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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En la cabeza de Zidane cabemos todos

Saque hoy ante el PSG el equipo que saque, al entrenador del Madrid le van a llover las críticas

FOTO: Zidane, en el banquillo del Madrid durante un partido. / VÍDEO: Declaraciones del entrenador del Real Madrid, este martes.Foto: atlas | Vídeo: Gonzalo Arroyo Moreno (getty) / atlas

Un célebre comentarista radiofónico, tantos como hay, aseguraba el pasado sábado que estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de que Gareth Bale abandonara este verano la disciplina del Real Madrid. “Incluso a pagar”, enfatizó, no sin añadir que su donación sería de 50 céntimos. Ello demuestra no solo que el afamado locutor anda escaso de posibles, o es asaz tacaño, sino que no es Bale santo de su devoción. Viene esto a colación porque en ese programa deportivo, como en el contiguo en el dial, y en el otro y en el de más allá y en el de más acá, el tema de conversación, exclusivo y recurrente, no era lo que en el Bernabéu ocurría en un Madrid-Getafe que resolvió 3-1 el cuadro de Zidane, con un gol de Bale, qué tontería, sino lo que el técnico francés tiene en la cabeza con vistas al decisivo encuentro ante el PSG. Y entre los innumerables especialistas que al respecto opinaban se mezclaban los que exponían lo que modestamente creen que hará Zidane, sosegados y reflexivos; los que desvelaban lo que ellos harían, cuestión de gustos, y los que exigían a Zidane lo que tiene que hacer, que eran mayoría absoluta. Así las cosas, este que escribe considera que haga lo que haga Zidane, y aunque gane, sí, aunque gane, se va a equivocar. Porque Zidane otra cosa no, pero equivocarse…

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Como se equivocó en el partido de ida. “Pero si ganó el Madrid 3-1”, dirá el siempre atento lector. Y remontando, además. Y solventando un partido complicadísimo. Se equivocó Zidane, no lo duden. Recordemos: faltaban poco más de diez minutos y entonces, con empate en el marcador, Zidane puso en liza a Lucas Vázquez y Asensio. El partido dio un vuelco y en ese rato el Madrid se desató. Marcó dos goles y logró inclinar la eliminatoria a su favor. Cabría suponer que la decisión del técnico conllevaría el aplauso general. Suposiciones. No faltaron voces, entre la afición y en algunos conciliábulos tan de expertos, que censuraron a Zidane no haber hecho antes esos cambios, que ya no es ver la botella medio llena o medio vacía sino, directamente, no ver la botella. Porque en el citado rato de arrebato, el Madrid se quedó sin mediocampo que lo sujetara (Casemiro fue uno de los sustituidos y Kross estaba renqueante). Y no es lo mismo aguantar en ese estado diez minutos que, pongamos, media hora. Es la distancia que va de la valentía a la temeridad.

Hay una parte del madridismo que no se sabe por qué llora, pero siempre llora, jaleados sus miembros desde púlpitos en los que algún Fulano de Tal le dice a Zinedine Zidane lo que tiene que hacer. Al fin y al cabo, ¿quién es Zinedine Zidane comparado con Fulano de Tal? Bien podría el francés agarrarse a su hoja de servicios como entrenador, a los ocho títulos de 10 posibles que lleva conseguidos con el Madrid, para defenderse. Pero de nada le serviría. Hoy, ante el PSG, saque el equipo que saque, le van a llover las críticas. Porque juegue Bale, 50 céntimos no parecen suficientes para que se vaya, y porque no juegue. Porque esté Isco o porque no esté. Porque sea titular Asensio o porque no. Porque Benzema siga en su sitio o vaya al banquillo. Porque Lucas sí o porque Lucas no. El hombre sonreirá y dirá aquello de “sabes lo que pasa, que soy yo el que hace las alineaciones”. ¿Pero quién se ha creído este tío que es? ¿El entrenador del Madrid?

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