Morata castiga la racanería rusa
La selección, imprecisa y fallona, se estrena con una victoria apurada tras un cabezazo (1-0)
El fútbol le ha entregado la pelota a España desde hace un lustro. Lo mismo da que juegue la selección absoluta que cualquiera de las inferiores. Pocas selecciones quieren la herramienta cuando enfrente tienen a futbolistas menudos vestidos de rojo que entienden el juego desde lo que son capaces de hacer con el balón. Así que los futbolistas sub-21 que dirige Julen Lopetegui se encontraron en su estreno en el Europeo de Israel con el mismo problema a resolver que se suelen encontrar sus mayores. Un rival metido en su campo, con las líneas juntas para cerrar espacios y la esperanza de poder montar una contra. Aunque el seleccionador ruso añadió un cepo más. Ordenó a Tsagallov un marcaje individual a Isco durante todo el primer tiempo. Una de esas decisiones que inclinan la balanza entre el formar y el competir descaradamente hacia esto último. Isco hizo lo que pudo con su inventiva para desatascar el partido. Entre otras cosas, un pase con el exterior a la cabeza de Rodrigo y una elástica que convirtió a Chicherin en un compás.
ESPAÑA, 1 - RUSIA, 0
España: De Gea; Montoya, Bartra, Íñigo Martínez, Alberto; Thiago, Illarramendi, Isco; Tello (Moreno, m. 78), Rodrigo y Muniain (Morata, m. 63). No utilizados: Mariño, Joel; Nacho, Muniesa, Álvaro, Carvajal, Camacho, Sarabia, Morata, Koke y Álvaro Vázquez.
Rusia: Zabolotni; Schennikov, Chicherin, Burlak, Belyaev; Tsallagov (Kirillov, m. 79), Petrov, Shatov, Bibilov (Grigoryev, m. 46); Yakovlev; y Cheryshev (Kanunnikov, m. 57). No utilizados: Kritsuk; Filtsov, Bryzgalov, Emelyanov, Zotov y Panyukov.
Gol: M. 81. Morata, de cabeza.
Árbitro: Matej Jug (Eslovenia). Amonestó a Schennikov, Grigoryev y Shatov.
Unas 2.000 personas en el Teddy Stadium de Jerusalén.
El gol que llevó a la derrota ese planteamiento menor de Rusia fue cuando menos paradójico. Se supone que uno de los dogmas de ese tipo de planteamientos es ser muy celoso con los detalles, con las jugadas de laboratorio y demás reducciones del juego que algunos entrenadores convierten en panaceas. Fue un cabezazo de Morata cuando faltaban 10 minutos, tras una falta sacada por Thiago, lo que reventó la mezquindad rusa, que vio muy cerca el premio del empate al que tanto aspiró.
Asumido ese protagonismo por la inercia de la miedosa pizarra del seleccionador ruso Pisarev, España se dispuso a desmadejar el partido con un dibujo muy de su academia. Jugó solo Lopetegui con un mediocentro de equilibrio, Illarramendi, escoltado por Isco y Thiago, y ensanchó el campo con Tello por la derecha y Muniain por la izquierda.
La primera solución que buscó España fue cruzar balones en largo hacia las bandas cuando no podía progresar con el toque. Ni para el juego largo ni en corto tuvieron excesiva precisión los futbolistas de Lopetegui durante todo el primer tiempo. Empujaba Illarramendi, se ofrecían Muniain e Isco, pero no había conexiones fluidas que produjeran ocasiones para Rodrigo. Otro nueve que juega con el sino que tiene el estilo: tener que armarse de paciencia a la espera de que le llegue el balón.
Canales abandona el europeo
Sergio Canales, con una rotura fibrilar, abandonará el sábado la concentración del Europeo. El centrocampista del Valencia entró en el terreno de juego en el minuto 77 del partido contra Rusia y acabó el encuentro con molestias.
Canales, que no podrá ser sustituido por ningún otro futbolista, no será sometido a pruebas médicas en Israel. Serán los encargados del Valencia los que evalúen el alcance de la lesión, la tercera de tipo muscular en pocos meses. Ya en mayo sufrió una microrrotura fibrilar, poco después de superar una dolencia similar.
Los primeros acercamientos serios de España fueron un disparo de Montoya, un libre directo de Thiago y un mano a mano de Tello que resolvió de la peor manera ante la portería rusa. No levantó la cabeza Tello, levemente escorado, para comprobar que tenía compañeros en mejor posición que él para marcar. Tiene el chico metida la portería en la cabeza, fruto de esa moda por la cual los extremos ahora tienen tanta obligación de marcar como de driblar y de pasar. En otra acción similar en el segundo tiempo le ocurrió lo mismo a Tello. Para entonces, Morata ya había castigado la racanería rusa tras un centro de Thiago.
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