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La sombra del dopaje también alcanza a Froome

Control positivo para el último ganador de Tour y Vuelta por exceso de Ventolín en su orina en la ronda española, que perderá si no demuestra un uso terapéutico del antiasmático

Carlos Arribas
Froome, el miércoles en Mallorca, en la concentración del Sky.
Froome, el miércoles en Mallorca, en la concentración del Sky.Joan Llado (AP)

No hay ganador de varios Tours en el siglo XXI a cuyas victorias no les acompañe la sombra del dopaje, ni siquiera Chris Froome. La historia del ciclismo no para, y se repite, para dolor de quienes creen en un futuro distinto.

Por dopaje, perdió Lance Armstrong sus siete Tours; por dopaje, Alberto Contador perdió uno de los tres que había ganado. Por dopaje puede también Froome perder la última Vuelta, la que ganó justo ocho semanas después de subir por cuarta vez a lo más alto del podio del Tour en los Campos Elíseos. Y aunque mantenga el título, de su historial nunca podrá borrar el comunicado emitido el miércoles al amanecer por la Unión Ciclista Internacional (UCI), en el que confirmaba la información adelantada por Le Monde y The Guardian de que el ciclista británico, de 32 años, había resultado positivo por salbutamol en un control efectuado el 7 de septiembre al terminar en Santo Toribio de Liébana la 18ª etapa de la carrera española.

El caso de Froome será, sin embargo, más complicado aún de juzgar y sancionar que los de Armstrong (acusado de tomar EPO) o de Contador (positivo por clembuterol, una sustancia que, alegó el ciclista de Pinto, se hallaba en un trozo de carne que cenó), pues el salbutamol, el principio activo del antiasmático Ventolín, es una de las sustancias que solo están prohibidas si superan un límite fijado, lo que abre la puerta a que sea una decisión arbitraria, interpretativa, la que determine si hubo dopaje.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) permite el consumo de salbutamol siempre que se haga por inhalación (a través de un aerosol) y no por vía oral o inyectable y siempre que su presencia en la orina durante el análisis no supere la cantidad de 1.000 nanogramos por mililitro. En cada mililitro de la orina de Froome del 7 de septiembre el laboratorio antidopaje de Madrid encontró 2.000 nanogramos de salbutamol, justo el doble de lo permitido. Ello hace pensar a la UCI, que le ha abierto expediente, que una de dos: o aspiró hacia sus pulmones para desatrancar sus bronquios después de un esfuerzo intenso y prolongado (el uso terapéutico permitido) más Ventolín del permitido, lo que le proporcionó, además, un efecto anabolizante que frena el desgaste muscular, o lo tomó por vía oral, que está prohibido.

En ambos casos, si Froome y los científicos que contrate para justificar el resultado no demuestran que eso no ocurrió así, la sanción es inevitable, y lo menos que le puede ocurrir sería una amonestación que iría siempre acompañada de la descalificación de la competición en la que dio positivo. Cuando la etapa de Santo Toribio, una jornada de media montaña y de subes y bajas continuos que exigían constantes esfuerzos intensos, Froome ya era líder destacado. Aquel día aventajó en 21s a Nibali, quien sería proclamado ganador si Froome fuera sancionado. En Cantabria, donde ganó la etapa de Peña Cabarga en 2011, se descubrió Froome ante el mundo, y allí podría llegar también su día más desolador.

“Conozco las reglas”

“Como todo el mundo sabe, sufro asma”, ha dicho Froome, que está estos días concentrado en Mallorca con su equipo. “Conozco las reglas. Uso un inhalador para controlar los síntomas, y siempre dentro de los límites permitidos. El asma fue a peor según avanzaba la Vuelta y, aconsejado por el médico, aumenté la dosis”.

La dosis habitual en deportistas que padecen asma de esfuerzo, una dolencia que les limita un 2-3% en los momentos de máxima exigencia, determinante subiendo el Tourmalet pero que permite una vida sin medicación, es de seis inhalaciones de unos 100 microgramos cada una. Según los especialistas, para dejar un residuo en orina de 2.000 nanogramos serían necesarias 16 inhalaciones al menos, una dosis que pondría al deportista en tal estado de nervios y estrés que sería contraproducente para su rendimiento.

Otros grandes campeones, como Miguel Indurain, Óscar Pereiro o Alex Zülle, han tenido roces con el salbutamol en los tiempos en que era necesario probar que se padecía asma para poder tomarlo. Los problemas se solucionaban entonces con justificaciones antedatadas. Para evitar tal picaresca, la AMA decidió en 2010 liberalizar su uso con un tope. La medida no ha evitado la polémica, ni la obligación del deportista de demostrar su uso terapéutico.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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