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La Real Sociedad sonroja al Atlético

El genial Januzaj lidera al conjunto donostiarra, que firma una tunda adornada con dos golazos de Juanmi. Los de Simeone estuvieron mal en defensa y en ataque

Torres cabecea entre los defensas de la Real. En vídeo, declaraciones de Diego Pablo Simeone, entrenador del Atlético de Madrid.Foto: atlas | Vídeo: Javier Etxezarreta

El Atlético, sobre todo defensivamente, es un conjunto de pecados veniales. Rara vez comete uno mortal y lo va a hacer en Anoeta, en un centro lateral y frente a un goleador de postín como Wilian José capaz de pecar a lo grande y a lo pequeño. Potencia, ubicación y oportunidad son sus tres virtudes personales. Y ocurrió que la enésima vez que Januzaj se fue rompiendo la cintura de Vrsaljko (no siempre el jugar cambiado de banda es un matiz que se supera con oficio) centró al área y como por arte de magia tres defensores rojiblancos le hicieron un rondo de coros y danzas para que el brasileño rematase desde exactamente desde el punto de penalti.

Pecado mortal para un equipo que juega defensivamente mimetizado por su entrenador, de memoria, sin perder ni un centímetro de posición ni negar una ayuda solidaria a un compañero en apuros. Sucedió sin embargo, que quien mimetizó al Atlético debió ser Januzaj, porque todos le miraban obnubilados cuando mascullaba su centro horizontal, incentivaba lo que acabaría siendo el pecado mortal colchonero.

Pero había muchos pecados veniales centelleando por el césped. Las medias puntas de la Real han recuperado no su juego, que mantiene todo su estilo, sino la intensidad de sus acciones, la continuidad y seguridad de sus triangulaciones. Canales, Januzaj y Oyarzabal eran tres alfiles incansables. Januzaj impone su habilidad, Oyarzabal su velocidad y Canales, su visión. Los tres obligaron al Atlético a guardar la ropa más que a nadar. Gameiro y Griezmann apenas construyeron una contra que el árbitro anuló erróneamente por fuera de juego del francés. Un remate fallido de Griezmann al principio, muy alto, a pase de Koke, fueron de las pocas huellas que pudo dejar el Atlético.

Un agujero

[TEX]Esas fueron sus armas de fuego. Ni una más en toda la primera mitad. Organización, nada de asambleas improvisadas, pero enfrente la Real tiene un alma libertaria. Sus tres media[/TEX]spuntas, a los que se unió el recuperado Rubén Pardo gustan de encontrarse y de jugar sin complejos, sin medios. Ayuda el limbo en el que vive la Real, casi sin objetivos o tan lejanos que se difuminan en el horizonte. Los nervios en la ducha y el gel circulando como el balón, suavemente.

Januzaj encontró el agujero negro del Atlético en el lateral izquierdo. Vrsaljko, derecho jugando por la zurda, fue el primero en fracasar aunque el pagano fue Juanfran, que le cedió en el descanso su banda y su lugar lo ocupó Torres. Primer cambio de dibujo y estrategia de Simeone, La segunda víctima era Saúl, obligado a ocupar esa maldita posición donde Januzaj campaba a su antojo. Saúl, puro corazón, se afanó a la tarea, pero el jugador belga de la Real estaba on fire. Difícil parar al futbolista que está disfrutando con su día. Al menos Saúl le hizo correr hacia atrás, aún a riesgo de que se le escapara hacia adelante.

El Atlético, con la fe en seguir afirmando su segunda posición en la Liga y cautivar de paso a Griezmann su gran figura amenazada por los grandes cantos de sirena. Aunque el objetivo final radique en ganar la Europa Liga que da prestigio y plaza en la próxima Champions.

El partido pasó a pies del Atlético, al menos en el dominio. Un Atlético abierto, no a tumba a abierta, pero suelto el freno aunque sin perder el orden ni el calapié. La Real se vio obligada al contragolpe y disfrutaba como un potrillo en tarde de sol. Y eso es lo que había en Anoeta, una amplia pradera abandonada por un Atlético desbocado, y sol (que sí, que sí, que existe en el País Vasco) para correr con placer. Torres que le daba músculo y Vrsaljko la profundidad con la que soñaba. Torres pudo marcar en otra contra, pero le pitaron mano (dudosa) cuando escapaba con Gameiro. Poca cosa. Y la Real mirando aquella pradera comenzó a cabalgar de tres en tres, de cuatro en cuatro, siempre en ventaja numérica. Zurutuza, Willian José, y Juanmi se plantaron ante Oblak como lobos desbocados. Y encontraron cacho. El segundo gol fue una obra de arte. Un balón vertical de Héctor Moreno a Willian José, una espuela de espaldas hacia atrás del brasileño a Juanmi y remate de vaselina del realista para superar a Oblak. Esto no era pecado mortal, sino el Ave María de Schubert.

Y aun tuvo tiempo de montar otra contra la Real que culminó Juanmi de nuevo con un cabezazo más inteligente que bello para cerrar una goleada. Y todo ante un Atlético que no es de pecados mortales. Y con Odriozola en el banquillo de la Real.

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