo envió torcido. Fútbol plano que no le valía al talento serbio, a Milinkovic-Savic –por más que se inventara una cesión superlativa que Tadic empalmó y sacó astillas al poste-, incapaz de expresarse entre las líneas, sin espacio ante la poblada defensa contraria. Por lo que Serbia perdió la efusividad, además de fuelle, y Suiza pidió turno. Y se salió con la suya, al fin con una contra de arrea, con pocos toques y mucha velocidad. Xhaka abrió para la carrera de Rodríguez, que puso el esférico al poste opuesto por donde apareció Shaqiri y su disparo envenenado que repelió la maraña de piernas serbias. Pero en el rechace, Xhaka, que acompañó la jugada, soltó un zurdazo que logró la estatua del portero y el gol del empate.

Replicó Serbia con más de lo mismo, con balones colgados al área. Uno de Kolarov que nadie atendió cuando con poner el pie acababa en gol; otro de Ljajic que Milinkovic-Savic no cazó; y uno último de Tadic que Mitrovic pudo tocar pero poco más porque le hicieron una hamburguesa entre dos rivales, mal apreciado por el colegiado y sin intervención del VAR, por más que fuera un penalti de libro. Anulado el delantero –aunque fuera a las bravas-, Suiza volvió a estirarse con Shaqiri, que se inventó una media vuelta y un disparo inesperado que chocó los cinco con la escuadra, pero por fuera. Idas y venidas sin el premio del gol hasta que al duelo le quedaba un suspiro, hasta que Shaqiri se volvió a subrayar. El atacante, de nuevo en una contra, ganó la posición y la carrera para definir con un pase a la red. Triunfo de Suiza, que con Shaqiri deja de ser neutral porque le vale un empate ante la eliminada Costa Rica para pasar ronda, para que Serbia o Brasil digan adiós antes de tiempo.

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