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Un parabrisas de caza de combate para los Red Bull

Ricciardo da el visto bueno a la propuesta para proteger la cabeza de los pilotos

Ricciardo, en Sochi. Foto: Getty Vídeo: RB
Oriol Puigdemont

La era de los monoplazas de Fórmula 1 descubiertos tiene los días contados. Eso al menos es lo que considera Daniel Ricciardo, el piloto al que Red Bull dio la oportunidad de presentar en sociedad la propuesta del equipo energético para capotar el coche y tratar de limitar la posibilidad de que el conductor reciba un impacto directo de cualquier objeto. En este caso, la apuesta de la escudería de Milton Keynes no tiene nada que ver con el halo que Ferrari estrenó en los últimos ensayos de pretemporada, en Montmeló, y que despertó una alud de críticas, especialmente por su rudimentaria estética. Este modelo está fabricado en un policarbonato muy similar al que se emplea en las cubiertas de los cazas de combate, y su estructura es de fibra de carbono reforzada.

Ricciardo salió a la pista a las diez en punto de la mañana con el nuevo dispositivo colocado en su RB12, y con él completó la vuelta de instalación, y su primera toma de contacto fue muy positiva según aseguró después el australiano. “Es algo distinto a lo que estamos acostumbrados, porque el casco es el único elemento de los corredores que los espectadores pueden ver. Yo he apostado por ello porque es algo en lo que se está trabajando en pos de la seguridad. Sólo que permita salvar una vida en los próximos 20 años, ya me sirve. La gente debe estar abierta a este tipo de cambios, y después de todos los incidentes que se han producido en los últimos tiempos, hubiera sido una falta de respeto no probarlo”, explicó el piloto de Perth.

Acerca de la experiencia al volante, Ricciardo señaló que el artefacto tiene menos incidencia en la visibilidad de la que se podría esperar, y que su impacto a nivel aerodinámico es también aceptable aunque todavía quede margen para mejorarlo. “La visibilidad es buena, lo ves todo prácticamente igual que normalmente. Lo único un poco extraño es no notar el viento ni el ruido que hace. Eso hace que el motor se escuche más, digamos que en el habitáculo se genera una especie de eco. Hay que probarlo más, pero diría que la primera experiencia ha sido más que buena”, resumió.

Por más que uno prefiera el halo de Ferrari o se incline por la visera de Red Bull, el concepto en sí ha provocado un gran debate dentro del paddock, entre aquellos que están a favor de su inclusión en el reglamento y los que están en contra. Incluso los pilotos están divididos. Lewis Hamilton es el miembro de la parrilla que se ha mostrado más crítico, hasta el punto de colgar una imagen en su cuenta de Instagram en la que mostró su decepción, cuando Ferrari mostró por primera vez el halo. En Sochi, el actual campeón no se apartó ni un centímetro de su línea argumental, esa que muchos comparten. “Cuando me meto en el coche se que el peligro está allí. Ha sido así desde que tenía ocho años, y es un riesgo que estoy dispuesto a correr, y el riesgo que todo piloto de F-1 ha tenido que aceptar siempre”, dice Hamilton. “Es por esa razón que los niños piensan que estamos locos, porque podemos morir en cualquier momento”, añade el británico, que si ya mostró su desacuerdo con el halo de Ferrari, todavía fue un poco más allá al valorar la iniciativa de Red Bull: “Parece un escudo de los que usa la policía”.

La visibilidad es buena, lo ves todo prácticamente igual que normalmente. Lo único un poco extraño es no notar el viento ni el ruido que hace", asegura el australiano

Llegados a este punto tal vez vale la pena recordar que el punto de partida nade del accidente que Jules Bianchi sufrió hace un año y medio en Suzuka, y que tiempo después terminó costándole la vida. Con la pista muy mojada por la lluvia, Bianchi perdió el control de su Marussia y se fue directamente hacia una grúa que en aquel instante estaba retirando el Sauber de Adrian Sutil. El impacto contra ese mastodonte de acero se produjo a más de 150 kilómetros por hora. La mayoría coincide en afirmar que ningún tipo de cubierta le hubiera salvado al francés, y que el principal problema fue la grúa, que nunca debería haber estado allí.

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