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Unzué va al frente del pelotón

El técnico del Celta se enfrenta al Barcelona al mando de un equipo de auxiliares con los que trabajó las tres pasadas temporadas en el equipo culé a las órdenes de Luis Enrique

Juan Carlos Unzué, entrenador del Celta
Juan Carlos Unzué, entrenador del CeltaEL PAÍS

La primera semana de diciembre Juan Carlos Unzué regresó al Camp Nou. Ya lo había hecho como segundo de Luis Enrique, pero por primera vez se ponía bajo los focos de la que durante trece años fue su casa. Allí fue jugador, habitual suplente de Zubizarreta entre 1988 y 1990, trabajó como entrenador de porteros con Rijkaard y Guardiola y operó como segundo técnico con Luis Enrique. Su nombre llegó a barajarse para que diese el siguiente paso, pero le adelantó Ernesto Valverde, un excompañero aquellos dos años ochenteros cuando Johan Cruyff comenzaba a recomponer los cachitos de club que saltaron por los aires en el Hesperia. Unzué volvió a Barcelona, a su antiguo hogar, y no le entró flojera, llamó al once titular a Brais Méndez, un finísimo centrocampista de 20 años con apenas setenta minutos de experiencia en Primera, mandó al equipo arriba, a trabar el inicio de juego rival, le discutió la pelota y le acabó por marcar dos goles y sacarle un empate, el único cedido por el Barcelona como local en partido de Liga durante los últimos trece meses. Tres días después el sorteo de los octavos de final de la Copa del Rey volvió a emparejar a Barcelona y Celta, que hoy juegan el partido de ida en Balaídos (19 horas, BeIN LaLiga). “Ellos tampoco estarán muy contentos de jugar contra nosotros”, resolvió Unzué.

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Existen antecedentes que ayudan a entender que sus palabras no son una fanfarronada. En los últimos siete enfrentamientos entre ambos equipos se registraron, además del último empate, tres victorias culés y otras tres gallegas. El Celta camina ahora con un paso diferente al de Berizzo, no realiza las persecuciones individuales en defensa que promueve el entrenador argentino, pero ya hace tiempo que bebe de la misma fuente: la presión alta sin balón y la combinación si hay que manejarlo desde atrás. Además no le sobra retórica sino que es bien concreto, como lo fue durante la estancia de Luis Enrique en Vigo antes de atender la llamada del Barcelona, una única campaña que dejó un excelente sabor de boca en el club vigués, seguramente incluso más de puertas adentro que hacia fuera.

El Celta apreció a aquel grupo de trabajo armado por el técnico asturiano como clave para dar el salto de calidad en un equipo que venía de salvar la categoría de manera agónica. Dejaron un sello tan indeleble que ni apenas se debatió sobre la continuidad de Toto Berizzo, al que le faltó algún guiño que le animase a seguir en Balaídos y desechar la, a la postre, fallida opción del Sevilla. Con Luis Enrique de retiro y descartada la opción de que su equipo continuase el trabajo en Barcelona, el Celta se entregó al deja vu y corrió el escalafón. Unzué pasó de segundo a primer entrenador, Robert Moreno de analista a segundo y Aitor, el hijo de Unzué, aparcada su carrera como futbolista en Segunda B, se inicia ahora como estratega. Rafel Pol, que también estuvo con Luis Enrique en Vigo y Barcelona, repite como preparador físico y tampoco quedó al margen el psicólogo asturiano Joaquín Valdés. Nando Villa, un entrenador de porteros de la casa, completa el grupo que ahora dirige Unzué y que tiene firmado un año más de contrato con el Celta. ¿Qué pasaría si, antes de que se extinga ese vínculo, Luis Enrique decide regresar a los banquillos? No hay respuestas. Tampoco la hay sobre si un ulterior regreso a Vigo del entrenador gijonés supondría que todos retomasen sus papeles anteriores.

A donde sí han regresado es a la rutina que vivieron hace cuatro temporadas en el sur de Galicia. Viven bajo el mismo techo y no es complicado verles acudir en pelotón ciclista a la Ciudad Deportiva de A Madroa, a la que se llega tras una curiosa cuesta. Muchos procesos en el Celta son opacos, pero quienes tratan a los técnicos les definen como entregados a su labor, perfeccionistas, estudiosos, muy preparados y afables. Unzué dulcifica además, de puertas afuera, las formas más desabridas de su antiguo jefe por más que imite la costumbre de no mostrarse al público a través de entrevistas personalizadas. Pero le gusta hablar de fútbol en las comparecencias ante los medios. Ayer desgranó su nueva cita con el pasado: “No variamos apenas si el partido es fuera o en casa. Si somos capaces de robarle al Barcelona la pelota arriba tendremos muy poco espacio para llegar a su portería. Ellos te suelen exigir defender muy cerca de tu propio área y ahí hay que priorizar tapar por dentro. Aún así tienen capacidad para resolver situaciones inverosímiles. Mantener la puerta a cero nos daría opciones de pasar la eliminatoria”. Hermano de Eusebio, director del equipo ciclista Movistar, Juan Carlos sonríe y bromea cuando le llaman por el nombre de pila de su hermano. Después de treinta años en el fútbol profesional aún hay problemas para decir correctamente su nombre de pila, quizás el peaje de tantos años como gregario. Pero ahora hay otro Unzué en el pelotón. Y marcha al frente.

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