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Olazabal: “El Niño ya no existe”

El vasco da la bienvenida al ganador al club de la chaqueta verde

Carlos Arribas
José María Olazabal, en Augusta.
José María Olazabal, en Augusta.Harry How (AFP)

“El Niño ya no existe, se llama Sergio García”, dice José María Olazabal, dando valor oficial a algo que ya se sentía desde hace días. Viniendo de quien viene, esta proclamación es, junto a la chaqueta verde, el gran símbolo de la victoria en el Masters para un jugador que acaba de cumplir 37 años. Cuando, en 1994, Olazabal ganó su primer Masters, Severiano Ballesteros, que acababa de cumplir 37 años, le festejó en su casa de Augusta la noche de su victoria, le acogió en el club de la chaqueta y sonrió, feliz de dejar de ser el único español socio. Han debido pasar 23 años de entonces para que Olazabal, que ya ha cumplido 51, pudiera dar la bienvenida a otro español en la selecta cofradía que solo admite a los mejores del mundo.

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“Ha ganado un buen amigo, y lo vi venir desde el martes”, dice Olazabal al día siguiente. “Por eso le envié la nota el miércoles”.

El “por fin” con el que el mundo ha recibido la victoria en un grande de Sergio García después de 73 intentos le permite reflexionar a Olazabal sobre el valor que se concede a los cuatro torneos más importantes. “No hace falta ganar un grande para ser un gran jugador, pero ayuda”, dice el jugador de Hondarribia. Y añade: “Con la victoria en el Masters, Sergio se ha abierto la puerta para ganar más grandes”.

Como profesional, Sergio García ha disputado 71 grandes (que son 74 si se le suman los dos Open y el Masters que jugó de amateur, el primero a los 16 años ya). En 13 de ellos, más de la sexta parte, un índice de su regularidad sólida, ha terminado entre los cinco primeros. En casi la mitad de ellos, llegó al domingo con posibilidades de ganar. Y en total suma 23 top ten.

Que Sergio había nacido para los grandes lo demostró ya en 1999, cuando a los 19 años le peleó duro a Tiger Woods en Medinah y terminó segundo en el Campeonato de la PGA. Nueve años más tarde, en Oakland Hills, fue el irlandés Harrington quien le dejó detrás, como lo había hecho un año antes, en 2007, en el Open en Carnoustie, quizás la derrota más dolorosa de la carrera de García, que comenzó el domingo liderando con seis golpes de ventaja y lo terminó perdiendo un playoff con el melancólico irlandés. La víspera del torneo, hace 10 años, Seve anunció entre lágrimas que se retiraba del golf de competición. Su otro segundo puesto en el otro grande que le cautiva lo logró en 2014, lejos de Rory McIlroy.

Su segundo cara a cara con Tiger un domingo grande fue en el Open de 2002, en Bethesda (Nueva York). Fue el torneo más cruel. Ganó Tiger y el español terminó cuarto y víctima de las bromas de la prensa local, que más que su juego destacó las muchas veces que agarraba, soltaba y volvía a agarrar los palos antes de dar un golpe. Eso ya es historia. Hoy García forma parte del selecto club de la chaqueta verde.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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