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Eyenga, todas las caras de la vida

El alero congoleño del Fuenlabrada repasa una biografía marcada por la guerra en su país y un currículo junto a estrellas de la NBA como LeBron James y Kobe Bryant

Faustino Sáez
Eyenga posa en el pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada
Eyenga posa en el pabellón Fernando Martín de FuenlabradaJAIME VILLANUEVA

La Liga Endesa ha comenzado con su mejor promedio anotador de los últimos 12 años y con la mayor igualdad de la década. Hoy, en el sur de Madrid, se enfrentan dos de los equipos que comparten un liderato múltiple. El Fuenlabrada del Che, Néstor García, y el Unicaja de Joan Plaza miden su vibrante puesta en escena en un duelo especial para Christian Eyenga. El alero congoleño del Montakit se enfrenta al conjunto que, en los pasados playoffs por el título, le recuperó para la ACB tras un periplo novelístico en el que ha visto todas las caras de la vida. “En Málaga me abrieron de nuevo las puertas y ahora quiero consolidarme en España. Eso pasa por hacer un año especial en Fuenlabrada. Tenemos muy buen vestuario. Hemos encontrado una química de familia que nos permite entrenar duro y disfrutar jugando”, cuenta Eyenga, “en plena madurez” a sus 28 años.

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En su relato se mezcla la mirada melancólica cuando habla de biografía y el baqueteado entusiasmo cuando repasa el currículum. “Crecí en plena guerra del Congo. Al ser de una familia acomodada nuestro gran lujo era, sobre todo, la tranquilidad. Pero vi mucho sufrimiento y perdí amigos por la guerra civil. El conflicto era constante. La gente se movilizaba en la calles y la policía intervenía matándoles”, explica. Mientras el dictador Mobutu y el guerrillero Kabila sacudían su Kinshasa natal a base de disparos y odio, Eyenga crecía rumbo a un sueño. “Me gustaba el fútbol, pero no era muy bueno. Descubrí el baloncesto a los 10 años gracias a uno de mis hermanos. Cuando después murió en un accidente decidí hacerme profesional para dedicárselo a él”, señala. Su talento le llevó al campus Basketball Without Borders de Sudáfrica y allí le fichó un viejo conocido de la ACB, Anicet Lavodrama (13 años entre Ferrol, Valladolid y Badalona). “Él apostó por mí y me llevó al Joventut cuando los equipos europeos solo fichaban africanos gigantes”, rememora con su 1,98m.

Badalona en el corazón

Eyenga tenía apenas 17 años, pero la influencia del ídolo nacional, Dikembe Mutombo (18 temporadas en la NBA entre 1991 y 2009), y de las cintas de vídeo en las que veía mates imposibles de la liga estadounidense ya le habían convertido en un apasionado del baloncesto. Así emprendió viaje a España a pesar de la resistencia de su madre, que quería que fuera médico. “Los primeros meses pasé mucho frío. Cada día me quería volver a mi país. Pero siempre fui un luchador y no podía desaprovechar la oportunidad que me dio el Joventut. Siempre tendrán mi corazón. Siento que es mi casa”. En Badalona creció rápido bajo la tutela de Aíto García Reneses, Sito Alonso y Pepu Hernández. Y en 2009 su nombre se coló en la primera ronda del draft de la NBA. “En la cantera del Joventut se trabaja muchísimo. Demasiado a veces. Eso siempre da sus frutos”, explica. Antes de hacer las Américas ganó el concurso de mates de la ACB.

Eyenga en su etapa en la NBA, en Cleveland y Lakers
Eyenga en su etapa en la NBA, en Cleveland y Lakers

Con 21 años, llegó a la NBA a compartir vestuario primero en Cleveland con LeBron y después en los Lakers con Kobe Bryant y Pau Gasol. “Aquello es otro mundo. Fui demasiado pronto, pero no me arrepiento. Quería intentarlo. Descubrí que no estaba preparado deportivamente para jugar allí. Pero fue un experiencia brutal”, dice ante de confesar su idolatría por las estrellas con las que convivió en esos días. “LeBron y Kobe son obsesos del entrenamiento. Entrenan hasta de noche. Ellos me decían que ser bueno es una enfermedad. Se convierte en obsesión en busca de la perfección. No son buenos solo por talento. Trabajan como bestias”, sentencia antes de contar una anécdota en Los Ángeles. “Kobe lo daba todo siempre. Analizaba todos sus partidos en vídeo. Es increíble como trabajaba el cabrón. Un día, para hacer méritos, me presenté dos horas antes de lo previsto a un entrenamiento, y cuando llegué él ya estaba allí, sudando. Ganaba millones de dólares pero era el primero en dar ejemplo”.

Cuando se acabó el sueño americano, Eyenga se convirtió en un trotamundos con paradas en China y en Italia. “Durante un tiempo me moví por dinero, pero al final maduré. Siempre soñé con regresar a la ACB y lo he conseguido”, dice. Su presente está en Fuenlabrada; sus aspiraciones, en un equipo de Euroliga; y su futuro, cerca de la pista y lejos de cualquier despacho. “Nunca me metería en política. Es un trabajo muy arriesgado. No me gusta no dormir por las noches y que la gente me odie. Quiero ayudar a los jóvenes. O quizá haciendo scouting. Mi agente dice que tengo buen ojo para los jugadores”, cierra.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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