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“Parte de la mística del fútbol mexicano es la derrota inminente”

El libro ‘Breve historia del ya merito’ compila 14 relatos sobre la selección de México en los últimos 14 Mundiales de fútbol

Diego Mancera
Márquez Tizano, el coautor del libro ‘Breve historia del ya merito’.
Márquez Tizano, el coautor del libro ‘Breve historia del ya merito’.Alicia Fernández (El País)

En el repertorio de modismos mexicanos existe uno que ha sido la penitencia de su fútbol. El ya mero alude al ya pronto, a la victoria que nunca llega por más que se acerque a la línea de gol; el ya merito es el perder en el último minuto, el ser adolescentes y nunca pegar el estirón. Es superar la fase de grupos en una Copa del Mundo y perecer, por cuestiones inauditas, en los octavos de final. “Es una franja límbica en la cual estamos a punto de realizar algo. Se ve de manera peyorativa. Una especie de paréntesis indeterminado en el tiempo del cual puede abrevar la literatura”, resuelve Rodrigo Márquez Tizano, editor del libro Breve historia del ya merito (2018).

En las oficinas de la editorial Sexto Piso formaron un vestuario virtual, casi metafísico, en el que juntaron a 14 escritores para hurgar en las entrañas de la memoria o de la hemeroteca un Mundial de fútbol con México como su protagonista. La nube del fracaso y de la derrota les sirvió de hilo conductor. “No somos analistas de daños. Son simplemente relatos que abrevan de muchos lados que pueden ser desde la crónica, trabajo de archivo, entrevista, novela gráfica y pura y dura ficción”, menciona Márquez Tizano.

“Parte de la mística del fútbol mexicano es el ya merito, ese ya casi, esa derrota inminente. Nunca fue nuestra intención hacer una apología de la derrota. Al principio cuando empezamos a platicarlo evidentemente sí, la historia del fútbol mexicano es una historia de derrota, pero eso ya está asimilado”, refiere Márquez Tizano. El libro se fraguó desde diciembre del año pasado.

El historietista Bernardo Fernández (Bef) ilustra la historia de José Jamaicón Villegas, el mexicano que baja su rendimiento por extrañar a su país. Juan Villoro disecciona sobre un fragmento de su infancia durante el Mundial de 1966 y el retiro triunfal de Antonio Carbajal. Guillermo Fadanelli habla del primer Mundial a color celebrado en México, aún marcado por la represión hacia los estudiantes. Pablo Duarte indaga en el Mundial de 1974 cuando el Tri fue eliminado en el premundial en Haití y recibieron las burlas en el aeropuerto.

La portada del libro.
La portada del libro. A. Fernández (El País)

Márquez Tizano explora el Mundial desterrado de los libros de historia de fútbol en México: el del 78. Con un novato Hugo Sánchez y una camarilla de dotados centrocampistas como Leonardo Cuéllar, el combinado verde fue goleado por Túnez, Alemania y Polonia. Luigi Amara transita por la arrogancia del Tri que menospreció a Centroamérica y el fútbol les cobró su descalificación hacia España 1982.

En Guadalajara, Antonio Ortuño relata cómo su ciudad tenía dos camisetas puestas: la de México, organizador del Mundial de 86, y la de Brasil, aunque él creía en la Roja de Butragueño, Michel y Zubizarreta. Raúl Vilchis apela al momento en el que su padre era un obsesivo por llenar el Panini y la desilusión que le envolvió cuando supo que México no asistió a Italia 90 porque la FIFA había castigado por hacer fraude en las actas de nacimiento. Gabriel Wolfson repasa el Mundial en Estados Unidos donde los locales no sabían que había fútbol y México exhibió su incapacidad para chutar un penalti.

“No es un libro oportunista del fútbol. Todo mundo tiene una historia a partir de los mundiales. Es mejor envejecer en mundiales que en sexenios”, explica el editor. Claudina Domingo cuenta la historia de una chica, ajena al fútbol, que busca perder la sexualidad durante el Mundial de Francia 98 en un entorno en el que todo circunda al México y a su errático Luis Matador Hernández. Para el Corea y Japón 2002, Juan Pablo Villalobos mantiene una premisa: “ese mundial lo íbamos a ganar” con una fantasía sobre el campeonato que aún así no dejaría satisfechos a los mexicanos.

