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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El siguiente Jason Collins

Jason Collins (izquierda) lucha por el balón con Carlos Boozer
Jason Collins (izquierda) lucha por el balón con Carlos BoozerTANNEN MAURY (EFE)

Cuando Jason Collins, jugador de los Wizards de Washington, anunció que era gay, me vinieron varios pensamientos a la mente. El primero era obvio y ha aparecido en todo el mundo, en la prensa y en Twitter. Pensé que Collins era valiente y quería estrecharle la mano. El segundo era ligeramente cínico. Me pregunté si las grandes muestras de apoyo de otros atletas eran auténticas. Conozco la cultura del vestuario y sé que no es, ni mucho menos, tan progresista como se dice. El tercero era totalmente cínico. Reflexioné sobre si el momento del anuncio es importante en la carrera de Collins. A sus 34 años y en su 12ª temporada en la NBA, es un jugador bastante modesto. Promedió 1,1 puntos y 1,6 rebotes este curso. ¿Su anuncio hace difícil que cualquier equipo de la NBA se plantee no ficharlo?

Todos estos pensamientos eran razonables. No me siento especialmente orgulloso de ellos, pero tampoco me avergüenzo de ellos, que es más de lo que puedo decir de mi cuarto pensamiento, que era: ¿quién más? A primera vista, este pensamiento no parece controvertido, y ni siquiera desagradable. Es natural, podrían decir algunos, preguntarse quién más en la NBA podría ser gay. Si hay uno, parece razonable que pudiera haber otros. Y somos humanos y nos mueve un deseo de chismorrear. Pero este es el problema con mi cuarto pensamiento: no es un pensamiento tolerante. Lo importante de las grandes muestras de apoyo a Collins es que mostraban nuestra tolerancia hacia una orientación sexual. Un elemento fundamental de esta tolerancia es el reconocimiento de que la homosexualidad no es “mala”. Otro es que no deberíamos tratar a la gente gay como si su orientación sexual fuese algo que debiéramos registrar o averiguar.

No deberíamos tratar a la gente gay como si su orientación sexual fuese algo que debiéramos registrar o averiguar

Y esa es la razón por la cual mi cuarto pensamiento es el que menos prefiero. Al tenerlo, estaba admitiendo que estaba buscando a otros, intentando determinar quienes eran diferentes. Esto probablemente sería algo aceptable si fuese un jugador en un vestuario de la NBA. Surgen complicaciones evidentes cuando se mezclan en vestuarios a personas que pueden sentirse sexualmente atraídas por otras. Pero no soy un jugador en un vestuario de la NBA. La orientación sexual de alguien no me afecta, ni tampoco a ustedes ni al tipo que va andando por la calle. Para nosotros, el hecho de buscar al siguiente jugador gay se acerca peligrosamente a la caza de brujas y define la homosexualidad como algo que deberíamos tener presente, como el terrorismo o el antisemitismo.

La tolerancia es la conciencia de que las personas son diferentes, sin darle mucha importancia y sin el deseo de encontrar al siguiente Jason Collins. La tolerancia significa que ya no pensaré en la orientación sexual de alguien, al igual que no pienso en su color de ojos, en sus gustos musicales o en las peculiaridades de su risa. La tolerancia sustituye al “quién es el siguiente” por el “a quién le importa”. Y no creo que hayamos llegado a ese punto todavía.

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