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El orgullo de ser un papá ciclista

Horner pensó retirarse debido a una lesión, pero su hijo le convenció para que siguiera

Horner atiende a los medios tras su llegada al L'Angliru.
Horner atiende a los medios tras su llegada al L'Angliru.Alvaro Barrientos (AP)

Christopher Horner es un tipo expresivo y extravertido. Su sonrisa parece perenne, como si formara parte de su cara más que de su imagen. Incluso suele saludar al público mientras compite, incluso en las ascensiones —evidentemente, no esta vez en L’Angliru— y transmite la sensación de un tipo simpático que disfruta con su trabajo. Se ha acostumbrado a que le pregunten y pregunten sobre su veteranía, sobre su fortaleza a los casi, casi, 42 años (los cumple en octubre), sobre su extraña longevidad. Él sonríe y le da el valor que se supone: “Espero que la gente haya disfrutado con esta etapa porque ha sido de ataques permanentes ante ciclistas imponentes como Nibali, Valverde y Rodríguez, y porque ha podido vivir un momento singular como la victoria de un ciclista tan veterano como yo”.

Simpático y diplomático, sin alardear de su estruendosa irrupción en el final de su carrera, pero sin negarse a sí mismo el mérito que le corresponde. Puesto a dar algunos detalles más de su noticia, Horner explicó un detalle personal por el que a estas alturas de su vida sigue en un deporte tan exigente como el ciclismo. “Después de mi lesión [debido a una caída], ya con muchos años, mi hijo de 12 años me preguntó qué iba a hacer, si retirarme o seguir. Yo le dije que me lo estaba pensando y él me señaló que no quería por nada del mundo que me retirase, que él quería ir al colegio y poder seguir diciendo que su padre era un ciclista y un profesional. Eso me hizo seguir y durante esta Vuelta no he hecho otra cosa que pensar en aquella conversación. Creo que eso me ha dado la fuerza suplementaria para lograr lo que he conseguido”.

Ahora no solo soy el más veterano en ganar una gran Vuelta. También el primer americano en ganar la Vuelta. Es para estar contento"

Horner es consciente de que “esto que ha ocurrido en la Vuelta quizás no vuelva a ocurrir” y resaltó el papel imponente de Nibali durante la ascensión a L’Angliru. “Eso le ha hecho disfrutar a la gente, sin duda”. Además, reveló que su táctica era no responder inmediatamente a esos ataques. “Quería mantener mi buen ritmo e incluso me he equivocado en algunos momentos al salir en su busca, pero el final ha sido feliz. Es un puerto largo y con muchas circunstancias distintas en su recorrido, así que hay que marcarse no solo un objetivo sino un ritmo para conseguirlo”, aseguró. “Ahora no solo soy el más veterano en ganar una gran Vuelta, sino también el primer americano en ganar la Vuelta a España. Es para estar contento”.

Alejando Valverde, uno de los tres derrotados en el asalto final a la carrera, señalaba estar tranquilo: “Es un podio más en la Vuelta y además he conseguido el maillot verde. La lástima ha sido que no hayamos podido conseguir una victoria de etapa, que probablemente hemos merecido”. Pero la segunda cara más feliz de la carrera era la del joven Kenny Elissonde, el triunfador de la etapa, que reconoció que a priori no pensaba en ganar una etapa tan exigente. “Mi trabajo era ayudar a mi compañero Pinot, pero luego las circunstancias de la carrera fueron otras y he podido conseguir algo muy importante para mí y para mi equipo, que ya había ganado la eta de Peyragudes con Geniez”. Curiosamente, Horner, el vencedor de la Vuelta, dobla en edad al vencedor en L’Angliru. Sin duda esta Vuelta a España ha sido la Vuelta de los contrastes.

Los esprínters ganan en la alta montaña, los veteranísimos, la carrera, el equipo que se despide —el Euskaltel—, la general por equipos, un sprint lo gana un escalador (Mollema)... Una Vuelta subversiva con lo establecido, para bien o para mal. Eso siempre es opinable.

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