Julián Herbert asume como suyo un recuerdo ajeno sobre la Copa del Mundo 2006 del que no vio un solo partido, aunque añora su Panini. Daniela Tarazona, quien escribía algunos discursos de La Volpe, da un vistazo al México que volvió a confiar en Javier Aguirre y quedó desesperanzado. Carlos Velázquez apunta el sentido del fútbol en Torreón, Coahuila en el trance de Brasil 2014: alcohol y la Holanda de Robben. “Nuestro mito fundacional del fútbol es el ya merito”, enfatiza Márquez.

“El aficionado mexicano es severo y olvidadizo. A veces toma una actitud con el jugador que no la tiene un político o una institución. En vez de levantarnos en contra de Chicharito hay que reclamarle al político, nuestros futbolistas no son el enemigo”, considera el editor. Rusia volverá a ser un caldero para verter narraciones, algunas predestinadas a la melancolía.

Los Mundiales del Tri, según el editor

1974. Magia Negra.México no se clasificó en el Premundial en Haití.

1978. El 3-T. Era la táctica que utilizó el entrenador Antonio Roca que significaba: tres jugadores tácticos en cada línea: la defensa, media y delantera. Todos eran cracks en sus equipos. Pobre Leonardo Cuéllar, era un gran jugador.

1982. Mágico González. El exjugador de Cádiz fue parte de la selección de El Salvador que dejó fuera a México del Mundial de España.

1986. Sigue Paraguay. Como siempre se hace este tipo de planeación. Ya lo tenían pensado ganarle a Bélgica, luego Paraguay y después Irak. Se le gana a Bulgaria y después a Alemania. México perdió contra los alemanes.

1990. Los cachirules. A ese Mundial no fuimos por tramposos. La FIFA sancionó a la Federación Mexicana por mentir en las actas de nacimiento de sus futbolistas en un torneo juvenil y los dejaron sin ir a Italia.

1994. Citrus Bowl. El estadio donde jugó México frente a Irlanda y ganó 2-1.

1998. Jaap Stam. Para mí fue un gran momento ese gol del Luis Matador Hernández que le gana la espalda a Stam, el defensor más caro del mundo. El Matador ya había dado una buena Copa América, la del 1997. En el 1998 llegó como indispensable. Es verdad que era un jugador muy limitado. Era un jugador con mucha garra. Pasó por muchos equipos, tenía el pelo negro. Recién en Necaxa se pinta el pelo de rayos y ahí le entra una especie de magia.

2002. Tarjeta roja. Si hubiera una trinidad en el fútbol mexicano sería Luis Pirata Fuente, Hugo Sánchez y Rafa Márquez. El ex del Barcelona es un tipo con técnica, un tipo que saca el balón, que te da seguridad, pero siempre hay un momento en el que se quiebra, siempre hay un momento en el que mete esa barrida, un momento en el que pierde la cabeza, lo expulsan, esa impotencia me dio coraje.

2006. Barrilazo cósmico. El gol de Maxi Rodríguez. En Argentina tienen flip-books, estos libros de dedo que son caricaturas, como animaciones del gol de Maxi. Me los robo sistemáticamente de las librerías para juntarlos, les vamos a prender fuego.

2010. Guille Franco. El Vasco Aguirre tomaba unas decisiones inexplicables. Ese partido contra Argentina fue todo lo contrario al primero (2006), un error garrafal de Ricardo Osorio, un error del árbitro en fuera de lugar de Tévez, luego un golazo de Tévez. Chicharito anotó al entrar de cambio por el Guille Franco. Es un recuerdo con desgano.

2014. Robben cae. ¡Qué teatrero! Siempre somos de quejarnos: no era penal. Parece que no sabemos ganar. El fútbol mexicano ha perdido inocencia, ya no se comen goles como en la Copa América 1993 frente Argentina en un saque de banda. Nos falta pillería y nos sobran pretextos.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. También se encarga de informar de historias deportivas de México. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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