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Ellas juegan, ellos dirigen

Los cinco seleccionadores de los equipos femeninos de España en Río son hombres y tan solo tres de los 56 clubes de sus Ligas cuentan con entrenadoras

Robert Álvarez
El entrenador de la selección española de baloncesto femenino, Lucas Mondelo.
El entrenador de la selección española de baloncesto femenino, Lucas Mondelo.Alberto Nevado (EL PAÍS)

El formidable salto protagonizado por las deportistas españolas durante los últimos años es tan incuestionable como la carencia de entrenadoras en la élite. Los Juegos Olímpicos de Río evidencian el contraste. Nunca hubo tantas mujeres en la lista de partida. Las 142 españolas que competirán superan los mejores registros, las 128 en Barcelona 1992 y las 138 en Atenas 2004. Representan un 46,5% del total de deportistas españoles en la primera edición sudamericana de unos Juegos que llegan tras el éxito de las mujeres españolas en Londres 2012, donde obtuvieron 11 de las 17 medallas que sumó España. Sin embargo, las cinco selecciones femeninas que se ganaron su presencia en Río, las de baloncesto, balonmano, waterpolo, hockey hierba y rugby 7, son dirigidas por hombres. Rozan también el pleno los entrenadores ayudantes, con la excepción de Isabel Sánchez, colaboradora del seleccionador de baloncesto, Lucas Mondelo.

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La realidad en las selecciones absolutas es una fiel traslación de lo que acontece en las Ligas españolas. Solo tres de los 56 clubes que compiten en total en las cinco Ligas de los deportes en cuestión cuentan con una entrenadora: Aranzazu Muguruza, en el IDK Gipuzkoa (baloncesto), Montse Puche, en el Bera Bera (balonmano), y Coral Vila, en el GEiEG de Girona (rugby). No hay una sola entrenadora en los 20 clubes que compiten en total en las Ligas femeninas de hockey hierba y waterpolo.

“Las oportunidades eran mínimas, pero cuando acabé mi etapa como jugadora en 2008, quise seguir vinculada al balonmano”, cuenta Puche, licenciada en Educación Física, la entrenadora que triunfa con el Bera Bera, con el que ha conseguido el último título de la Liga femenina de balonmano. El año pasado se celebró una reunión de los entrenadores de la División de Honor. “Yo era la única mujer, y eso te hace sentirte un poco en soledad”, admite. Y advierte que el balonmano femenino es muy diferente del masculino. “El carácter de una jugadora no tiene mucho que ver con el de un jugador, lo que se cuece en un vestuario de chicas es totalmente diferente. Fui jugadora y sé cómo funciona la dinámica en un grupo femenino. Son cuestiones importantes para las chicas y que a veces un entrenador desconoce”.

Los motivos por los que no existen más entrenadoras en los equipos de élite son diversos. Puche apunta dos. “Por un lado, las mujeres suelen sentirse más condicionadas por las obligaciones familiares, sobre todo cuando son madres. Consideran incompatible esa responsabilidad con la enorme cantidad de tiempo que requiere entrenar a un equipo de élite. Y también es importante apuntar que las niñas no tienen referentes como los niños, como Nadal, Alonso, Ronaldo, Messi, Gasol… La repercusión del deporte femenino es muy limitada. Incluso con figuras como Mireia Belmonte, Ruth Beitia… Los éxitos femeninos, a veces, ni se mencionan en los medios. Es una cuestión dolorosa”.

Aranzazu Muguruza, la única entrenadora en la élite femenina del baloncesto al frente del IDK Gipuzkoa, no cree que exista discriminación. “Es cierto que el 80% de mi promoción en el INEF eran chicos. Yo lo tuve bastante claro. Había jugado y enseguida me llamaron porque tenía la ventaja de ser entrenadora y preparadora física. Es una realidad, en todas las ligas hay pocas entrenadoras. Ahora, en categoría base empiezan a verse más”.

Miki Oca da instrucciones a sus jugadoras en Londres 2012.
Miki Oca da instrucciones a sus jugadoras en Londres 2012.Julio Cortez (AP)

María Planas ha sido la única mujer seleccionadora de baloncesto, entre 1979 y 1984, y Cristina Mayo, la única al frente de la dirección técnica de la selección de balonmano, entre 2000 y 2002. Mar Sanromà fue seleccionadora de waterpolo en dos etapas, la última concluida, por decisión propia y razones personales, en 2007. Pere Robert, vicepresidente deportivo de la Federación de Natación, atribuye la escasez de entrenadoras de waterpolo a que es un deporte con apenas 20 años de existencia, sin la tradición del masculino. Robert detecta signos de cambio: “Algunas de las jugadoras que están a punto de retirarse o que se han retirado ya han mostrado inquietudes al respecto. Desde la federación se trata de fomentar la aparición de nuevas entrenadoras, acelerando los procedimientos. A través de una titulación reglada, aquellas jugadoras que han conseguido medallas olímpicas o mundiales pueden obtener el título de entrenadoras superiores en un año en lugar de los tres en que se obtienen en condiciones normales”.

Isabel Sánchez, entrenadora ayudante en la selección femenina de baloncesto, habla con entusiasmo de su labor: “Vivo momentos muy parecidos a los que viví como jugadora”, dice la exinternacional, que compitió en Pekín 2008. “Es un mundo apasionante. Esta profesión siempre se asocia al hombre. Pero ya hay chicas que me han visto, que se han interesado y que tal vez se animen a realizar esta labor. Al final es un reflejo de lo que se ve y algunas jugadoras, como Laia Palau y Anna Cruz ya trabajan para sacarse el título de entrenadoras”. Cuando Isabel Sánchez empezó el curso superior de entrenadora, recuerda, solo cinco o seis de los 160 alumnos eran mujeres. Ella, cuando jugaba ya admiraba la labor de su entrenadora Carme Lluveras, con la que ganó una Liga en el Barcelona, y trataba de ponerse en su piel. Ha seguido su camino, una excepción, como la de Conchita Martínez, capitana del equipo español de tenis, con una recompensa olímpica.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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