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Y Morata levantó la cabeza

Del Bosque encuentra el nueve que esperaba tras detectar dónde debía mejorar en su juego

Ladislao J. Moñino
Morata busca el balón junto a Topal.
Morata busca el balón junto a Topal.Juanjo Martín (EFE)

“¡Tur-qui-á Tur-qui-á!”. El fervor turco que emanaba de una esquina teñida de rojo chillón contrastaba con la calma y el verdor de las colinas surcadas por carreteras serpenteantes y salpicadas por lujosos chalés que se atisban desde el estadio de Niza. La ruidosa algarabía de la hinchada otomana casaba más con los aspavientos de su seleccionador que con el adinerado entorno de la Costa Azul francesa. Elegantemente trajeado, Fatih Terim trataba de transmitir con impulsivos ademanes su electricidad en los primeros minutos del encuentro. Mientras Terim gesticulaba embravecido, los primeros toques de España fueron recibidos con silbidos por la grada turca. El estilo español genera entre los aficionados contrarios un temor prematuro. Existe la certeza de que España empieza y termina tocando y esos primeros pases siempre pueden ser el inicio de una fatalidad, un gol que derribe un planteamiento y desinfle a una tropa tan entusiasta como se mostró la turca.

Tardaron los futbolistas de Del Bosque en ajustar los pases. Cuando lo hicieron, desactivaron a Turquía con contundencia. El tanto de Morata, al borde de la media hora, desplomó a Terim en su banquillo. Se quedó en el banco retrepado, noqueado tras ese cabezazo espléndido. El giro de cuello fue el justo y el contacto con el balón, para enviarlo a la escuadra izquierda de Babacan, fue una precisa peinada. Rapado al uno por Ramos por una cuestión de superstición, la pelota resbaló lo justo por la corta cabellera del todavía delantero de la Juventus. Su remate ligó con la enguantada comba que le había servido Nolito. Entre los dos liberaron a España de esa falta de gol que arrastraba con una eficacia muy dañina para Turquía, que solo había empezado a sufrir un poco. No había disparado España entre los tres palos hasta que Morata se elevó por encima de su marcador para adelantar a España.

Morata, junto a Nolito y De Gea, son las grandes apuestas en esta Eurocopa de Del Bosque

Morata obtuvo el premio que no encontró en el partido de la República Checa. Con una nueva titularidad, Del Bosque le reconoció el desgaste al que sometió a los centrales checos con sus desmarques en largo y en corto. Estos últimos son complicados de ejecutar ante equipos que se atrincheran en sus áreas. Morata los ejecuta muy bien de derecha a la izquierda o viceversa con una carrera que empieza lenta y que acelera aprovechando su explosividad. Aunque no marcara en su estreno, Del Bosque apreció un detalle. Morata fue ganador en muchos de esos desmarques y en ellos quedó casi siempre de espaldas a la portería. El manual del buen delantero dice que en esas situaciones, si se juega con la cabeza gacha, mirando al balón, es porque se sabe lo que hay alrededor. La otra solución es jugar con la cabeza levantada mientras se protege la pelota.

Tanto la primera como la segunda solución están destinadas a poder conectar con la segunda línea que llega desde atrás. El propio Del Bosque ya avisó tras el partido con los checos que esa era una faceta a mejorar. “Los delanteros deben interpretar el juego de nuestros centrocampistas”. Morata jugó con la cabeza más levantada y no se aturrulló tanto. Recibir y tener una visión periférica le permitió dar el pase que un defensa turco desvió con la cabeza. Nolito rebañó y le pegó mordida, pero con éxito. La pareja, junto a De Gea, es la gran apuesta de Del Bosque en esta Eurocopa.

Un extremo regateador y un rematador de zancada larga que empezó a desterrar esa búsqueda constante del nueve que ha marcado los últimos tiempos de la era Del Bosque. Morata estuvo también preparado para empujar entre las piernas de Babacan la asistencia de Jordi Alba, que arrancó en fuera de juego para recibir uno de esos pases de tiralíneas que ejecuta Iniesta como si nada. La jugada era ilegal, pero él estaba allí por si acaso. Con ese segundo tanto, Morata iguala al francés Payet como el goleador del torneo. Lo más importante es que España ha encontrado el gol y ese nueve que llevaba tanto tiempo buscando.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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