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El Atlético de Madrid más vertiginoso destroza y golea al Levante

El equipo de Simeone le hace una manita a los granotas con una exhibición a la contra liderada por la velocidad de Gameiro y Griezmann, autores de dos goles cada uno

Ladislao J. Moñino
Antoine Griezmann uno de sus goles con Gameiro, ante Thomas.
Antoine Griezmann uno de sus goles con Gameiro, ante Thomas.JOSE JORDAN (AFP)

Con el contragolpe a pleno rendimiento, con una versión muy vertical que reconfortará a su entrenador, el Atlético licenció por la vía rápida al Levante. No es lo común en el equipo de Simeone, que suele destilar un aire más agónico en sus triunfos. Esta vez se fue al descanso con dos goles de ventaja y una sensación de autoridad que necesitaba en su búsqueda de autoestima. Ganó cuándo y cómo quiso. Ejecutó a su rival con un primer acto impecable y lo remató en el segundo con una exhibición al contragolpe ante un equipo incapaz de contenerlos. Una cascada de toques rápidos y precisos que castigó cada descuido. Con Gameiro y Griezmann como estiletes afilados. El Atlético más clásico y más acorde con el libreto de Simeone. Contundente en las dos áreas y con un trámite del juego muy al gusto del técnico. 

A la espalda de los centrales del Levante, el Atlético encontró un camino expedito para liquidar el encuentro desde su despertar. Campo libre para Gameiro para exhibir su punta de velocidad y justificar su alineación en detrimento de Fernando Torres, otra vez desactivado como titular por su entrenador tras un buen partido. La adelantada defensa dispuesta por Muñiz no solo fue un vergel para el delantero francés. Fue terreno fértil para los pases en línea recta de Koke y Saúl y para las conducciones de Griezmann. Marcó dos goles el francés y confirmó sus síntomas de su repunte que mostró ante la Roma. Escorado a la derecha y luego a la izquierda, pero casi siempre por detrás de Gameiro y Correa, se le volvió a ver decidido y vertical en las conducciones de los contragolpes. Necesita ver compañeros por delante más que ser visto él como referencia en punta. También estuvo preciso y dañino como filtrador de pases que desmontaron una y otra vez a la defensa local. Ha echado muchas veces de menos el Atlético esa precisión en el pase de su estrella y del conjunto en general. Y es fundamental para poder sacar a pasear el estilo contragolpeador con el que más se identifica.

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Velocidad

Cuatro minutos tardó el Atlético en encontrar el primer agujero. Fue una maniobra de libro, primeros toques de entretenimiento en la gestación de la jugada hasta que Gabi vio a Gameiro dispuesto a medir su velocidad con Chema. La posición adelantada de la zaga local propició ese desmarque tan bien explotado a la carrera por Gameiro. A la izquierda llevaba a Correa y hacia el argentino iba el centro para que empujara la pelota cuando Rober Pier se anticipó para desviar la pelota a su propia portería.

En esa mejoría que se atisbaba, el Atlético esta vez tampoco dio ese paso atrás tan descarado. Se replegó, pero también buscó morder en la salida del balón del Levante y en la pelea por las segundas jugadas. Ahí, con Koke con el pie fino, se cocinó el segundo gol. El volante convirtió un rechace en un pase de primeras para Correa. Este sentó a Oier en su desesperada salida al borde del área. El toque del argentino pecó de suavidad, lo mismo que la intercepción de Chema, que dejó el balón muerto para que Gameiro lo empujara a puerta vacía.

Con esos dos goles de ventaja se fue el Atlético a la caseta y salió de ella con la intención de gestionar la renta a la carrera. Griezmann volvió a tejerle el gol a Gameiro con otro pase al socavón que había entre Chema y Rober Pier. Un control breve y un toque de puntera para superar a Oier. La acción fue muy similar a la del segundo gol a la Roma en el Metropolitano. Hay una querencia muy marcada de Griezmann y Gameiro a buscarse. De las conexiones entre ambos nacieron los dos tantos que cerraron el marcador. Gameiro, de nuevo, en conducción y Griezmann acompañando la contra por el carril contrario. En el cuarto gol, para empujar la pelota con un arrastre que le permitió llegar en el segundo palo al centro raso de Gameiro. En el quinto, para remachar un rechace de Oier. La velocidad de la pareja francesa fue definitiva para reducir a la nada al Levante. Fue la cabecera de un partido en el que el Atlético fue el Atlético. El de Simeone. Vertical, rápido y contundente.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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